Intentemos entendernos

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NOTA: Pongo aquí esta nota para avisar que esta historia se empezó a escribir antes de que salieran las últimas series de Marvel y la película de la Viuda Negra, así que las historias no tienen absolutamente nada que ver. 

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¿Conocéis esa sensación de estar mareado sin haber bebido ni un mililitro de alcohol? Era así exactamente como me sentía tras mi encontronazo con Yelena.

Después de salir de esa asquerosa gasolinera y llegar donde nos esperaban Steve y Wanda, todo pasó muy rápido. Solo sabía que de un momento a otro estaba en el jet con todo el equipo y, poco más tarde, aterrizando en la sede tras un viaje en el que no se intercambiaron más de cuatro palabras.

Me extrañó realmente, porque pensaba que el interrogatorio que le harían a la espía sería directo y largo, sin querer posponer más esa maldita situación que a todos nos había llevado de cabeza las últimas semanas. Y sabía que a ella también le había extrañado, y no porque se le notara, todo lo contrario, ya que hablando cinco minutos con ella podías catarte de que era una experta en esconder cualquier mínima emoción que pudiera surgirle... no, era porque yo vivía con gente como ella ya desde hacía meses, y puede que fuera el peor en mentir, puede que se me notara en todo momento cualquier mínima expresión en la cara y que yo fuera el libro más abierto de todos... pero con el tiempo había aprendido a leer muy bien a las personas, o por lo menos a las personas que no querían ser leídas.

Yelena estaba nerviosa, y se le notaba en la sonrisa tranquila con la que analizaba a cada uno de los Vengadores, en la mirada serena con la que repasaba el jet de arriba a abajo buscando una posible salida en caso de urgencia, en la forma en la que apretaba esa pulsera de plata que tenía en su muñeca izquierda como si fuera lo único a lo que se pudiera aferrar en ese momento, como si fuera lo único a lo que hacía tiempo que se podía aferrar.

Puede que fuera eso lo que buscaban mis compañeros, alterarla antes del verdadero interrogatorio, porque estaba seguro que lo habría en cuanto llegáramos, y que después de casi volarme por los aires y de descubrir mi identidad, no serían exactamente amables con ella, sobre todo Steve.

Steve...

No me había dirigido ni una sola palabra, casi ni una sola mirada desde que había llegado a él, simplemente se había puesto detrás de nuestra ahora... ¿aliada? Y había estado vigilando a la espera de cualquier mínimo movimiento que indicara que sus intenciones no eran tan sinceras como ella nos quería hacer ver. Y sabía por qué lo hacía, no quería que Belova averiguara que entre nosotros había cualquier mínima relación que no fuera la de dos simples compañeros, porque esa era una información que si caía en manos equivocadas podía llegar a provocar muchos daños, y no estaba dispuesto a ello.

Pero a pesar de todo, no puedo negar que dolió.

Estaba nervioso, todos esos nervios que había intentado esconder durante toda la conversación habían aflorado en el momento en el que salimos de la gasolinera. Fueron llegando progresivamente, con cada paso que daba su intensidad aumentaba hasta el punto de sentirme mareado. Una mirada, una sola mirada era solo lo que pedía, solo necesitaba ver sus ojos durante un segundo para que apartaran esa sensación que me estaba carcomiendo.

Pero a pesar de todo lo entendía, y es que Yelena estaba preparada para ello, no era como yo, si no todo lo contrario, con cada paso que daba parecía subir un poco más la cabeza, tranquila y digna hasta decir basta, a la espera de encontrar toda la información que fuera capaz de reunir con una simple mirada. Al final eso era lo que ella más ansiaba... información.

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