Capítulo final

9.6K 669 432
                                    

Dibujo de Apolo y Artemisa en multimedia.

—De ninguna forma cazaré un animal –dije.

Estaba con Apolo en el bosque. Cuando llegamos me enseñó unos nuevos hechizos y reforzamos otros, ahora estábamos haciendo uso de mi arco y flechas.

Nos hechizamos de forma que manteníamos el calor en nuestro cuerpo, no necesitábamos abrigarnos hasta el cuello, ¡estábamos con jeans y camisetas en medio de un bosque completo de nieve y no teníamos ni un poco de frío! Era algo fascinante.

—No es como si fueran a aparecer, es difícil que salgan con este frío, pero difícil no quiere decir imposible –añadió con malicia.

Me estaba convenciendo de cazar un animal con mis flechas, ¡jamás! Puede que haya asesinado personas, pero jamás un animal indefenso.

—No lo haré, Apolinar.

—¿Apolinar? Tú y Sam si que están locas.

—Por algo es mi mejor amiga –dije obvia.— me voy a sentar, me duelen los pies –me senté en una roca.

—Debo decirte algo –de sentó a mi lado.

—¿Con quién soñaste esta vez? ¿Con nuestros tíos? –bromeé.

—No, tonta –giró los ojos.— soñé con mi piedra.

—Uh, cuenta –le presté toda mis atención.

—Por desgracia no recuerdo nada, pero sé que es amarilla.

—Algo es algo –animé.— ¿y no has vuelto a soñar con nuestros padres? –el negó.

—No, que raro que lo preguntes –me miró raro.

—Sé que es importante para ti encontrarlos o que ellos nos encuentren, y sé que no es lo mismo hablarlo con Elisa que hablarlo con tu hermana –él me abrazó.

—Aw, eres una ternura –apretó mis cachetes.

—Au, idiota –lo golpeé.

—Levántate, sigamos entrenando.

—¿Te confieso algo? La primera vez que te vi, me pareciste de lo más atractivo –hablé.— ahora que lo recuerdo me da asco –fingí arcadas.

—Lo sé, lo vi en tu mirada –él rió.— pero es comprensible, como soy descendiente del Dios de la belleza es inevitable no ser sumamente atractivo para las damas –dijo altanero.

—Cuidado, ese ego te quita el encanto –lo señalé.

—¡Es mi toque! –alzó los brazos indignado.

—Vaya toque –dije sarcástica.

—Sigamos en lo nuestro –se levantó.





















Los días pasaron hasta que llegó el treinta y uno de diciembre, a pocas horas de que iniciara el nuevo año.

Me encontraba con Elisa y Sam, debatiendo qué vestido ponerme.

—Con el rojo te ves sexy, súper sensual –dijo Elisa.

—Si, pero con el amarillo te ves más elegante y refinada –dijo Sam.

—A mi me gusta el blanco –dije. Ambas me miraron raro.

—Okay...–dijo Sam.— aunque se ve como si fuera gris.

—Creí que no te gustaban tan cortos –comentó Elisa.

—No le gustan, por eso me encuentro extraño que haya elegido ese –dijo Sam.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora