Capítulo 38 (Maruja y Marcos)

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Cuatro meses después...

Maruja

No sé qué es peor si esta sandia que tengo en la panza o los pies de maceta. Este calor me está matando y todavía me faltan cuatro semanas para que nazca mi bebé.

Obviamente no sé si es nena o nene. Definitivamente mi hijo no va a ser motivo ni de apuestas y menos que menos que sea usado para cargar a cualquiera de los otros dos nabos que tengo de amigos. Definitivamente eso no va a pasar...

Hace una semana que empecé con la licencia por maternidad. Mi idea era esperar hasta el parto, pero realmente no puedo más con toda esta humanidad que estoy cargando. Soy lo más similar a un tanque australiano. Maldito Marcos y sus churros y chocolates... Hasta el último control con mi obstetra había aumentado quince kilos y medio... una barbaridad. Encima este calor que no nos da tregua. Para cuando llegue navidad esto va a ser el mismísimo infierno.

Me recuesto en el sillón con las piernas para arriba. Mis pobres piernas necesitan descansar.

Suena el timbre y detrás se escucha el ruido a las llaves. Sé que es Marcos, ya hace meses que se llevó uno de los juegos de llaves de mi casa "por las dudas". En parte tiene razón, si me llegara a pasar cualquier cosa, nadie tiene mis llaves y tendría que romper la puerta para poder entrar.

—Hola, hola foca asesina...— me dice entrando con una gran sonrisa y una bolsa con churros. Lo tendría que mandar a la mierda por llamarme foca asesina, pero el que dice la verdad no miente...

—Si soy una foca asesina es pura y exclusivamente por tu culpa. Y seguís trayendo cosas para que coma y siga engordando. ¿Por qué no me metes un tiro en la frente antes de seguir engordándome para que me agarre un bobazo por la cantidad de grasa que estoy consumiendo? — le digo tratando de sentarme, aunque sea un poco. Odio estar tan pesada...

—Ya te dijo el obstetra que después que nazca lo vas a adelgazar todo. Así que come sin culpa...— me dice poniendo los churros sobre la mesa y acercándose para darme un beso en la mejilla.

Aspiro profundo inhalando su perfume. Me encanta, o mejor dicho, me cachondea de sobremanera su olor... En realidad me cachondea absolutamente todo de él. Calculo que debe ser la abstinencia de tantos meses y encima Marcos que cada vez está más bueno.

— ¿Viste el olor que tienen los churros? — me dice abriendo la bolsa.

—Si... me encanta. — le contesto y sé que esa frase parece más de gorda que de cachonda.

— ¿Tomamos mate? — me pregunta.

—Sí, ahí preparo. — le contesto tratando de incorporarme.

—Quedate ahí que ya encallaste. — me dice riéndose mientras que se va a la cocina.

—Te dije que sos un estúpido. — le contesto tratando de contener la risa.

—Hoy todavía no me lo habías dicho...— me grita desde la cocina.

Riéndome me siento y abro el paquete de churros sin dulce de leche...

— ¿Y el dulce de leche? — grito con frustración.

—No había... ya les dije que la ballena asesina iba a ir a buscarlas...— me dice acercándose con el equipo de mate.

—No tenés perdón de Dios... encima que engordo ¿no hay dulce de leche? —

—Mañana te traigo con doble dulce de leche. —

—No se le puede poner doble dulce de leche...—

Marcos comienza a cebar mate.

—Cierto que tu estricta anti dieta no te permite no consumir azúcar... me olvide la azucarera en la cocina. — me dice haciendo el ademan que se va a poner de pie.

Tal para cual... y ellos también. [COMPLETA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt