v. No cometen errores

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Llegamos a una plaza, con una gran escultura en forma de H en el centro. Boggs nos detiene, y yo avanzo a su lado.

—Esta localización es buena —le dice Crésida—. Aquí, en el patio.

Boggs asiente y me mira.

—Vale, vamos a despejarlo.

Bajamos las escaleras poco a poco. Este lugar es inmenso, rodeado de edificios altos que aún se mantienen en pie.

Bajamos por las escaleras, despacio, armas en alto. El símbolo del sinsajo está puesto en grafiti rojo en una de las columnas. Me respigo, y no sé por qué algo de todo esto me da mala espina.

El Holo empieza a pitar y Boggs levanta un dedo hacia arriba. Asiento.

—Hay una vaina —indica—. Separaos y cubríos.

Gale y yo nos arrodillamos en el suelo detrás de un pilar. Las hermanas Leeg se postran a mi lado.

—No os mováis —digo en voz alta.

Entonces, dos metralletas aparecen de las paredes y disparan sin ton ni son. Gale pasa su brazo por mis hombros y me abraza mientras cierro los ojos con fuerza y me tapo los oídos.

Boggs se levanta el primero cuando todo pasa y Gale me suelta despacio. Le agradezco en un susurro que me haya sujetado, pero me digo a mí misma que no hacía falta, que debo ser más fuerte. Me late el corazón descontrolado y me pitan los oídos.

El comandante nos separa al centro y a los flancos. Peeta repite su nombre una y otra vez. Le miro abstraída por cómo empieza a casi darse golpes con la cabeza contra la pared, y entonces me digo que no me puedo quedar atrás. Nos sacude un disparo, y salgo de mi trance de inmediato, con el corazón en un puño.

Boggs cae al suelo y yo corro hacia él.

—¡Walsh! —Oigo a la teniente llamarme, pero no me detengo. —¡Mantened vuestra posición!

Me arrodillo en el suelo. Su pierna. Dios. Su pierna.

—Tranquilo —me sale la voz de no sé dónde.

Él coge aire de manera errática.

—El Holo —me dice y repite otra vez porque no me muevo—. El Holo.

Me giro y lo veo en el suelo. Lo agarro. Me tiemblan las manos. Se lo doy y entonces entiendo qué va a hacer. No. No.

—Vas a estar bien —le digo, poniendo la mano en el aparato—. No pasa nada.

No puedo ver bien quién le está vendando lo que le queda la pierna a mi lado. Se desangra. Va a morir.

—Escucha —casi no le entiendo entre el ruido y su dolor—. Los Walsh no... no cometen errores...

Empiezo a llorar.

Parece que nada puede ir peor, pero entonces me hace decir mi nombre en alto y me transfiere el Holo. Le miro a los ojos, niego con la cabeza... y se va.

Gale me dice algo, ha llegado a mi lado en el suelo. Me pone una mano en el hombro. No le oigo.

Por un momento me quedo quieta, con el Holo en la mano. Oigo a alguien llorar, y una de las gemelas pasa por mi lado y de repente se detiene en seco. Miro, despacio, aun llorando.

Ha pisado una trampa.

Se cierran las puertas que hemos usado para entrar y todas las demás: quedamos atrapados por los edificios. Se me estruja un poco más el corazón.

Una marea negra cae del cielo.

—¡Corre!

Es el grito de Gale en mi oreja. Me levanta con fuerza, tirando de mi mano libre. Y no me suelta.

Corremos y corremos hacia un edificio. Oigo un grito. Giro la cabeza.

Peeta está sobre Katniss en el suelo. Gale tira de mi mano otra vez.

—¡Thyra! ¡Sigue!

Por un momento me pregunto si ha visto lo que yo, pero tira tan fuerte de mi brazo que me hace subir un escalón a la fuerza y me vuelvo para mirarlo. Sí, lo ha visto, se lo veo en la cara. Y sigue tirando de mí hacia el edificio.

Otro grito. El hombre que salva a Katniss cae en la marea. Cuerdas atrapan su cuerpo, lo sacan de la obsidiana y lo acuchillan vivo. Grito. Finnick sujeta a Peeta.

—¡Moveos! —vuelve a gritar Gale.

La sustancia no se detiene. Uno de mis compañeros rompe el cristal y subimos dentro. Gale me suelta y empezamos a subir por las escaleras.

Un escalón, y otro, y otro, y otro. Hasta que ya no hay más.

Las escaleras siguientes son de piedra y están derruidas. Gale me sujeta, me mira la cara. Me la coge entre las manos. Mira un lado, el otro. Pero a mí no me ha pasado nada.

Sedan a Peeta y lo dejan en el suelo.

—Está parando —dice Crésida. La marea se detiene justo antes de llegar a nuestros pies y se empieza a secar como si fuera barro. — Los vigilantes han montado un show de fiesta.

Miro al suelo ahora que Gale me ha soltado por completo. Veo la cara de Boggs antes de morir. Aprieto el Holo en mis manos. Esa imagen me va a acompañar para siempre. "Los Walsh no cometen errores".

—Walsh, ¿qué tienes ahí? Pásame el Holo.

Miro a la teniente Jackson, y es aquí donde empiezan mis problemas.

A STORM LIKE HER ━ Gale HawthorneOnde histórias criam vida. Descubra agora