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La incesante lluvia que caía sobre su rostro - tan fría como el hielo pero con el roce semejante al de un pétalo de rosa - hizo que el rubio apretara los ojos ante el fuerte dolor de cabeza que estaba sintiendo en esos momentos.

Poco a poco, sus aturdidos sentidos fueron conscientes de su alrededor.

Estaba acostado, había un fuerte olor a pasto y hojas mojadas. Hacía frío, mucho frío.
Su cabeza dolía, percibía un extraño pitido en sus oídos y se sentía desorientado, casi como si flotara en medio de la nada.

Lentamente abrió los ojos, mientras su diestra subía para cubrirse ante las impetuosas y traviesas gotas que se empeñaban en caer sobre sus párpados.

Se removió, adolorido, mientras se incorporaba con lentitud a causa del fuerte mareo que lo tenía tan desorientado. 

¿Qué demonios ha pasado?

Se preguntó el rubio mientras notaba que se encontraba en medio de un prado, rodeado de vegetación, como un claro que es la salvación de muchos al momento de encontrarse perdidos en medio de los tupidos y engañosos árboles.

El cielo estaba totalmente gris y las gotas de lluvia arraigaban lo que parecía sería, una gran y fuerte tormenta.

Se estremeció y buscó su varita entre su pantalón.
Andaba vestido de traje debido a que se supone había estado trabajando.

Eso es. El espejo.

El mago trató de conjurar la aparición, pero su mente estaba tan nublada, que no lograba hacer que funcionara. Por alguna razón, no podía pensar con claridad en el ministerio o en su propio hogar; y no era tan estúpido como para arriesgarse a una dispartición.

Convocó entonces un hechizo de ubicación, para tener una idea de dónde se encontraba.

Se supone, estaba en Mercia, en algún lugar llamado Tamworth.

Draco se quedó en silencio por varios minutos enteros mientras observaba el mapa. Estaba en Inglaterra, sí, por lo que debería ser Midlands.

¿Tamworth? ¿Acaso se había transportado? Jamás había estado en ese lugar.

Un fuerte relámpago le hizo brincar y salir de sus cavilaciones. Sólo en ese momento fue consciente de que estaba temblando como consecuencia del frío.
Suspiró y decidió que buscaría un lugar con una chimenea y se largaría hacia Londres.

Evocó un hechizo de califacción sobre su cuerpo y uno impermeable.

Sin más, evocó un hechizo guía y se dispuso a seguir la pequeña luz que lo llevaría hacia el lugar habitado más cercano.
No contaba con que tendría que caminar por más de una hora, y que, cuando se vio fuera del bosque, el cielo ya estaba oscurecido y la tempestad estaba peor.

El viento era violento y de no ser por su hechizo, de seguro estaría muerto del frío a esas alturas.

El hechizo le guiaba por la tempestad, sólo podía ver pasto y más pasto hasta que frente a sus ojos, a la distancia, pudo ver una edificación.

Eran pocas las veces en las que un Malfoy se quedaba estático y con la boca completamente abierta debido a la impresión, la sorpresa y la propia perplejidad de la situación.

La suntuosidad de aquel castillo era tal que, Draco pensó en pellizcarse la mejilla para quizá, despertar de una buena vez.

Habían dos opciones, había tocado la cámara de la ilusión o la cámara del tiempo y donde así fuera, estaba metido en serios muy serios problemas.
Las misiones de los inefables eran peligrosas y tenían un entrenamiento especial que él claramente no conocía.

Lost in the time / Harco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora