-¿Quién te crees para ignorarnos? -amenazó uno acercándose.

Mi corazón empezó a latir más rápido, analizé la situación, me están rodeando, no hay cámaras cerca, ni gente alrededor, si tengo suerte puedo salvarme sin usar la navaja, uno intentó atacarme, lo esquivé agachándome y saliendo del círculo, jaja, que idiota, quise salir corriendo, pero él reaccionó a tiempo y me atrapó, creo que no podremos hacer esto sin recurrir a la violencia, dejé caer la navaja tomándola del mango, la clavé en su abdomen y empujé, el grito de dolor que dio, no pudo ser más placentero para mi, la sangre caliente en mi mano, despertó un deseo de matar que estoy segura hace mucho deseaba experimentar, pateé su entrepierna y volvió a gritar, uno menos, faltan dos, el más alto estaba detrás de mi, me intentó atrapar por la espalda, pero me agaché y accionando la otra hoja de la navaja codeé hacia atrás y luego la clavé, no sé dónde pero le dí, pero escuché su grito, intentó volver a agarrarme, muy lento, lo esquivé dejando que chocara contra la muralla, al estar agachado por el dolor, tomé su cabeza y la golpeé mas fuerte dejándolo inconsiente, miré a tercero, este al ver lo de sus compañeros, quiso venganza, intentó golpearme a la cara, me defendí con el brazo atajándolo, alguien lo golpeo en el cuello por detrás, genial, al parecer ahora tenía un caballero que me salvase, gruñí amenazadoramente, aún así no debía confiarme, no se le veía el rostro por estar a contraluz, asustados los chicos se fueron corriendo con dificultad llevándo cargado al inconsiente

-una salvaje asesina en potencia -por la voz supe que era alguien que justo en este mismo momento no era de mi agrado -deberías tener cuidado por donde andas -se acercó a mi, levanté la navaja en señal de amenaza, no quiero a nadie cerca, no tengo control, quiero sangre y su tono burlón no daba lugar a que yo me relajara es más, me irritaba más

-aléjate -ordené, pero lejos de hacerme caso, se acercó lentamente, si me toca lo mato, un shistido suave salió de él, levantó las manos

-ya todo está bien, estás fuera de peligro, dame la navaja... -hablaba suavemente -respira... -tomó mi mano que tenía la navaja, en ningún momento abandoné posición de ataque -respira... -repitió en cuanto me sacó el arma, no... devuélvemela... quería llorar, al parecer la adrenalina dejó de circular en mi, con rapidez me abrazó -tranquila... -acarició mi cabeza y empecé a llorar, caí en cuenta lo que me pudo haber pasado si es que no me hubiese podido defender, tenía miedo, mucho miedo -vamos, te llevaré a tu casa -sin soltarme empezamos a caminar, Imayoshi, emanaba calor, uno cómodo, como cuando en invierno te arropas con tus colchas y te sientes segura.

Me dejó en la esquina de mi casa, no quise que me llevara más allá, me sentía vulnerable, odiaba verme así, bueno, a casi nadie le gusta sentirse así, en cuanto me separé de él, salí corriendo, al llegar corrí arriba después de gritar que ya estaba en casa, me encerré y volví a llorar ¿Qué hubiese sido de mi si no tuviera el chip de peligro instalado? ¿Cuantas más habrán pasado por esta situación y acabado mal? ¿Y si...? No, ya pasó,

En la mañana, me levanté y bañé, había olvidado hasta comer por llorar, mi madre estuvo un rato esperando a que le contestara y yo solo le decía que estaba bien y que tenía que estudiar, me cambié y bajé a desayunar, mis ojos estaban hinchados y tenía ojeras, pasé de largo las preguntas de mi abuela diciendo que leí toda la noche y por eso no dormí bien. El timbre sonó, sabía quienes eran, por lo que terminé de cepillarme y tomé mi mochila, bajé con parsimonia, no quería saber nada, abrí, me equivoqué, Imayoshi estaba ahí, suspiré y cerré la puerta, en cierto modo, aunque hubiese podido sola, estaba en deuda con él, el camino al colegio fue callado, no me preguntó como estaba y lo agradecí, me dejó en mi salón y por fin, pude dormir un rato.

Al parecer Imayoshi le había contado lo sucedido a Satsuki, porque esta no dejó de hacerme preguntas o rodearme de atenciones, me estaba empezando a abrumar, agradecía que Daiki no dijera nada, es más, él solo me acarició la cabeza y luego me dejó en paz.

