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Si alguna vez se había quejado de los modales de los Weasley eran los peores del universo al comer como desesperados y casi que cualquier cosa que les pusieran en frente, estaba equivocado. 
Estaba frente al espectáculo más asqueroso y sin gracia que podría presenciar. 

En aquel comedor bárbaro se podía escuchar el crujir de huesos y de comida siendo masticada con la boca abierta. 
La sopa, de lejos Draco podía notar que estaba llena de...hígados, quizá, con incluso aún retazos de sangre lo que manifestaba su falta de cocción. 

Estaba sentado a un lado de Potter, el cual era la cabecilla de aquella gran mesa. Al principio, la mayoría de todos aquellos hombres se le habían quedado mirando con recelo, sin embargo, no comentaron nada ya que Potter se limitó a sentarse y a pedir sus alimentos. 

Unas cuantas mozas se habían dispuesto a servir las comidas. No eran muy agraciadas, o más bien, estaban muy desarregladas y se notaban que algunas estaban golpeadas y agotadas. 
En esos tiempos el papel de la mujer era despreciado, lleno de trabajos de los hogares y claramente, sometidas a los maltratos de los hombres. 

La comida había empezado y Draco había escuchado que aquel platillo se llamaba "Paté" o eso es lo que había entendido. Agradecía que el hechizo traductor se mantuviera o estaría perdido en ese momento. 

—No habéis comido ni un solo bocado. — Comentó Potter mientras bebía algo de su copa, algún tipo de alcohol. 

— No tengo apetito. — Mencionó Draco con cierto tono desdeñoso, mientras notaba que los huesos del pavo que tenían era tirado hacia los perros, en el propio suelo. 

—¿Hay algo que no sea de vuestro agrado en la mesa? — Preguntó extrañado Potter, apoyando su quijada cuadrada en su gran mano. 

—No tengo apetito, estoy cansado y realmente sólo quiero silencio y dormir. 

—Pero, Lord. ¿En qué momento nos va a presentar al que de la nada se volvió vuestro invitado? 

En ese momento el comedor quedó en completo silencio, y todas las miradas pasaban intermitentes entre Potter, el pelirrojo y Malfoy. 
Éste último se limitó a mirar con cierto recelo la copa que tenía, preguntándose si estaría bien lavada. 

—Sir Malfoy es un aristócrata de las tierras del Sur del Imperio Visigodo de Toulouse. Eso explica su acento y sus modales, es una persona de cuna y es por ello que os debéis de comportar a la altura. 

—¿Del Imperio Visigodo? ¿Cómo es que ha llegado aquí? 

—Fue asaltado y había sido transportado por Vikingos hace varias lunas, hasta que consiguió escapar, sin embargo, ha estado desorientado. 

Se oyeron varios murmullos por el comedor, sin embargo, nadie más cuestionó nada. Draco pudo notar que varios se habían relajado bastante y se habían enfrascado de nuevo en sus respectivos alimentos. 
Uno de los hombres tomó la comida que él no había comido y empezó a engullirla. Potter se había rascado la nuca con algo de cansancio al no conseguir que Draco comiera nada, sin embargo, no parecía tener intensiones de obligarlo. 

Cuando la dichosa cena terminó, Draco fue escoltado por el Potter medieval de nuevo hacia aquel cuarto que olía a moho, pero que por lo menos no olía a mierda como la zona del comedor. 
La salubridad en esos tiempos no era para nada buena, y entendía que lo muggles fuesen increíblemente retrógradas desde siempre, pero no podía creer que tanto para llegar a convivir con ese hedor. 

—Decidme qué os gustaría comer mañana, necesito que vuestros dones se mantengan fuertes. 

—¿Por qué todo huele tan mal, Potter? — Preguntó Malfoy mientras se sacaba sus zapatos, los cuales Harry observó con curiosidad. 

Lost in the time / Harco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora