Lost in the time / Harco

3

No tenía idea ahora qué podría hacer con su propio destino - tal y como profesaba aquel Harry Potter - pero ya habían pasado más de dos horas y él seguía amarrado y muriendo del asco por el maldito hedor en aquel establo.

— ¡Soltadme!

Gruñó cuando el viejo - que le había despertado con un frío cubo de agua - apareció para dejar un cuenco de agua nada higiénica cerca suyo.

¿Acado el tipo era retrasado? ¿Cómo tomaría agua con las manos atadas?

— ¡Callad! ¡El lord a ordenado que os quedeis aquí hasta la llegada del rey!

— ¿Qué? ¿Y cuándo llegará el rey?

— Varios soles faltan aún.

— ¡Potter! ¡Potter os exijo que vengais en este preciso momento!

— ¡Insolente! —Bramó el hombre, atizándole un fuerte golpe a Draco en la quijada.

El rubio ladeó el rostro a causa del impacto y no tardó en sentir un asqueroso cúmulo de sangre en la boca que tuvo que escupir para evitar vomitarse.

— No volvais a llamar al Lord con tanta premura. Estais en sus tierras y vuestro deber es recordar vuestra posición como súbdito.

—Por favor. — Escupió el rubio nuevamente. — Quiero hablar con... Él.

Malfoy se negaba por completo a decirle "lord". Primero se mordería a sí mismo un testículo antes de caer tan bajo.
No importaba si era el Potter de otra época, él no era ningún súbdito.

— ¿De qué quereís hablar?

— Eso es algo que no os incumbe.

— Mozo insolente. No entiendo por qué sencillamente no arranca vuestra cabeza.  —Refunfuñó el viejo de forma agresiva.

Draco empezó a repasar rápidamente todos los hechizos que sabía sin varita. La mayoría eran inútiles en ese momento; eran hechizos de aseo personal o caseros.

Se lamentó. Los hechizos sin varita eran magia muy avanzada y él a penas tenía 22 años.

Fue entonces cuando recordó uno que sí podría serle útil.

— Confundus. — susurró el mago mientras miraba fijamente al viejo.

Inmediatamente, este se estremeció sutilmente y se quedó parado a un lado de Draco, con la expresión de alguien que se ha perdido.

— Hey, ya oisteis. Debes desatarme.

— ¿Eh? ¿Sí?

El hombre caminó a trompesones con la cara interrogante marcada en el rostro.

Empezó a desatar las manos de Malfoy y este último pudo sentir claramente como su sangre empezaba a circular cuando aflojó las cuerdas.
Le dolían las muñecas y estas ya estaban vilmente marcadas.

Chasqueó la lengua con enojo mientras acariciaba sus lastimadas y enrojecidas muñecas. Sumado a ello, ahora le dolía la quijada.

— Ahora, id por un caballo e id a montar.

El viejo frunció el entrecejo pero asintió y se fue a la parte trasera del establo, donde, suponía Malfoy, que estaban los animales.

Enseguida, el rubio empezó a revisarse la ropa. Le habían quitado sus pertenecías y con ello, su varita.

— Accio varita.

Dejó su mano extendida en espera de que la misma llegara, lo cual jamás sucedió.