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Podría decirse que esa había sido la primera de muchas buenas noches en aquella arcaica cama.
Había despertado sin tener que aguantar el frío que transmitía la edificación, gracias a que estaba cubierto por varias cobijas.

Como de costumbre, Potter no estaba ya en la habitación, por lo que se tomó su tiempo para quedarse mirando el techo, contemplando su propia existencia en aquella época medieval.

Debía de pelear contra Merwyn, un mago oscuro que recordaba, era bastante diestro en los maléficos si la memoria no le fallaba sobre sus clases de historia de la magia.
Eso le daría como recompensa su varita, la cuál quizá podría ayudarle a volver a su tiempo, si es que encontraba cómo demonios hacerlo.

Debía de existir algún espejo similar al que vio o quizá era con algún hechizo y si era así, estaba terriblemente jodido.
Tendría que buscar, viajar por el mundo antiguo buscando algún inefable de su época, sería difícil pero no le quedaría de otra.

El otro asunto era el Potter medieval. Estaba más que seguro - tanto como para apostar un huevo - que Potter se sentía atraído por él y eso era toda una novedad irónica, teniendo en cuenta su relación con el Potter de su época.
De seguro, cuando volviera, se lo restregaría a Potter en la cara con todas las ganas de herir su maldito orgullo de héroe del mundo mágico.

Salió de la cama sintiéndose bien consigo mismo por el hecho de tener a un Potter con los ojos puestos en él, eso y que empezaba a volverse más diestro con los hechizos sin varita.
Claro estaba, eran hechizos muy básicos, pero, jamás lo había intentado y le llenaba de ilusión no estar completamente alejado de lo que era su vida, renegado al mundo Muggle.

Llegó al salón principal y el olor mohoso y desagradable volvió a sus fosas nasales.

-¿A dónde os dirige, Sir Malfoy?

La voz llamó su atención, por lo que se giró en sus talones para encontrarse de frente con el enorme Tarlet, el tipo de cabello y barba roja.
Podía notar que la mirada del medieval iba de su rostro al crucifijo que llevaba en el cuello, el cual le había regalado Potter desde el inicio. Este era el único de los hombres de Potter que al parecer no podían confiar en él.

-Estoy buscando a Potter.

-Vaya, que premura con la que os tratáis. -Dijo con cierto recelo mientras enarcaba una de sus cejas.

-¿Tienes algún problema? - Replicó con algo de fastidio. Ya llevaba varios días ahí como para que aquel simio le siguiera tocando los huevos.

-No sé qué es lo que habéis hecho, pero sé que mi Lord se encuentra bajo algún maleficio...- Mientras decía aquello, su diestra se persignaba con rapidez.

-Tarlet, tengo el crucifijo puesto.

-¡No me vas a engañar, tú, serpiente ....!

-Tarlet.

La voz gruesa de Potter resonó en el comedor, callando de inmediato al pelirrojo mientras se giraba, haciéndose a un lado con la cabeza gacha.
Draco bufó y rodó los ojos mientras pasaba de aquel tipo para caminar hacia Potter, el cual no dejaba de mirar con severidad a Tarlet.

- ¿Qué se supone me enseñarás hoy? - Preguntó Draco, tratando de desviar el enojo de Potter hacia aquel cretino. No quería perder el tiempo ahí y quería salir de ese desastroso olor.

Los ojos esmeraldinos se posaron sobre los grises y enseguida la expresión del Lord se relajó.
Potter tomó del brazo a Malfoy y salieron de allí hacia la luminosidad fresca del exterior. Como siempre, Draco suspiró de alivio mientras caminaban hacia el campo, cerca del árbol que solía utilizar Draco para darse siestas en las tardes.

Lost in the time / Harco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora