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𝒀𝒐 𝒙 𝑻𝒊, 𝑻𝒖 𝒙 𝑴𝑰-𝑹𝑶𝑺𝑨𝑳𝑰́𝑨 𝒇𝒕. 𝑶𝒛𝒖𝒏𝒂
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Renata se encontraba sentada en el elegante sofá de la sala de la casa de Lucrecia y Valerio, con un libro de química en las manos. Trataba de ignorar la intensa mirada de Valerio, quien no parecía tener ningún interés en la materia, sino más bien en ella.
Lucrecia irrumpió en la sala con una expresión mezcla de incredulidad y burla al ver a los dos juntos.
—Esto debe ser una broma -dijo con su tono característico de superioridad, cruzándose de brazos - ¿Renata es tu tutora? Ay, cari, ¿sabes que estás perdiendo tu tiempo con él?
Valerio, sin perder su compostura, sonrió con suficiencia.
—Me costó conservarla -comentó mirándola, pero sus palabras iban dirigidas a Renata-. Y mucho.
Renata sintió cómo sus mejillas se calentaban al recordar exactamente cómo Valerio la había "convencido" en el baño del colegio.
—Pero ya sabes cómo soy continuó Valerio, mirando a Lu con una sonrisa traviesa-, no paro hasta conseguir lo que quiero.
—No me digas -respondió Lucrecia con sarcasmo, mirando a Renata de reojo-. Good luck. Le tocó el hombro a su amiga antes de salir con la cabeza en alto.
El ambiente quedó en silencio por un momento, y Renata, incómoda, retomó su libro.
—Así que, para esto me has solicitado -comentó, refiriéndose a las tutorías-, para darle en las narices a Lu.
—Esa es una de las razones admitió Valerio con una sonrisa pícara-. Entre otras cosas. ¿Por qué? ¿Te molesta?
Renata lo miró de reojo, tratando de mantener la compostura.
—Veo que le quieres dar una lección a Lu. No entiendo por qué, pero a veces me parece divertido verla molesta. -Ella sonrió, intentando restarle importancia.
Valerio se rió, acercándose más a la mesa donde ella estaba.
—¿Y tú? -preguntó con curiosidad-. ¿Cómo te diviertes?
—De una manera normal, común bromeó, evitando su mirada y fingiendo leer el libro.
—¿Y el sexo? ¿Y los chicos? susurró Valerio, sus labios casi rozando los de Renata.
Ella respiró profundamente, atrapada en la intensidad de su mirada. Antes de que pudiera responder, sus labios se encontraron en un beso rápido pero lleno de electricidad. Valerio la tomó por la cintura y la atrajo hacia él mientras ella se aferraba a su nuca, enredando sus dedos en sus rizos.
En cuestión de segundos, habían caído sobre el sofá, con Valerio sobre Renata, quien sentía un cosquilleo en el vientre cuando su mano acarició su muslo, subiendo peligrosamente por debajo de su falda.
—¡QUE NECESITO DIVERTIRME, JODER! -El grito de Guzmán desde otra habitación los hizo separarse de golpe.
—¡PUES DIVIÉRTETE TODO LO QUE QUIERAS, CABRÓN! ¡EMBORRÁCHATE, DROGATE! respondió Lucrecia con furia desde la biblioteca.
—Creo que se acabó la clase susurró Valerio con una sonrisa burlona antes de dejar un beso fugaz en los labios de Renata y levantarse del sofá.
Renata suspiró profundamente, tratando de recuperar la compostura.
—No puedo creer que no puedan dejar de pelear por cinco minutos dijo, arreglando su uniforme.
Ambos caminaron hacia la biblioteca, donde Lucrecia salió enfurecida justo cuando ellos llegaban.
—Hey, hey, hey, ¿qué pasó? preguntó Valerio, siguiéndola con la mirada.
Renata, preocupada, decidió ir tras Lucrecia.
—¡Lu, para! -La llamó, alcanzándola en el pasillo.
Lucrecia se detuvo y la miró con los ojos brillantes, al borde de las lágrimas.
—¿Qué chingados tengo que hacer para que Guzmán entienda? preguntó con desesperación.
—Es algo duro para él, solo le tomará... -Renata trató de responder, pero Lucrecia la interrumpió bruscamente.
—¿Tiempo? Ay, querida, ¿no lo ves, verdad? -La mexicana rió sin humor, sacudiendo la cabeza-. Claro que no, estás demasiado ocupada revolcándote con Valerio como para darte cuenta.
Renata sintió un nudo en el estómago ante las palabras de su amiga.
—¿Qué carajos te sucede, Lucrecia?
—¿Qué me sucede? -repitió Lucrecia, fingiendo una sonrisa mientras tomaba una copa de vino -. A Valerio la única química que le interesa es la que le entra por la nariz. ¿Sabes qué está haciendo Guzmán allá?
Renata permaneció en silencio, sintiendo el peso de las palabras de Lucrecia.
—Eso es lo que hace Valerio, cada vez que aparece, arruina las cosas. -Lucrecia dio un sorbo al vino antes de mirarla directamente-. Te lo digo porque te quiero, Renata. Aléjate de Valerio antes de que arruine tu vida también.
