¿Verdad?

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Habían pasado tres semanas. Tres infernales semanas en las que no teníamos ni rastro de Peter. ¿En serio presumíamos de las mejores tecnologías? No éramos capaces de encontrar ni los restos de un Hydra renegado.

Y yo me estaba volviendo loco.

Cada día que pasaba.

Cada hora que pasaba.

Cada minuto.

Cada segundo.

Sentía que mi cabeza iba a explotar y que mis pulmones se iban a quedar sin aire de la opresión en el pecho que no desaparecía.

Necesitaba dormir, pero no quería hacerlo. Dormir significaba descansar y descansar significaba desperdiciar un tiempo demasiado valioso que podía invertirlo en buscar a Queens. Solo pensar en lo que debía estar pasando hacía que se me removiera el estómago.

Sabía que él era fuerte, tanto física como mentalmente. No se iba a dejar chafar. Y eso era lo que me daba miedo. Sabía cómo funcionaba Hydra, seguramente mejor que cualquiera de los que estaban en esta torre (exceptuando a Bucky, por supuesto), y por eso sabía lo que pasaba cuando no accedías rápido ante ellos. La paciencia no era su fuerte.

Y habían pasado tres semanas.

Tres putas semanas.

Pero necesitaban a Peter vivo, y eso era lo único que todavía me daba fuerzas.

- Steve, necesitas descansar.- escuché la voz de Bucky a mis espaldas.

Estaba en una de las salas de informática, buscando cualquier cosa, lo que fuera que me pudiera llevar a él. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, ni siquiera estaba seguro de la hora que era, solo que mi cabeza me decía que no parara, que no podía hacerlo, que se lo debía a mi pequeño.

- Tiene razón, Steve.- sonó la voz de Sam al lado de la de mi compañero de época.- Llevas más de siete horas aquí metido, son más de las tres de la madrugada.

Tres semanas y un día.

- No puedo irme.- fue mi única respuesta, y esperaba no tener que dar más. Solo quería que se largaran.

- Claro que puedes. Puedes y debes.- volvió a escucharse a Sam.- Si no duermes un rato todas las horas que estás pasando aquí dentro no van a servirte de nada.

- ¿Quién eres?, ¿mi madre?- respondí con ironía. Una respuesta de la que me arrepentiría más tarde cuando mi cabeza funcionara como debía funcionar. Yo no era así, no contestaba de esas formas, y menos a un amigo que solo se estaba preocupando por mí.

Se hizo un silencio después de mi declaración, en el que pensé que se habían dado media vuelta y me habían dejado para que me siguiera consumiendo delante de esa pantalla de ordenador en la que si me fijaba bien podía ver mi propio reflejo, ojeroso y con un ceño eternamente fruncido.

"Se te van a hacer arrugas de tanto fruncir la frente, y no nos podemos permitir que nuestro Capitán América tenga arrugas", escuché la voz de Peter en mi cabeza, reviviendo lo que me había dicho en sus habitaciones una tarde de hace ya semanas. Estábamos en su sofá tumbados, él me miraba con una sonrisa que me removía todo lo que tenía por dentro y yo solo podía pensar que nunca había sabido realmente lo que era la felicidad hasta ese momento. Muy tópico, ¿no? Pero no tenía otra forma de describirlo, era una sensación que si no la vivías no podías entender. Y puede que las horas que llevaba sin dormir también hicieran mella.

Así, atrapado en mi propia memoria, sentí cómo me cogían del hombro y me levantaban de la silla para darme la vuelta y quedar atrapado entre la mesa y otro cuerpo. Era Bucky, y por la mirada que me regalaba podía decir que estaba bastante cabreado. Podía parecer que él estaba enfadado siempre, pero no era así, normalmente solo estaba de humor bajo, pero esa vez no, esa vez estaba muy enfadado.

QueensWhere stories live. Discover now