OCHO

114 19 63
                                    

Cuando despierto, aún no ha amanecido del todo y el cielo continúa oscuro, Sensa ya no está en su saco de dormir y Misuk es quien hace guardia. Ogue ronca estrepitosamente y Yaroc continúa durmiendo. Parece mucho más joven de lo que es, el cabello rubio le cae sobre los ojos y a veces le tapa la nariz, lo que le obliga a moverse en sueños. Dirijo mi mirada hacia la androide, que escudriña el bosque.

—Buenos días —saluda ella.

—Buenos días.

Retiro mis brazos del saco de dormir, pero enseguida me arrepiento, hace demasiado frío.

—¿Y Sensa? —pregunto señalando el saco vacío.

—Ha ido a estirar las piernas.

—Ah... —por fin saco los brazos completamente y me estiro— Oye, ¿cómo sabías que le caía bien a Hyo? —Misuk se vuelve hacia mí—. Cuando nos conocimos dijiste que era curiosa y que por ello le caía bien —prosigo—, imagino que te referías a Hyo, ¿no?

Asiente sonriendo.

—A veces salíamos a buscaros. Sensa os vio en casa de ese matrimonio.

Sonrío y recuerdo la acogedora casita de Myd, me encojo al pensar en el enigmático matrimonio que la cuidaba: unos sanadores que no hablaban y que reprogramaban drones. Miro hacia las ramas de los árboles esperando que aparezca Myd con sus moñitos pelirrojos, pero abandono la idea. Ellos ya están a salvo, debo centrarme en lo que realmente importa.

—¿Quién es LV? ¿Vuestro líder? ¿Un jefe o algo? ¿Es el que dirige... el cotarro? —las preguntas salen atropelladas de mi boca y suelto una risita al utilizar una palabra de mamá.

—Cuando debas saberlo, lo sabrás. Puedes confiar en él.

Otra vez con ese rollo enigmático. Pongo los ojos en blanco.

—Al menos dime si es humano...

—¿Si no lo fuera te resultaría algún problema? —yo no contesto— Sí, es humano.

—¿Pertenece a las ciudades o es del Exterior?

—¿Acaso eso importa? —replica Misuk—. Es de una ciudad.

—¿Lo conozco? —sé que es una idea muy infantil, pero debo saberlo— ¿Crees que podría conocerle?

Sonrío al imaginar a uno de mis profesores o vecinos haciendo de líder de un grupo clandestino. Misuk suelta una carcajada.

—No creo que le conozcas —pero su tono no refleja la risa.

—¿No es de mi ciudad?

Empiezo a hartarme de tantos secretos.

—Conocerás a LV cuando tengas que conocerlo, si él lo decide así.

—¿Hyo sabe quién es? —dirijo mi mirada al androide, que descansa sentado en una de las ramas.

—Hyo sabe lo mismo que tú.

Siento que ardo por dentro, odio este secretismo; estoy harta de él. Salgo del saco de dormir y, poniéndome el abrigo, me planto frente a Misuk.

—¿Y por qué no? Es tu hermano y, al fin y al cabo tiene el mismo objetivo que vosotros. Yo estoy aquí por casualidad —hablo más fuerte de lo que debería— ¿Es que no confías en él? ¡Su pasado ya no forma parte de él!

Me doy cuenta de que ya no quiero estar más tiempo aquí, ya no quiero que me oculten más cosas. Agarro mi mochila y me bajo del árbol, sin hacer caso de las advertencias de Misuk. Una parte racional de mí hace que me repita una y otra vez que no voy a marcharme, que solo voy a pasear un poco, para aclararme las ideas. Acelero el paso y, sin darme cuenta me topo con el refugio abandonado que encontramos ayer. El poco hambre que tenía desaparece al ver que la puerta está abierta. Nosotros la habíamos dejado cerrada. Me acerco con pasos temblorosos, empuñando una daga sin mucha seguridad. Oteo el interior del edificio, el hedor parece salir de las paredes y el suelo. El suelo, donde debería estar el cadáver de alguien que murió aquí no hace mucho. Pero el suelo está vacío, a excepción de una mancha de sangre oscura. Una mancha cubierta con flores de papel.

Errores | Completa | HO 2Onde histórias criam vida. Descubra agora