Por la tarde, ya saliendo del colegio, Satsuki me arrastró a con ella, siendo ayudada por Sakurai quien estuvo disculpándose todo el tiempo por obligarme

-Momoi... no quiero estar aquí... -rogué aburrida mientras ella me pasaba unas pelotas, estabamos en el armario y ella juntaba las cosas para antes de que los chicos llegaran, Imayoshi y Sakurai estaban con nosotras, el primero por ser el capitan y tener que dar ejemplo y, el segundo porque no tenía nada más que hacer y quería ayudar

-te quedaras Shiawase -ordenó seria -no permitiré que algo como lo de anoche te vuelva a pasar -decretó como si fuera que mi seguridad esté bajo su control

-¿Puedo ir con Daiki? -pregunté suplicante, ella negó y luego nos echó del lugar dispuesta a volver a cerrar, suspiré, sería una laaarga tarde

-¿Por qué a pesar de que dices odiar a Aomine vas siempre con él? -preguntó Imayoshi mientras dejába otra tanda de pelotas al lado de las que yo habia llevado

-por la misma razón que tú me sigues aún cuando haz dicho que no me soportas -respondí fría y lo dejé ahí yendo con Satsuki, esta me pidió que ayudara a los chicos, que ya estaban empezando a llegar, a limpiar el piso.

-Daiki, hora de irnos -le pateé, otra vez se había quedado dormido en la azotea

-marimacho -susurró mirándome, rodé los ojos, solo una vez por semana llevaba el uniforme masculino a la escuela, los demás días, iba vestida como un varón o con el buzo de deporte.

Se levantó y me siguió, mañana sería el partido contra Seirin y él apenas había movido un dedo para hacer a Toô llegar a la fase de grupos, me molestaba el ego y la fuerza con que cargaba Daiki.

De ida a casa, Satsuki y él estaban discutiendo acerca de las prácticas y partidos, me estaban hartando, cuando pasábamos cerca de la esquina en la que se debía girar para ir al Maji Burger, recibí un mensaje de Tetsu diciendo que nos veamos en dicho lugar. Ya no queriendo aguantar las discusiones de estos dos, me separé de ellos y fui para allá, tal y como había pensado, ni cuenta se dieron.

-Hola, Tetsu -saludé al llegar, aún a pesar de no querer saber nada de los milagros, estaba atada a ellos y mi destino era encontrármelos a cada paso que daba, aunque eso fuese para huir de ellos

-Hanarenji-san -hizo una leve reverencia como saludo y luego ingresamos al local

-¿Qué querías decirme? -pregunté una vez sentados con nuestras órdenes en mano

-sé lo mucho que sufrió con mis ex-compañeros -empezó -yo también he sufrido al igual que Momoi-san -dijo, me limité a asentir -los 3 principalmente por uno -Daiki -yo lo consideraba un ejemplo a seguir -lo escuhaba atentamente recordando como Daiki y él jugaban tan bien juntos -, pero, eso ya no es así -asentí, mi amigo había tratado tan mal a Tetsuya en los últimos meses juntos, estoy segura que si no lo odiaba, al menos ya no lo admiraba -por eso he decidido que le ganaré

-lo intentarás, Tetsu -no me sorprendió su anuncio, me lo veía venir, después de todo, aunque él no haya estado presente, ya era parte del pacto que había hecho los milagros

-Lo haré -afirmó -derrotaré a la generación de milagros, tengo una nueva luz, y le he prometido que haré de él, el jugador numero 1 de Japón, y que juntos le demostraremos a ellos que no son invensibles

-oye, no sé que tan fuerte sea tu nueva luz, pero, vamos, estamos hablando de Daiki, de mi Daiki, aquél que hasta ahora no... ha perdido ni una vez -el tener que admitir eso me dolió

-quiero volver a ver la sonrisa de Aomine-kun cuando juega -anhelo y tristeza, era lo que cargaba Tetsuya en su voz a pesar de esta tan inexpresivo como siempre -venceré a Aomine-kun, lo prometo -levantó un puño al pecho

-si tú lo dices -asentí -no puedo detenerte.

Terminamos de comer y nos despedimos a la salida, esperaba que Tetsu cumpliera con su cometido, aunque eso sea practicamente imposible.

¿Por qué dejarías lo que amas? (Imayoshi Shoichi x Oc)Where stories live. Discover now