Capítulo 35 (Maruja y Marcos)

133 20 5
                                    

Maruja

—Hola bebé...— digo acariciando mi pequeña panza. — Soy tu mamá. Otra vez. Sé que ya no me debes aguantar más, pero ¿que se le va a hacer? Es lo que te toco en suerte, y ni hablemos de tu papá. Sé que ahí estuve más floja. Tendría que haberme enamorado de algún empresario con plata, por lo menos te daría plata para que puedas cagar pañales tranquilo... — me rio sola. Otra vez estoy divagando y enloqueciendo a este pobre bebé. —Aunque entre nosotros, y no le vamos a decir absolutamente nada a tu papá. Él no es tan malo. En realidad no es malo. Es solo un poquito estúpido, mujeriego, calentón, cuando quiere puede ser sumamente insoportable, y cuando no quiere, le sacamos el sumamente. Pero también en un buen amigo, cariñoso... y ¿sabes qué? Hace poco descubrí que es protector. Es más, te diría que se está humanizando. — comienza a sonar el celular con el sonido que puse para cuando me llama Marcos.

—Hablando de Roma...— le digo a la panza. Y luego atiendo.

— ¡Hola! Buen día. — digo atendiendo la llamada.

—Buen día... parece que amaneciste de buen humor. — me dice Marcos y puedo ver su sonrisa cuando habla.

—Sip, estaba hablando con mi bebé. —

—A bueno, ya no te debe aguantar más pobre criatura. —

—Callate. — le digo riéndome.

—Decime que no lo pensas también. ¿Y se puede saber de qué hablaban? —

—Nada... de la vida. —

—No lo deprimas, deja que se entere por si solo lo que le espera de este lado del útero. —

—Tenés razón...—

— ¿Cómo amaneciste? Aparte de muy buen humor. —

—Muy bien. Ya no tengo nauseas. Puedo comer tranquila. —

—Eso es muy bueno, ya que estoy en la puerta con una docena y media de churros con dulce de leche. —

Ahogo un grito y salgo disparada hacia la puerta. Siempre, toda la vida me gustaron los churros, pero desde que no estoy con vómitos no pasa un solo día que no coma churros con dulce de leche. En cualquier momento me va a estallar el hígado por comer tanto frito. Pero si voy a reventar, que sea con una sonrisa de satisfacción...

Cuando abro la puerta me lo encuentro parado con la bolsa de papel en la mano, que contiene "mis" churros y una hermosa sonrisa en la boca.

Le saco los churros y me hago a un lado para que pueda pasar mientras que miro dentro de la bolsa.

—Hola Marcos, ¿Cómo estás? Qué bueno que todavía no reventaste...—me dice pasando a mi casa como si fuese yo la que está hablando.

—Hola Marcos. ¿Cómo estás? — le digo haciéndole burla.

—No te traigo más churros, y menos un chocolate con maní...— me dice mostrándome un enorme barra de chocolate que saca de dentro de su campera.

Ahogo nuevamente un grito y de un salto me acerco a él y abrazándolo le doy un beso en la mejilla. Es una reacción sumamente espontánea y absolutamente fuera de lugar. Marcos se tensiona por un momento y luego para relajar la situación me dice:

—Aunque si vas a reaccionar así, puedo traerte todos los días chocolate. —

Me separo de él lentamente y haciéndome la que "acá no pasó nada" le digo en forma casual:

— ¿Mate o café? —

—Mate. —

Me escabullo en la cocina y Marcos se tira en el sillón.

Tal para cual... y ellos también. [COMPLETA]Where stories live. Discover now