Cap 40: En casa

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Ricardo.

Despierto empapado en sudor, sorprendentemente me hallo apretando el edredón que reviste el colchón y con cierto desconcierto lo libero. La pequeña habitación permanece en un silencio que anega mi cerebro.

«Verónica» ─me reclamo angustiado.

Salto de la cama y enciendo las luces, fuera corre una ola de frío que revolotea las plantas y persianas.

─Y viviremos felices por si... ─sisea alguien tras la puerta.

─ ¡Epa! ─escucho ruiditos energéticos ─. Fiorella, anda con cuidado no vaya ser que termines partiéndote la cara.

─ ¿Y bien? ─las encuentro a pocos metros de la entrada, Verónica sosteniendo a Fiorella que supongo está ebria.

─ ¡Deus! ─escupe mi chica tirando a la joven sobre uno de los sofás mientras se adentran a la cabaña ─. Qué pesada es, se ha tomado media botella de vino ella sola. No siento las piernas.

─Mierda ─digo.

Aprovecho que ambas han entrado para cerrar la puerta.

─ ¿Has manejado con tragos encima?

─De dos cervezas no pasé ─explica.

Miro a la chica ebria, Verónica masajea sus sienes.

─ ¿Por qué la trajiste con nosotros?

─Me dice que a su padre le molesta verla así. ¡Y a quién no!¡Parece desechable!

─Llamaré a Mercedez, no podemos ocultarla toda la noche.

─Está bien.

En ese preciso instante alguien toca la puerta y para mi sorpresa es Mercedez, apenada saca a su hija de la habitación y luego nos brinda una sonrisa de agradecimiento por no tocar a la casa. Desde luego encubre las chorradas de su hija para que su marido no lo note.

Estando solos decidimos recobrar el sueño.

A la mañana siguiente Verónica va con las mujeres de la casa al pueblo, compran y visitan algunas tiendas.
Con el paso de los días reducimos nuestras actividades a pasear, comer, compartir con los inquilinos, hacer el amor, salir por algunas cervezas, sexo, viajar a pueblos cercanos y terminamos siempre en sexo. Mucho sexo como lo habíamos prometido.

Despues de una parada en Florencia y otra en Múnich, donde visitamos a algunos de mis familiares, le comunico a Oliver que estaré de vuelta a nuestro país por razones laborales.

─ ¿Disfrutaste viajar? ─inquiero.

─Sí. ─se acomoda en el asiento del auto, Chris ha pasado por nosostros al aeropuerto y gracias a su ofrecimiento vamos de camino al apartamento.

─Prometo compensarte. Odio tener que interrumpir nuestro viaje por trabajo ─la aprieto contra mí ─. Vendrán días mejores.

─Hu huh ─la escucho momento antes de quedar rendida de sueño.

Al llegar a casa Chris se prepara para ayudarme con el equipaje.

─Ricardo te debo las gracias ─comenta él.

Un cúmulo de preguntas se atascan en mi garganta pero Chris prosigue...

─Si no fuera por ti de seguro mi hermana habría seguido con Rodrigo. No la merecía.

El pecho se me hincha de orgullo pero apenas trago grueso y musito un monosílabo:

─Claro.

─Hey, la familia está agradecida y por supuesto orgullosa de que aún con todo y sus errores sigas a su lado.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora