Ni que decir en el instituto. "Los gemelos West" Siempre estaban en el despacho del director hasta que aprendimos a canalizar nuestra ira y nuestro dolor. ¿Cómo? Nos apuntamos al equipo de fútbol americano del instituto.

— ¿Por qué siempre la estás mirando?

Diego se sienta a mi lado y me da una lata de bebida energética que no tardo en abrir.

— ¿Es que tú no la miras? No has pasado por alto de que es caliente.

— Y que lleva una de mis camisetas ahora, sí —lo miro y le da un sorbo a su lata—. Justin me ha llamado, tiene su casa sola hasta que sus padres vuelvan de la ciudad. Ha comprado bebida y nos ha dicho que nos espera allí.

— Genial. Las chicas están deseando un poco de diversión —acerco la lata a mis labios y siento el sabor fuerte y ácido de la bebida en mi boca.

— Ojalá estar en Cancún ahora —jadea—. No me importaría estar tomando el sol en una tumbona con un mojito mientras veo pasar a chicas sexys en bikini.

Sonrío. Ojalá estuviéramos en alguna otra parte, lejos del calor de Texas y de la granja.

Mustang Island.

— Son dos horas de camino.

— Saldremos temprano, podríamos avisar a los chicos y acampar allí un fin de semana. Después de las fiestas.

Diego no dice nada y ambos observamos a Bárbara entregándole una bebida a Bambi, que está sentada en el suelo aprovechando la sombra que da la casa. Su pelo está recogido en una coleta y lleva una camiseta de Diego, pero aún lleva mis pantalones y la cuerda que le puse para que no se le cayeran. El domingo aprovechó para lavarlos y estuvieron secos en unas horas para empezar la jornada de nuevo al día siguiente.

— Podría ser divertido —dice al fin mi hermano—. Siempre y cuando mantengamos a Kenzie fuera del volante. ¡Eres un cabronazo! —Lo miro sin entender por qué me ha insultado— Tú lo que quieres es verlas en bikini.

Suelto una carcajada y golpeo su pierna. — No seas imbécil, solo estoy sugiriendo planes. Cada año odio más esto, estoy cansado.

— Kenzie morirá cuando dejemos de venir —suspira.

— Kenzie tiene mi cabeza jodida, Diego. No tengo medios para ayudarla y no quiero dejarla aquí.

— Está enamorada de ti, desde siempre, y sinceramente, creo que espera que algún día vengas a salvarla de esta cruel vida que le ha tocado vivir.

El problema es que no estoy enamorado de Kenzie. La quiero porque es mi amiga desde que somos unos niños y odio que alguien la haga sufrir. Podría llevármela cuando consiga ser parte del FBI. Podría mantenerla en casa a ella y a su hermano hasta que encontrara un trabajo y pudiera mantenerse; pero no podría darle el amor que ella desea por mi parte.

— Ella sabe que no siento lo mismo.

— Pero quizás espera que algún día te des cuenta que es la mujer de tu vida o algún rollo de esos. Verdaderamente piensa que eres su príncipe azul y que vas a salvarla. Todo lo que ella está viviendo no es culpa nuestra, no podemos hacer más de lo que hacemos.

— Lo sé, pero está viviendo en un infierno, nadie se merece eso —chasqueo mi lengua y miro de nuevo a las hermanas, que ahora hablan con Jack.

Me levanto y Diego me imita, me limpio un poco los pantalones y guardo el paquete de cigarrillos en mi bolsillo. Ni siquiera tengo el teléfono móvil cerca porque aquí la cobertura es una mierda y ni siquiera llega alguna línea para conectar el WiFi.

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