Capítulo 22

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Respiró pesado contra el hombro de ella, y al momento de liberarse, sintió como ella llevaba una de sus manos hacia su nuca, gimiendo, alcanzando el clímax.

Melok besó suavemente su hombro, y sin entenderlo, se sintió cansado.

—¿Qué pasa? —le preguntó en un tono bajo Alessia, sintiendo como él dejaba de besarla.

—No lo sé, no me siento muy bien.

La jovencita salió de encima de él, y Melok dejó de abrazarla, acostándose hacia atrás en la cama.

—¿Qué tienes?

—Me siento cansado —le dijo cerrando los ojos—. No sé porqué... Me siento cansado luego de estar contigo.

Se arrodilló en la cama junto a él, y le acarició suavemente una de sus mejillas.

—¿Quieres dormir?

Asintió con la cabeza, y cuando ella bajó a sus labios para besarlo, él le susurró un te amo.

—Yo también te amo —le dijo en un tono bajo.

Cuando Melok se quedó profundamente dormido, tomó el frasco de cristal que había escondido bajo su almohada, aquel que robaba su luz.

Y sabía que él único modo que ella tenía para conseguirlo, era cuando estaban teniendo sexo, ya que él no pensaba en nada más, y no podría notarlo.

Era el quinto frasco que lograba quitarle, y con él, el sueño de Melok se había incrementado de cinco horas a nueve.

Sabía que si algo malo le ocurría, ella podría traerlo a la vida nuevamente si aprendía a usar magia. De ese modo, no volvería a perderlo jamás.

Lo observó dormir, y se cambió rápidamente, antes de escabullirse del palacio, e irse a ver a la bruja.

—Mi señora, la niña-

—Prepárenle un biberón, debo irme —les dijo a los oficiales, pasando entre ellos—. Y no intenten despertar a mi esposo, está muy cansado —les advirtió antes de irse.

"•"•"•"

Una mujer de cabello azabache y ojos grises se apareció en la habitación de Melok, observando al antiguo rey dormir. Se acercó con pasos lentos hacia la cama, y se sentó en el borde de la misma, mirándolo.

—Mira que estúpido has sido, joven rey, te han envenenado la mente —sonrió—. Y yo que pensaba destruirte, creo que ni falta hará.

Pasó suavemente su mano por el pecho desnudo de él, llegando por encima de su ombligo.

—Te está vaciando por completo, esa chiquilla estúpida te dejará hecho una roca una vez más.

Se puso de pie, y desapareció de la habitación, antes de volver a aparecer con la niña en brazos, quien estaba durmiendo.

—Si no te molesta, me llevaré a la niña. No pensaba hacerlo realmente, ya que no me sirve, nació defectuosa por haberla sacado antes de su contenedor. Pero antes de que tu amada asesina la intercambie por dos velas y un cuenco, le sacaré más provecho yo —sonrió.

Abrazó a la niña a su pecho, y lo miró por última vez.

—Aprenderás por las malas porqué no es bueno entregarle el corazón a un humano. Tú sentirás lo que yo sentí, Melok.

"•"•"•"

—¡No!

Se despertó asustado al escuchar a Alessia gritar de ese modo, y salió rápidamente de la cama, encontrando la habitación vacía. Tomó su bata, y salió de la habitación mientras se lo colocaba.

Se fue directo a la habitación de la niña, y encontró a su joven mujer llorando.

—¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

—Mi hija no está, se llevaron a mi bebé ¡Se llevaron a mi hija! —gritó llorando histérica, haciendo temblar todo a su alrededor.

La observó confundido, y como el color del cabello de ella había cambiado.

—Alessia.

—Quiero a mi hija ¡Quiero a mi hija! —gritó haciendo estallar todas las cosas de la habitación.

Melok la tomó de los hombros, y la miró a los ojos.

—¿Qué hiciste? —preguntó en un tono bajo, ido.

—Quiero a Mewyn conmigo, quiero a mi hija —lloró.

—Estás vacía...

Ella lo miró a los ojos y lo tomó del rostro, viendo cómo estos cambiaban de tonalidad, a un naranja muy claro. Melok la miró, y la abrazó, con fuerza.

—Creí que tu amor por mí, era más grande que tú deseo por ser algo que no puedes. Pero me equivoqué dos veces más, al creer que me amabas, y que no eras una bruja.

—T-Te la devolveré, lo juro —lloró cerrando los ojos—. Sólo necesito un poco más, para-

—Llévate todo lo que soy, al fin de cuentas, yo sólo vivo por ti.

—M-Melok.

Él cerró los ojos, y se aferró a ella.

—Tenías luz propia, una hermosa y brillante, tenías creación en tu interior, colores hermosos, que tú no podías ver, pero yo sí. Tal vez tú nunca pudiste ver más allá de lo que yo vi en ti... Tal vez tú nunca pudiste ver más allá de lo que yo soy... Porque soy más que luz —susurró.

—Ya está, no lo hagas, ya está —le dijo desesperada, al ver como todos los frascos de cristal que estaban en el palacio, se llenaban de su luz.

Ella los había guardado por todo el castillo.

—Ahora entiendo porque estaba tan cansado... Yo te la habría dado si me la hubieras pedido —le dijo arrodillándose en el suelo, con ella, ya que no había dejado de abrazarla.

—Basta Melok ¡Ya para! ¡Basta!

La tomó del rostro, y la miró por última vez a los ojos. Sus ojos ya no eran rojos, ni naranjas, ni amarillos, estaban grises, y su piel blanca.

—Tus sueños son mis deseos, y aunque ya no puedas sentirlo, recuerda que te amé —le dijo antes de besarla.

Un beso que no duró mucho, antes de caer al suelo, dándole lo último de su luz a ella, a su cuerpo.

Tal vez, ella jamás lo había amado.

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Ofrenda a la bestiaWhere stories live. Discover now