023.

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Un suspiro escapó de los labios de Hanae al tener que leer la misma línea del libro por cuarta vez, porque no estaba prestando atención. Sus últimos días se habían basado en ir a la universidad y ahogarse entre libros en sus tiempos libres. Incluso en ese momento, siendo un sábado por la noche, prefería estudiar Anatomía que tener tiempo de sobra. Tal vez todos aquellos sucesos pasaron muy de golpe, puesto a que aún se encontraba a sí misma pensando por horas en todo lo que había pasado ese día, tanto con Seung como con Jimin. Hanae sentía que su vida y sentimientos ahora eran como una bola de estambre muy, pero muy, enredada; y por más que trataba de ordenarla, sólo terminaba empeorando la situación. Sentía que su propio libro de Anatomía la miraba con decepción. Era ridículo, llevaba rato leyendo esa misma línea y aún no la digería.

Hanae y Seung habían seguido hablando después de lo sucedido. Se sentía mal, porque esperaba que después de que él terminara con ella, su corazón se sintiese roto en pedazos; sin embargo, luego de salir de aquel auto, lo único que consiguió a partir de ese momento fueron suspiros llenos de decepción hacia sí misma. Y es que ella se dio cuenta esa misma noche, era tan obvio. ¿Cómo no se había dado cuenta de que el sentimiento hacia Seung había cambiado desde hace ya meses? ¡Era tan ridículo! Hanae se sentía como una niña indecisa. No podía creerlo. Ni siquiera a sus quince años estuvo tan confundida con qué sentía. Y aquello no le hacía sentir nada feliz. Sobre todo porque era como regresar en el tiempo, volver a tener quince años y cuestionar la amistad de Jimin, pensando en si realmente lo quería de la manera en la que querías a un mejor amigo, o que quizás las cosas iban más allá de eso. Su cabeza se sacudió con fuerza ante aquel estúpido pensamiento. Eso no era así, claro que no. Sólo había sido un beso tonto. No podían florecer sentimientos por un simple beso, era ridículo.

Cerró el libro de golpe, dejando escapar un suspiro pesado de sus labios, y se levantó de su cama para colocarse los zapatos. Tal vez salir a comprar algún dulce le iba a hacer sentir mejor, o quizás no. Pero no perdía nada con intentarlo. Al terminar de amarrarse las trenzas de sus tenis, sólo faltó colocarse un abrigo y así salió de su edificio. Las calles de Seúl, como siempre, estaban llenas de gente. Sin embargo, eso le dio igual a la chica. En ese momento sólo quería comprar lo que decidiera, y ya. En su bolsillo trasero estaba su celular, y realmente deseaba que de repente alguien la llamase y le dijese que si quería ir a hacer algo interesante. Claro, alguien que no fuese Park Jimin.

No es como que estuviese ignorando del todo a su mejor amigo, es solo que era incómodo verle la cara y recordar todo lo sucedido. También era raro sentir como el corazón le latía extrañamente dentro de su pecho, disgustándose puesto a que no debía sentirse nerviosa al estar con él. Suponía que era por la incomodidad del recuerdo, así que no le daba tantas vueltas a buscar razones. En fin, no lo ignoraba. Seguían hablando, incluso se enviaban mensajes con vídeos graciosos que encontraban en internet, como siempre. Inclusive le había contado lo que sucedio con Seung, sin explicarle que todo había surgido por ese beso. Es decir, Hanae seguía hablando con él como lo hacía normalmete. Sólo que trataba en su mayoría de no verle en persona. Porque se sentía rara.

Luego de haber caminado unas cuantas cuadras, Hanae concluyó con que sería buena idea comprar galletas y una barra de chocolate, de esas que colocabas en leche hirviendo y terminaba convirtiéndose en una deliciosa bebida. Entró a un supermercado que era veinticuatro horas, y terminó colocando tal vez más cosas de las que creía en su carrito. En su defensa, ya las frutas en su casa se estaban acabando, y las mandarinas estaban en oferta, así que no pudo contenerse.

Estaba a punto de pasar al pasillo de dulces, cereales y otras cosas cuando vio a la cabellera rubia escondida bajo un gorro. Se atragantó con su propia saliva al ver a su mejor amigo allí, escogiendo exactamente en si llevarse galletas de naranja o de limón, cosa que ella también siempre solía discutir en su cabeza. Él no tardó en mirarla, puesto a que Hanae había sido muy obvia con el frenazo que tuvo con el carrito de supermercado.

Una sonrisa se escapó de los labios del chico, y no tardó en ir hacia donde ella.

Hanae estaba a punto de darse un golpe a sí misma. “¿Qué te pasa? ¡Cálmate!”. No, no entendía cuál era su vergüenza de verlo allí, era su mejor amigo, a quien conocía desde hace más de diez años. Si aquello hubiese sido hace semanas atrás, hubiese gritado el nombre del chico y hubiese corrido hacia él, riéndose por la coincidencia de haberlo encontrado en el supermercado, y de seguro lo habría ayudado durante el resto del recorrido a escoger sus cosas. Incluso acompañándole a su casa. Pero no, en ese momento sólo lo veía con una mueca que parecía más de sufrimiento que de felicidad.

— ¡Nana!—él le dio un abrazo, cuidando de que la cesta que tenía en la mano no la golpease—. Qué coincidencia, ¿te pasó lo mismo que a mí de quedarte sin galletas?—rió, mirándola.

Hanae lanzó una mirada a su carrito, asintiendo, y se rió un poquito, sólo para no parecer tan incómoda. Jimin se separó de ella al instante, y entrecerró sus ojos, analizándola. Él ya sabía que actuaba raro, y realmente eso le hacía sentir mal. Parecía como si le molestase verlo allí.

—Sí—ella elevó las comisuras de sus labios. Y respiró hondo—. ¿Llevas rato acá?

—Acabo de llegar. Fue de repente que tuve antojo de galletas, y bueno, acá estoy—rió.

—Somos dos…

Jimin volvió a sonreír, ahora con menos ganas, y giró para volver a ver las galletas. Incluso él sentía la tensión.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué actúas así?—escupió sin pensar mucho.

— ¿Yo? ¿Actuar… Cómo?

Jimin arrugó la nariz, y se cruzó de brazos. Ahora la mirada de él sobre Hanae era severa, como si hubiese preguntado lo más obvio del mundo.

—Así como cuando nos vemos después de una discusión—murmuró, sin bromear—. Pero nada de eso ha sucedido.

Hanae apretó los labios y realmente no se supo explicar, es decir, no quería contarle que estaba hecha una bola de estambre enredada.

—Si es por lo que pasó en la fiesta en la casa de Jungkook—se refirió al beso. Ella se mordió la lengua, mirándolo—. Hagamos como que no pasó si te hará sentir más tranquila, ¿sí? Sé que es eso.

¿Era así de fácil?

— ¿De verdad?

— Pues claro, es decir, no sé por qué te incomoda, pero sólo hagamos como que no pasó.

A Hanae le sorprendió un poco, sin embargo, asintió. Tomando la oportunidad. Claramente aquello no iba a hacer que borrase el recuerdo, era claro, mas era un alivio  escuchar que, al menos de parte de su mejor amigo, aquello no había tenido significado algo, aliviándola. Jimin, por su parte, realmente deseaba que se hablase acerca de aquello, no estaba en su lista de cosas qué hacer el olvidar ese suceso, sin embargo, el que su mejor amiga actuara así no me hacía sentir del todo alegre. Así que prefería dejar aquello a un a lado, y ya.

—Entonces no pasó—dijo ella.

— ¿Pasar qué?—el chico le sonrió, ladeando la cabeza.

—Lo del.. Ah, ya entendí. Pasar nada, nada—carcajeó.

No era una solución entera, pero algo era algo.




le quiero meter un golpe a estos dos cabezas de chorlito.

Love Maze↠p.jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora