Cap 5: Una vieja aventura

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En un brusco movimiento quedo sobre él, le chupo el cuello varias veces hasta dejarlo marcado "Renata sabrá que fue mío" sonrío ante mis diabólicos pensamientos, acto seguido lo empiezo torturar con leves estocadas, muevo mis caderas contra las suyas hasta que gruñe de placer.

─Ricardo, cariño, ¿dónde estás? ─una voz inunda la silenciosa estancia del segundo piso.

De inmediato ambos nos miramos espantados ─ ¿Es tu ex? Porque si es ella te juro que la saco de los pelos.

─Claro que no, nena ─sonríe divertido mientras me pasa su suéter para que me vista.

─Riqui ─la puerta del cuarto se abre y para mí vergüenza me encuentro con la cara de la señora Margot hecha un tomate ─, Ay, qué pena hijos, los espero abajo.

Me tapo la cara cuando se va, me ha visto en bragas.

─Tranquila ─lo escucho reírse, por lo menos tiene mejor humor ─. Vamos, bajemos.

─ ¿Así? ─sólo tengo puesto su suéter pero parece gustarle.

─Sí, estas en casa ─se encoge de hombros, me agarra de la mano y me jala hasta las escaleras ─. ¿Desde cuándo te pones colorada? Pensé que no sufrías de pena.

─Me acaban de ver en ropa interior, ¿se supone que debo sentirme orgullosa?

─Sí, tienes un cuerpo fenomenal ─me susurra. Antes de llegar al sofá donde está sentada Margot le robo un beso.

─Ehm... Margot, ¿cómo estás?

─Muy bien, aunque no mejor que ustedes ─ahí vamos.

─Mamá, no me avisaste que venías, ¿y eso? ─se sienta a mi lado, su colonia sigue gustándome.

─Lo siento, cariño, estaba en casa de una amiga que vive cerca y me entraron las ganas de verte.

─ ¿Entraste con las llaves que te di?

─Sí, casi siempre las llevo en el bolso.

─Mmm... ¿quieres comer algo?

─Ay sí, compramos hamburguesa y papitas fritas, ¿le apetece? ─Le ofrezco.

─Gracias, querida, quedé en cenar con Renata... ─se queda muda alternando su mirada entre su hijo y yo ─. Ups, no fue mi intención.

─No te preocupes, Margot, estas en tu derecho de cenar con quien gustes.

─A la próxima te acepto la invitación, hija ─me guiña un ojo ─. Bueno mis amores, me voy, me alegró saber que están bien.

Ricardo se ofrece en acompañarla hasta la puerta, yo me quedo sentada esperando que él despida a su madre que no duda ni un segundo en darle algunos consejos.

─Ricardo, amaría ser abuela pero, cariño, sé responsable.

─Mamá, somos dos adultos.

─Lo sé, igual tengan cuidado. Y procura echarte base maquilladora en el cuello, esos chupones se notan a leguas ─Ay no, muero, se dio cuenta de eso ─. Verónica, nos vemos otro día.

─Claro, Margot. Que te vaya bien.

─Uff... ─me giro para ver a mi sexy profesor que viene hacia mí con una expresión neutra ─. ¿Tu mamá es así?

Una vez se tira en el sofá me siento en su regazo para darle suaves masajes en los hombros, se deja consentir por mis manos así que cierra los ojos e inclina su cabeza sobre el espaldar.

El profesor Miller © (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora