Capítulo 21

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Este capítulo contiene fuerte contenido adulto (sexual), leen bajo su responsabilidad.

Están advertidos.


La reconocí. Era la madre del niño con el que choqué la primera vez que vine al pueblo. La que me rogó que no le contara a Alessandro que había hablado con ella.

—Como diga señor –hizo una reverencia.

—Espera, –la detuvo.— ¿qué estoy haciendo?, olvídalo yo le cocinaré.

—Como diga usted diga, señor –hizo una reverencia.— mi luna –salió de la cocina.

—¿Puedo ayudarte? –le pregunté.

—Por supuesto que si, mi corazón, pela las papas –me indicó.









(...)












—Para la próxima, cocinaré yo solo –habló Alessandro.

Estábamos en el patio trasero comiendo sándwiches ya que yo había incendiado la cocina.

—¡No fue mi culpa! ¡Esas papas eran muy inflamables! –hablé indignada.

Alessandro empezó a reír, a tal punto que se tuvo que agarrar la barriga.

—Ay, te amo –besó mi mejilla, parando de reír.— en serio, te amo –me miró a los ojos.— en el tiempo que he estado contigo he reído más que en toda mi vida –besó mis nudillos.

—Me alegra saber que soy tu payasa personal –hablé sarcástica.

—Si quieres también puedes ser mi payasa sexual —movió las cejas sugestivamente.— te puedo conseguir un babydoll de payasa, ya sabes para entrar más en papel.

—Eres un asco.

—¿Te repito lo que te dije esta mañana o quieres algo más ingenioso?

—¡Agh! ¡Tú! ¡eres un fastidio! –exclamé con las manos al aire.

—Tranquila, fiera –se lanzó encima mío, abrazándome.

—Eres un idiota.

—Amas a este idiota.

—Por desgracia.

—Me hieres –se tocó el pecho fingiendo estar dolido.

—Si, si –no le di importancia.— me iré a bañar.

—¿Quieres compañía? –movió las cejas picaron.

—No –me puse de pie.

—Te lo pierdes, moonshine.










(...)








El agua caliente siempre relajaba mis músculos, era el antídoto perfecto para los días largos y cansados de escuela.

—¡AHH! –grité cuando sentí a alguien tocar mi espalda.

—Tranquila, nena, soy yo.

—Estúpido, idiota –lo golpeé.— ¿Qué haces aquí?

—Me entró algo de calor, espero no te moleste que preferí ahorrar agua –dijo seductor, agarrándome por la cintura.

—De hecho no, ya me voy –intenté salir, pero Alessandro me detuvo.

—Al único lugar que irás –mordió el lóbulo de mi oreja.— es al máximo placer cuando esté dentro de ti.

—No lo creo –respondí, y me di la vuelta. Lo quería igual o más que él, pero una debe hacerse la difícil.

ChalcedonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora