002.

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Aquel aparato no dejaba de recibir mensajes y en el momento no deseaba hablarle a nadie. Así que cuando Hanae llegó a su departamento, no tardó en apagar su celular, enrabiada. Luego se despojó de la ropa que había llevado encima durante todo el día, se dio una larga ducha, se puso cómoda y se aplastó en el sofá de su sala para ver la televisión.

No podía sentirse más en su ambiente, hasta que se enfrentó con la dura realidad.

Unos golpes en la puerta la hicieron voltear, y no hacía falta ver a través de la mirilla para saber quién era. No iba a abrir por nada en el mundo, no quería verle la cara y mucho menos tener que hablar con él.

— ¡Vete al demonio, Jimin!

Había tardado más de lo que esperaba en aparecer. Según ella, la buscaría quizás una o dos horas después de esa llamada; pero habían sido más. Así que Hanae no tardó en sentarse a lloriquear sobre el mal amigo que y tratar de reponerse viendo dramas sobre personas que sí valían la pena; no como él.

—Kang Hanae—tocó la puerta una vez más, haciéndola bufar—, abre, por favor.

— ¿¡La pasaste bien!?—gritó. Y miró la puerta, como si esta se tratase de él—. ¡Espero que sí, Jimin!

—Hanae, tus vecinos me están viendo...

Ella sonrió, mofándose. 

— ¡Pues qué bien!—vociferó—. Que se enteren de que eres un mal amigo, muy malo.

Se cruzó de brazos y siguió observando la televisión. Durante un largo minuto ya no escuchó ruido alguno fuera de su departamento, así que supuso que él se había ido de una vez por todas, cosa que agradeció. Realmente esperaba que no volviera hasta que ella sintiera menos ganas de aniquilarlo.

Sin embargo, tuvo que volver a ver hacia la puerta, sorprendida y con su ceño bien fruncido. Se podía escuchar cómo una llave se introducía en la cerradura y luego, muy despacio, esta comenzaba a abrirse. Su corazón saltó en su lugar al igual que ella saltó del sofá. Fue tanta la impresión que sus anteojos resbalaron de su cara y tuvo que atraparlos en el aire.

—Deja de colocar las copias de las llaves bajo el tapete—Jimin se asomó.

Hanae lo miró con su semblante neutro. Maldijo por lo bajo ante aquella situación, pues eran cosas que le sucedían porque él la conocía demasiado. Observó cómo Jimin metió un pie y luego otro, después se quitó los zapatos, confirmando que iba a pasar. Hanae volvió a colocarse sus anteojos, irritada.

—Me desagradas en este instante de mi vida, Jimin—se dejó caer de nuevo en el sofá. No había manera de sacarlo—. De verdad.

Él suspiró y cerró la puerta con ayuda de su pie descalzo. Moviéndose con parsimonia, dejó la copia de la llave en una pequeña repisa que estaba en la entrada y se acercó al sofá. Su cabello negro se veía algo despeinado y húmedo, dando la impresión de que se había duchado hace poco. 

Y, sin importarle en lo absoluto nada, se sentó a su lado. Inclusive trató de abrazarla.

—No, no, no—se apartó, antipática—. No me toques.

—Hanae...

—No, Jimin—volvió a quejarse. Dejó su mirada al frente, ignorándolo—. Estoy enfadadísima. 

Él no respondió. Sólo juntó sus cejas y dejó sobresalir su labio inferior, como si tratara de rogarle con su mirada que no le hiciera eso. Entendía que el chico no quería hablar sobre el tema en lo absoluto, pues siempre que lo hacían todo salía mal. Era como el tema prohibido para los dos. Pero ahora, por culpa de él, Hanae no se mordería más la lengua.

—Nunca aprendes—murmuró. Y lo miró—. ¿Crees que me gusta ver cómo juegan con tu corazón? Y tú dejas que lo hagan.

—Por favor...

—Para colmo faltaste a nuestra cita. Sabías que llevaba días sin verte, y que fue difícil sacar tiempo para eso—se sinceró—. ¿En serio me dejaste plantada para irte con ella?

—Lo lamento, de verdad fue mi error—mordió su labio. Se veía arrepentido—. Lo olvidé en lo absoluto, no fue intencional. Sabes que no lo haría...

— ¿Por qué tienes que volver a hacerle caso?

Hanae se quedó mirándolo fijamente, esperando a que dijese algo, mas lo único que recibió fue otro suspiro como respuesta. Pronto, sintió cómo la cabeza del chico se apoyó en su hombro y supo que lo había hecho sentir mal.

Llevaba meses batallando con él sobre su relación. Sabía que él había estado saliendo con esa muchacha por lo que habían sido unos siete meses. Los primeros tres fueron pura felicidad, risas y buenos momentos; incluso a Hanae le había convencido. Pero, de un momento a otro, la chica terminó con Jimin. Y pareció agarrarle gusto a desaparecer de su vida y luego reaparecer cuando quisiera. Ella estaba jugando con el corazón de Jimin por gusto propio. Era una relación condenamente tóxica. Y se sentía como un fraude de amiga no poder hacer algo al respecto para evitar que él saliese lastimado.

—En serio—habló de nuevo, ahora con un tono más suave—, es que realmente no quiero que salgas herido de nuevo, Jimin...

—Te prometo que no pasará nada—le escuchó decir. Y sintió como los brazos de Jimin rodearon su cuerpo—. Confía en mí.

—Eso espero...

Y quería creerle. Realmente quería creer en lo que decía y así no preocuparse, pero no podía. Conocía de sobra cómo eran la cosas, y sabía que, de un momento a otro, algo pasaría por culpa de esa chica.

Frente a ellos, el televisor mostraba lo que Hanae veía antes de que Jimin llegara. 

— ¿Aún no terminas ese drama?—el chico trató de eludir el tema de conversación. El ambiente se encontraba tenso, y él no deseaba que las cosas estuvieran así.

—No...—lo miró—. He estado ocupada con la universidad. No tengo mucho tiempo...

— ¿Entonces qué te parece si lo terminamos hoy?—le propuso el pelinegro, sonriéndole.

Hanae no era tonta, sabía perfectamente que Jimin tan sólo trataba de hacerle olvidar la situación. Si fuera por ella, seguiría quejándose durante toda la noche, pero lo conocía demasiado. Así que decidió darle un descanso y hablar del tema cuando la oportunidad volviese a darle. No le gustaba ver a Jimin decaído.

— Suena bien...—e inclinó la cabeza hacia un lado, observándolo. Sonrió un poco—. ¿Y podremos pedir comida?

—La que tú quieras.

— ¡Perfecto!—aplaudió reitaradamente—. Entonces no hay mucho qué esperar. 

Y así fue. Mientras Jimin llamaba para pedir comida a domicilio, Hanae se encargó de traer algunas mantas al sofá y también de arreglar su habitación lo suficiente; pues, lo planeara o no, pudo predecir que Jimin se quedaría a dormir. Tan sólo se encargó de colocar un pequeño colchón en el suelo y colocarle unas cuantas mantas y almohadas.

Por lo menos podrían compensar el tiempo que llevaban sin verse.

Love Maze↠p.jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora