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Draco Malfoy estaba convencido de que él y la criaturas - mágicas o no mágicas- jamás podrían llevarse bien.

Habían estado toda la mañana y parte de la tarde trabajando con los caballos.
A pesar de que había conseguido aprender a hacer caminar al caballo, a la hora de montar le desagradaba estar brincando tanto y si estaba concentrado en montar no podía utilizar las manos y Potter había incluido el manejo de la espada mientras galopaban.

—Debes relajarte y confiar en el animal.

Le había dicho el medieval, pero sencillamente era una tarea que Malfoy no lograba alcanzar. No tenía ningún vínculo con la criatura como para poder confiar en ella.

El sol ya estaba en su punto más alto y Draco se había tenido que aplicar un par de hechizos protectores ya que no quería quedar rostizado por el sol.

Potter había suspirado en cierto punto de la tarde y le mencionó que por ese día era suficiente, que irían a comer.

El escenario del comedor no fue diferente al de la noche anterior y Draco lamentaba tener que entrar en aquel castillo que olía tan desagradable.
La comida siempre eran montones de carne no muy bien cocinadas y Draco se preguntó si acaso no estarían llenas de parásitos. No quería ser paranoico, pero no conocía la época en la que estaba y temía por contagiarse de alguna obsoleta enfermedad.

— Te han traído queso, pan y vino. Sin embargo... La carne te mantiene fuerte, debes comer, Malfoy.

Potter se había inclinado un poco hacia él para decirle aquello. En efectivo, le habían traído su comida la cual aceptó de buena gana. Ya luego comería algunos huevos en la noche, pero definitivamente se negaba a comer de esa carne.

La noche llegó, luego de la cena - en la cual, Draco mismo logró cocinar su comida- se hallaba tirado en la alfombra, cerca al fuego que le hacía oler a madera quemada y no al espantoso moho.

— ¿Habeis dormido bien allí? —Preguntó el lord mientras rascaba su nuca. Draco volteó a verle.

— ¿Quién duerme bien en el suelo?

— Yo.

La sonrisa de disculpa de Potter ni evitó que Draco rodara los ojos hasta volver a darle la espalda.

Pudo sentir al azabache moverse tras de sí hasta sentarse en una butaca que estaba cerca al fuego, muy cerca del propio lugar en el que descansaba Draco.

— ¿Quieres dormir en la cama?

El rubio se giró para ver a Potter mientras estaba andaba desparramado en la butaca a penas con las calzas puestas. Draco a penas y atinó a tragar saliva por la impresión de ver el pecho desnudo del que, muchas décadas después, sería un auror.

— ¿No que eras un Lord y todo eso?

— Lo soy, pero me pesa dejar a alguien que claramente no está acostumbrado a nada de esto, en el suelo.

— Que bien, sin embargo, la habitación huele fatal y las cobijas también, prefiero estar cerca del fuego... — Draco se había girado de nuevo, más una idea cruzó su mente de manera fugaz— Potter... — Llamó, incorporándose un poco para notar que tenía toda la atención del que se decía llamar Lord. — Déjame utilizar mi varita para por lo menos limpiar este lugar.

La ceja del mayor se enarcó con incredibilidad, tensandose un poco bajo la atenta mirada de Malfoy.

— ¿Y quién me garantiza que no vas a traicionarme?

— Por Dios, Potter. Lo juro, a parte que me tendrás bajo tu estricta vigilancia.

Ambos hombres se miraron fijamente, sin embargo, Potter se levantó de manera desgarbado y caminó hacia la cama, sacándose las calzas para meterse bajo las cobijas.

Lost in the time / Harco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora