— Ahora tú —Bambi coge la manguera y empieza a mojar a Diego, que se quita la camiseta y se frota todo el cuerpo. Cuando veo que va a quitarse los pantalones, Bambi le apunta a la cara—. ¿Qué haces? ¡No te los quites!

— ¿Por qué no?

Entro en la cocina y no tardo en dejar las cestas con las naranjas mientras el olor de la comida inunda mis cosas nasales. Adoro la comida de Betty. A papá le costó aprender a cocinar más cosas. La que guisaba solía ser mamá y él tuvo que aprender a base de hacer mal las comidas. Muy saladas, quemadas o incomibles.

Saludo a monito pellizcando su mejilla y salgo de nuevo hacia fuera para ver a Jack en el porche mirando hacia la cabaña. Diego está sentado en las escaleras mientras se seca por orden de mi abuelo; no va a entrar en casa mojado.

— ¿Por qué han venido? —Pregunta— No es que me molesten, pero no entiendo el motivo de traerlas aquí un verano.

— Mi padre pensó que nos conoceríamos mejor aquí. No hay muchos sitios donde salir y no podemos ir cada uno por nuestro camino.

Jack no contesta y Bárbara sale de la cabaña negando con su cabeza. Su delgado cuerpo se dirige hacia nosotros y la observo. Tiene un pelo bonito y tenerlo corto le hace el cuello mucho más largo. Tiene labios carnosos y la mayoría del tiempo está sonriendo.

Se sienta al lado de Diego y mira hacia el sol con los ojos cerrados. Saco la cajetilla de cigarrillos de mi bolsillo y hago una mueca cuando veo que no me quedan. La arrugo en mis manos y levanto mi vista para ver a Bambi salir de la cabaña. Admito que me había hecho gracia la primera vez que escuché su nombre. ¿Quién demonios le pone a su hija Bambi?

Pero su madre acertó. Es sensual. Su pelo mojado está recogido en un moño y ahora lleva ropa suya. Ropa que se ajusta a sus curvas. No tiene la misma felicidad que su hermana, pero no hace falta que sonría porque sus ojos expresan bastante.

— ¡Ya está la comida! —La abuela se asoma al porche.

Los días son largos aquí, pero intentamos hacerlos los más amenos posibles. En estos últimos días hemos estado también haciendo cosas por la tarde pero hoy vamos a volver al pueblo. Diego ya se ha puesto en contacto con Kenzie y vamos a quedar donde siempre para tomar unas cervezas.

Así que, cuando ya está atardeciendo, vamos al sitio donde hemos quedado con Kenzie, que no está sola, trae a su hermano pequeño: Ronan.

Me siento al lado de Bambi en la roca y ella me mira. Le tiendo una de las cervezas que llevo en la mano y la acepta.

— ¿Te va gustando más esto? —Le pregunto.

— Bueno —se encoge de hombros—, es como un retiro. Ni siquiera miro la hora ya porque da igual, no tengo que ir a ningún sitio ni hacer nada.

— Esa es mi parte favorita de estar aquí. El estrés de la universidad va a acabar conmigo y esto... Es un respiro.

Estamos en un descampado, nuestro sitio. Ponemos troncos cerca de las rocas y nos sentamos, incluso a veces hemos llegado a hacer una hoguera.

— Mañana es Domingo, ¿hay que levantarse temprano?

Sonrío y la miro para después darle un trago a mí cerveza. Siempre hay que levantarse temprano en la granja, pocas veces podemos dormir hasta tarde.

— No, día de descanso —me encojo de hombros y ella sonríe aliviada— Ya tienes mejor la barbilla.

— Y el brazo —me lo enseña—. ¿Crees que tu padre y mi madre durarán?

Suspiro pesadamente porque no tengo ni idea. Mi padre no ha vuelto a salir con una mujer desde que mamá se fue y que ahora saliera con Becky y estuviese ilusionado es increíble. Me alegro de que por fin le haya llegado algo de amor y sinceramente, espero que ella sea la indicada.

[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AMAZON] Where stories live. Discover now