❝ CAPÍTULO 03 ❞

Start from the beginning
                                    

Finas perlas de sudor se aglomeraron y adornaban la frente de la chica. Las largas hebras se pegaban a su rostro y cuerpo mientras el resto se encontraba esparcido en las sábanas.

Cuándo descargas de dolor provenían de su entrepierna y recorría hasta su vientre, los muculos del rostro de Hinata se contraigan en una mueca de aflicción.

El príncipe reposó un par de minutos antes de ingresar de una vez por todas en la apretada cabida femenina. Pudo sentir como algo se rompía para abrirle pasó, el cuerpo de la recién casada se contrajo ante la lastimante sensación y esa noche las blancas sábanas de la habitación se pintaron de un rojo virginal.

...

Al día siguiente el cuerpo de la nueva consorte, dolía. Estaba adolorido por la acción empleada en su noche de bodas y de solo recordar aquello, se avergonzaba.

El acto fue ciertamente muy cariñoso y el príncipe tuvo ciertos cuidados con ella, pero aún así no quitó que dejara de ser lo suficiente doloroso para atreverse y volver a hacerlo. ¡Dolía demasiado al punto de haber sangrado!

Fue bastante vergonzoso el que los sirvientes se llevarán un pañuelo rojo con su sangre, pero era algo que se tenía que enviar a la emperatriz para corroborar su castidad y de que cumplió una de las obligaciones y virtudes de esposa.

Al despertar sus nuevos sirvientes le ayudaron a arreglarse para visitar a la madre de la nación Yeng.

Se encontraba bastante nerviosa y la mente de la mujer comenzó a crear varios escenarios catastróficos en su reunión con la emperatriz. Tenía miedo de arruinar todo, como siempre lo había hecho y ganarse una decapitación. Y para controlar sus nervios, comenzó una cuenta numérica de manera mental. Antes, Ten-Ten era la que le ayudaba a obtener un poco de su confianza interna, sin embargo, con su matrimonio no pudo llevarla consigo ya que el contrato de vida de la mucama estaba en manos de su padre y el no quiso dar ningún sirviente para su dote.

Estaba sola en el palacio.

Los lacayos del palacio la guiaron a su destino y ahí fue donde se arrodilló y bajó su cabeza para saludar a la madre de su esposo. — Miles y cientos de bendiciones al sol y madre de la imperio, a la sagrada emperatriz Mikoto. —Por primera vez en mucho tiempo, Hinata logró pronunciar una oración sin equivocarse en frente de alguien de mayor rango y eso fue porque su mirada se encontraba centrada en la fina alfombra escarlata en la que yacían sus rodillas.

Sabía que no debía equivocarse al hablar frente a su señoría, pues las creces por ofernder y cometer un grave error frente a la familia real, podían costarle desde su vida hasta la de nueve generaciones de su familia.

Su rostro se encontraba bastante tranquilo, pero su mirada la traicionaba al mostrar su temor. Esos ojos luna eran tan sinceros y puros. Eran como un reflejo de él alma de su propietario.

— Levántate y acércate. —Ordenó su majestad. Ante su orden, la consorte dio un pequeño brinco de temblor y observó de manera minuciosa cada movimiento y reacción.

La mirada otorgada era tan pesada, que la Hyuga incluyo dejó de respirar de manera inconsciente.

El silencio en la sala reinó un momento. Hinata no tenía entendido si podía hacer contacto visual con la emperatriz, por lo que primero se centró las desconocidas acompañantes de la reina de Yeng.

A su derecha se encontraba una mujer de cabellos rubios. El peinado de dicha hembra era como el ver una flor de loto adornada de miles de perlas de la más alta calidad. Los nudos de su cabello eran como pequeños brotes de flores y los mechones libres que entornaban su rostro, hacía parecer como si miel se derramara de su cabeza. Fue como ver un hada del verano que fue bendecida por los rayos del sol.

Sobreviviendo en el harén || SasuHina Where stories live. Discover now