Capítulo 17

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Se metió en la piscina con ella, mientras la jovencita le daba la espalda, y en las palmas de sus manos junto algo de agua, tirándola suavemente en la cabeza de ella.

Solían bañarse juntos, siempre, dónde además de muestras de cariño como besos y caricias, muchas terminaban haciendo el amor... Pero no hoy.

La miró, ella estaba con la vista pérdida en algún lugar, ausente, y Melok tomó la esponja, pasándola suavemente por la espalda de ella, por sus hombros, por sus brazos.

Se sentía tan afligido, estaban tan arrepentido, y no sabía cómo solucionar aquello, como hacer para que su relación volviera a hacer como antes.

Necesitaba escuchar que ella le dijera que lo amaba.

Le acarició el cabello y luego acercó sus labios al hombro de ella, besándolo suavemente, subiendo hacia su cuello, sentándose detrás de ella, abrazándola.

—Perdóname por favor —le pidió en un tono bajo, lastimero—. Por favor, perdóname.

Los ojos de Alessia se cubrieron de lágrimas, y siguió mirando hacia la pared.

—T-Te busqué... Sabiendo que jamás podría encontrarte. Hasta acepté la estúpida idea de dar a mi único hijo a una desconocida, porque sabía que tú no podías engendrar, y aunque ocurriera un milagro, y lo lográramos, pensé que tú me ayudarías para que se quedara con nosotros. Perdí mí única oportunidad de ser madre, por tu culpa.

—Si yo hubiese sabido eso, jamás habría aceptado darle mi semen a esa mujer. Ni siquiera entiendo bien porque yo causé esto, sólo que te estoy provocando mucho dolor... Y en verdad lo siento, quiero borrar el dolor que te estoy causando, pero no sé como. Ayúdame, Alessia, quiero que todo vuelva a hacer como antes, te necesito.

—N-No sé cómo hacer para creerte —lloró.

Se puso frente a ella, y la tomó del rostro.

—Mírame, mírame y dime si crees que te miento.

Ella lo miró a los ojos, sollozando. No servía mirarlo a los ojos, porque era imposible no caer en ellos... Ni siquiera sabía cómo había ocurrido, pero lo amaba tanto, estaba tan enamorada de él, que le dolía saber que ya lo había perdonado.

—Haré lo que me pidas, lo que quieras, para ganarme tu perdón, lo juro.

—Melok.

—Si busco la forma de darte un hijo ¿Podrás perdonarme? ¿Volverías a amarme si lo hago?

—Ya no quiero hablar de esto.

"•"•"•"

Semanas después

Escuchó a Melok susurrando en su idioma, y se asomó por la puerta de la habitación, observando al azabache sentado en el suelo, con los ojos cerrados.

Al parecer, estaba haciendo algún tipo de hechizo.

Insegura abrió un poco más la puerta, y entró, caminando con pasos lentos hacia él, fue entonces que el antiguo rey se detuvo, abriendo los ojos y mirándola a ella.

—¿Qué ocurre?

Ella negó con la cabeza y se sentó frente a él.

—¿Todas las criaturas tienen magia? ¿O sólo los brujos y los de tu especie pueden?

Melok la tomó de la mano derecha, y puso su palma hacia arriba. La acarició suavemente con la punta de su dedo índice, causándole un escalofrío en todo el cuerpo.

—No todas las criaturas tienen magia en su interior, la luz para hacerlo, pero tú sí.

—¿Y tú puedes ayudarme?

—No.

—¿Por qué no?

—Para hacer magia, debes dar algo a cambio, siempre es así. Y tú eres muy pura.

—Pero yo quiero aprender, quiero... Quiero ser como tú.

—No soportarías la transformación, es por eso que no lo hice.

—Enséñame algo, lo que sea.

La miró a los ojos, y luego se inclinó hacia adelante para besarla, tomándola por sorpresa.

—Esto que existe entre nosotros, nuestro amor, es la magia más fuerte que existe en este momento, y es nuestra, tuya y mía.

—¿Y para qué nos sirve? —le preguntó en un tono bajo, mirándolo a los ojos.

—Para mantenernos vivos, juntos ¿No te parece suficiente?

—S-Sí.

La tomó del rostro con ambas manos, y la besó, pasando una de sus manos hacia su espalda, para abrazarla a él, y que ella lo tomara del rostro.

—Te necesito, necesito a mi mujer.

—Melok.

—¿Aún no puedes perdonarme?

Ella negó con la cabeza y miró hacia abajo.

—No quiero hablar de eso, intentó dejarlo atrás.

—Estoy buscando la forma de que puedas tener un bebé, y tal vez... Puedas hacerlo sin mí —murmuró—. Si tu deseo de ser madre es más grande que lo que sientes por mí, estoy dispuesto a aceptar que tengas un hijo con alguien más. Lo único que quiero, es que tú seas feliz, que vuelvas a hacer la muchacha que conocí.

—No lo entiendes, Melok. Yo no quiero un hijo con nadie más, tú eres mi pareja, mi compañero. Con la única persona con quién querría tener un bebé, es contigo... Y-Y lo perdimos —pronunció mirando hacia abajo—. Y n-no quiero hablar de él, por favor. Nuestro bebé ya no existe, y la posibilidad de tenerlo tampoco.

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Ofrenda a la bestiaWhere stories live. Discover now