Parientes lejanos

349 53 19
                                    

Se acercó a la chica que sonreía mientras platicaba con Rosita. Se le veía contenta. Se acercó a ella y ella volteó a verlo con una gran sonrisa.

-¡Luka! ¡Muchas gracias por todo esto! - le dijo acercándose al muchacho de 16 años. -Esta vez realmente no me lo esperaba.

Soltó una risita que a Luka le calentó el corazón.

-Hey, eres una chica extraordinaria, te mereces esto y más.

Ella se sonrojó hasta las orejas. Pero le sonrió y le dió un abrazo. El corazón de Luka de aceleró pero le devolvió el abrazo. Sonrieron y se separaron, Tom y Sabine Dupain los veían sonriendo. A Tom le agradaba más ese chico que Chat Noir, estaría feliz que su hija saliera con él, después de todo, había organizado esta fiesta para hacerla feliz. Incluso ocupando su salario, Tom había insistido en ayudar pero el chico dijo: Señor Dupain, esto es algo que quiero hacer, pero agradezco mucho su ayuda.

El chico realmente era un buen chico.

La fiesta estaba animada, todos estaban festejando, disfrutando de los bocadillos de los Dupain. La música que ponía Nino estaba bastante bien. Cada que llegaba un invitado, Luka les ofrecía un pequeño pizarrón donde debían poner las cosas que les gustaba de Marinette. La abuela Dupain le dió un abrazo agradeciendo lo que hacía por su nieta, el abuelo dijo que así no se hacían las cosas pero aún así sonrió y palmeó el hombro del chico. Suponía que eso era una buena señal.

Marinette le sonrió. Él se sonrojó un poco pero le devolvió la sonrisa y regresó a sus tareas como organizador de la fiesta.

-¡Amiga! ¿Segura que no sientes algo por Luka?- le preguntó Alya a Marinette mientras Luka iba a la parte de atrás del establecimiento, la pregunta hizo subir los colores a la pelinegra.

-¡Alya! ¿Qué cosas dices? Luka es sólo mi amigo...- Alya la miró reprobatoriamente.- Bien, tal vez no sea solo un amigo, pero es mi mejor amigo ahora y estamos bien.

-Pero pensaba que yo era tu mejor amigo...- se escuchó la voz del chico por el que Marinette perdía el sueño. Ella se quedó de piedra, pero suspiró para voltear a ver a su rubio amigo de la mano con su japonesa amiga, suspiró un poco pero les sonrió.

Luka veía la escena un poco preocupado. Pero toda preocupación se fue cuando Marinette río por algo que dijo Adrien, así que se relajó y decidió seguir sirviendo las bebidas y dejar que las cosas se arreglaran como debía.

-¡Oh, Adrien, Agami! No sabía que vendrían.- la chica de coletas se preguntó porque los había invitado el chico de mechas, pero sabía que ambos eran grandes amigos de la azabache, así que sonrió. No iba a arruinarse la maravillosa fiesta que el mayor había organizado con esmero para ella. Era lo menos que podía hacer por él y por ella misma.- Eres un buen amigo, Adrien. Soy tu mejor amiga y me alegra que ambos estén aquí. De veras.

Agami sonrió y se acercó a darle un abrazo. Ella se sorprendió, la japonesa normalmente no era muy afectiva por su cultura pero no iba a negar que se sentía bien ser querida por esa chica que se mostraba fría pero en realidad era increíblemente linda.

-Feliz cumpleaños, Marinette.- le dijo sonriente. Había mejorado mucho su sonrisa de esa vez en Ikari Gozen. Marinette se sentía feliz por ella.

-Gracias, Kagami. En serio, a los dos, por venir.- dijo sonrojada mientras los miraba de nuevo entrelazar sus brazos, Adrien parecía feliz de tener a la Japonesa a su lado. Y Kagami también. Cosa que calentó el corazón de la pelinegra, pero a la vez le entristecia. Aún quería a Adrien pero no iba a dejar que esos sentimientos arruinaran la fiesta que había organizado Luka.

Un poco más tarde todos empezaron a bailar en la pista, Marinette casi no veía a Luka. Él estaba ocupado atendiendo todo, cada cosa que faltaba él tenía que apoyar, ser organizador de fiesta era agotador pero al ver la sonrisa de la azabache... Todo eso valía la pena. Ya casi era hora de la vídeo llamada con sus abuelos. Ya casi era hora de que Marinette conociera a sus familiares de parte de su mamá. Ya casi eran las cinco de la mañana en China, por lo cual a las 10 de la noche en Francia podrían empezar la vídeo llamada. Fue un completo reto convencer a los abuelos de Marinette pero con ayuda de la señora Sabine pudo hacerlo. Por suerte los señores Cheng se levantaban temprano, tenían un negocio de comida en la prefectura de Beihai.

La Melodía en mi cabezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora