Epílogo: Por Eyna

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Estoy con Sate en el comedor. Hemos venido a tomar un té ya que la médica me ha dejado salir. Entonces, Heavensbee entra corriendo. Me levanto de golpe.

—Han vuelto.

Sollozo, y corro detrás de él, con Sate pisándome los talones. Plutarch casi no puede con su cuerpo al llegar a los ascensores (no debe de estar acostumbrado a correr, ni siquiera cortas distancias), pero eso no me importa.

Corremos a la sala médica. Veo a muchas personas que no me importan, pero sólo le busco a él.

No está en una camilla, ni siquiera sentado. Aún tiene su mono de combate puesto, y comienzo a llorar en cuanto lo veo.

—¡Gale!

Me ve y frunce el ceño, pero abre sus brazos para mí, y nos abrazamos. No sé de dónde viene la emoción, los sentimientos, la necesidad de sentir sus brazos abrazarme y de cerciorarme de que todo esto no es un sueño.

No sé que ocurre, pero no importa. No importa porque ha vuelto.

—Pensé... —el lloro no me deja hablar—. Pensé que...

Me manda callar con un sonido dulce y me abraza más. Mi cabeza apenas llega lo suficientemente arriba como para enterrar mi cara triste y mojada de lágrimas en su hombro izquierdo.

—Ya está —me dice—. No pasa nada, Thyr.

Me separo cuando Katniss grita su nombre, y se abrazan entre ellos. Pero la suelta muy deprisa y frunce los labios.

—¡Estás bien! —le dice contenta. Él no responde—. ¿Qué pasa?

—No lo entiendo. —Gale me mira y entonces parece que Katniss se da cuenta de que estoy ahí, aún limpiándome las lágrimas. Debo de parecer imbécil. — Toda la artillería estaba operativa y apuntándonos, y hemos pasado por delante. Nos han dejado escapar.

Ella lo mira esperando algo. Gale suspira y aparta la mirada, señalando a la derecha con la cabeza.

—Está ahí —añade—. El gas que usamos con los guardias también le afectó a él, se le está pasando el efecto. —Ella vuelve a mirarle. Observo su intercambio de miradas con pena. — Le gustará verte cuando despierte.

Ella le da un corto abrazo y las gracias. Sale caminando hacia donde está Peeta, con Haymitch detrás.

Vuelvo a mirar a Gale. Está triste, pero me sonríe. Le gusta mucho Katniss, es evidente. Pero ella ya ha elegido a Peeta. Estoy a punto de volver a abrazarlo cuando oímos un estruendo.

Boggs se nos adelanta, y acaba por poder quitarle a Peeta de encima a Katniss. Ambos están inconscientes: ha intentado ahogarla.

Me paso las manos por el pelo, y Gale sale de la sala suspirando. Le sigo.


He tenido unos días libres tras el incidente de mi desmayo.

—Me gusta tu pelo —me dice Posy entonces—, ¿cuando sea mayor lo tendré como tú?

Me río y le revuelvo el pelo castaño y rizado.

—¿Qué tiene de malo tenerlo como lo tienes ahora?

Se encoje de hombros. Su hermano Vick sonríe como si se le hubiera ocurrido un chiste. Estoy cuidando de ellos mientras Hazelle, la madre de Gale, hace unos recados.

—Pues a mi hermano seguro que le gusta más el tuyo —me dice el niño, y su hermana asiente con la cabeza—. ¿Sabes? No deja de hablar de ti, deberías de decirle que se calle.

Me paso las manos por la cara, riéndome. Justo entonces entra su madre y su hermano Rory, y la más pequeña corre a abrazarla. Sonrío mientras me levanto y le choco los cinco a Vick a modo de despedida.

—Muchas gracias, Thyra —me agradece Hazelle.

—No hay problema, cuando quiera.

Asiente, y me da un abrazo antes de irme. Mañana es mi incorporación, pero no me apetece volver a sentarme en el ordenador. Vuelvo de camino a mi habitación, atravesando los pasillos lo más despacio que puedo.


Esa noche, Coin da un nuevo discurso. Mi padre está con sus compañeros de trabajo, así que me quedo al lado de Gale, que me abraza cuando me ve. Todos aplauden, celebrando la última victoria del Trece.

—Buenas tardes —empieza la presidenta—, hace un par de días autoricé una misión secreta de rescate dentro del Capitolio. Me complace anunciar que los vencedores han sido liberados. —Más aplausos. — Que este día suponga un cambio histórico. Con el Sinsajo y los Vencedores a nuestro lado, hemos mandado un claro mensaje al Capitolio: que jamás volveremos a tolerar la injusticia. —Y nuevos vítores. — Hoy, un día en el que hemos reunido a familias, amigos, y seres queridos, —Gale agarra mi mano, y le miro con sorpresa. Él sigue mirando a Coin— dejemos que todo Panem se una. No en una batalla para el disfrute del Capitolio, si no en nuestra lucha, codo con codo. —La gente vuelve a aplaudir, pero Gale agarra mi mano con más fuerza, como para que no le suelte. Tampoco lo intento. — Que hoy sea el día en el que prometemos no desistir jamás. No rendirnos jamás hasta que creemos un nuevo Panem donde los líderes sean elegidos, y no impuestos. Y donde los distritos sean libres de compartir el fruto de su trabajo, ¡y no luchen entre sí por las sobras! —Todos aplauden, y yo asiento con la cabeza. — Este nuevo Panem ya se vislumbra, pero debemos llegar a él por nosotros mismos. Los caminos que llevan a él pasan por las abruptas montañas y profundas gargantas del Distrito Dos. Allí, en el corazón de la cordillera más escarpada de Panem, se encuentra la principal instalación militar del Capitolio. Podemos conquistar esta fortaleza. Porque somos un solo hombre, un solo ejército. Una sola voz. Porque hoy es nuestro nuevo comienzo. Hoy hemos liberado a los Vencedores. Mañana, liberaremos Panem.

La multitud rompe en aplausos, y Gale y yo no somos excepción. Nos miramos, sonrientes, con la extraña ausencia de nuestras manos resquemándonos en las palmas de estas. O al menos eso me pasa a mí.

Me mira y me abraza antes de llevarme a rastras a la cafetería para cenar. Porque quizás sí. Quizás esto funcione. Y quizás vivamos para ver un nuevo Panem. Por Eyna, debemos hacerlo. Hoy, debemos ser fuertes.

FIN DEL PRIMER ACTO

A STORM LIKE HER ━ Gale HawthorneWhere stories live. Discover now