Capítulo 18

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—El rey qué murió y volvió a la vida, el wamelkiano que se unió a una frágil y pequeña humana —pronunció con burla el demonio—. ¿Por qué me honra tu presencia la luna de hoy?

—Deseo algo que perdí y ya no puedo tener.

—¿Y qué deseo puede ser ese, antiguo rey? Si hasta tu propio castillo has vuelto a construir.

—Un hijo.

—¿Un hijo? —rio—. Wamelkiano, tú no puedes tener hijos, tu raza fue maldita, tu no generas vida, la quitas.

—Necesito un hijo, mi mujer necesita un hijo.

—Que la humana busque un humano entonces, tú no puedes dar vida.

—Una bruja la engañó, le dio algo que le sirvió para engendrar, para que yo pudiera procrear con ella.

El demonio volvió a reír, y negó con la cabeza.

—Para haber sido un rey, eres muy estúpido. Wamelkiano, la bruja los engañó a ambos, ella jamás hubiese podido desarrollar a un hijo tuyo. La criatura en su interior se la hubiese comido lentamente, hasta estar lo suficientemente fuerte, como para vivir fuera. La mujer hubiese muerto en cuestión de meses, y jamás conocer a su vástago.

—Pero, hay otra mujer embazada, alguien más está llevando un hijo mío.

—Y correrá con el mismo fin, viejo rey —sonrió—. Pero si tanto la humana quiere un bebé, podrías buscarle esa criatura luego de que nazca.

—No, no sería de ella, ella jamás lo aceptaría.

—Entonces, busca la forma de terminar con la vida de tu hijo ahora, porque le espera un futuro de sufrimiento con la bruja que se lo llevará.

—¿Q-Qué?

—Meradia quiere venganza, quiere que un hijo de wamelkiano, sufra lo mismo que su hija antes de morir.

—¿Pero por qué esa criatura? ¡Ni siquiera soy el primer rey! ¡El causante de su dolor! Qué reviva a Lord Firestor ¡Y lo asesine como quiera!

—Sus deseos yo no los controlo. Viejo rey, toda acción tiene su consecuencia, piensa sabiamente que harás —sonrió el demonio de aspecto cadavérico, antes de desaparecer.

"•"•"•"

Habían pasado tres meses desde la pérdida de su embarazo, y desde entonces, la relación entre Alessia y Melok había cambiado bastante.

La jovencita rubia ya no era esa luz que él había conocido, algo dentro de ella se había apagado.

—¿Qué tallas? —le preguntó entrando en el taller de ella.

—Imagino como se hubiera visto nuestro bebé —le dijo en un tono bajo—. Estoy segura que habría tenido tus ojos y color de piel.

Él observó todas las figuras que ella había tallado. Desde una cuna para el bebé, con hermosos detalles en la madera, hasta todo lo necesario para la habitación del niño, o niña.

—Alessia, si él hubiese nacido, tú no vivirías, él te habría consumido por dentro, como nosotros hacemos... Comer humanos.

—Pero lo habrías cuidado tú.

—Lo hubiese odiado por asesinarte —le dijo serio.

La joven rubia continuó tallando el cuerpo del bebé, y Melok se acercó a ella, observando lo que estaba haciendo.

—¿Podrías cuidar tú el hijo de alguien más? Siento que de cierta forma... Te estás obsesionando con esto.

—No quiero el hijo de alguien más, quiero un hijo tuyo, Melok, ya te lo dije.

"•"•"•"

Si algo conservaba Alessia, era dormir por las noches, quizás gracias a su reloj biológico que aún funcionaba allí adentro. Y eran esos momentos, que Melok usaba para salir del castillo.

No se le había hecho fácil encontrar la granja de bebés de la bruja, después de todo, aquella mujer las tenía en un lugar subterráneo.

Allí adentro, habían unas cincuentas hembras embarazadas, de diferentes especies, desde humanas, a mujeres de otras razas.

Y más sesenta bebés, recién nacidos y de semanas.

—¡Un demonio! —exclamó una mujer al verlo, alertando a las demás.

—No soy un demonio, y puedo liberarlas si-

—No, no puedes liberarnos, sólo la bruja puede hacerlo... Estamos hechizadas —pronunció una mujer cargando a un bebé en brazos.

—Puedo romper a ese hechizo, puedo hacer que todas se vayan de aquí, pero a cambio, estoy buscando algo.

—¿Qué cosa?

—Hace cuatro meses una mujer fue embarazada con mi semen, quiero a esa mujer, a ese bebé.

—¿Y cómo saberlo? Todas fuimos embarazadas del mismo modo —pronunció una jovencita de piel verdosa.

Melok masculló una palabra en su idioma, y luego las observó.

—¿Ninguna ha muerto en las últimas semanas?

—S-Sí.

—¿Y dónde está ella?

—La bruja la puso en una habitación a parte, dice que su hedor hubiese contaminado a nuestros bebés —le dijo con lágrimas en los ojos una muchacha con un gran vientre.

—¿Y en donde está esa habitación?

—En la casa de ella.

—¿Y cuándo ocurrió esto?

—Hace una semana.

Frunció el ceño y asintió con la cabeza.

—Salgan todas de aquí, tomen a los niños, y vayan al bosque. Encontrarán una enorme roca manchada con sangre negra, mi sangre, tóquenla, y regresarán a su hogar.

—¿Y cómo saber si-?

—¡Háganlo rápido! Sólo tienen diez minutos desde ahora —les advirtió con rabia.

Estaba usando su luz para liberarlas, y sabía que si no encontraba a ese bebé en la casa, habría perdido vida en vano.

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Ofrenda a la bestiaWhere stories live. Discover now