–– ¿Te llamo en la noche? ––preguntó Zoe después del beso, sus labios aún estaban lo suficientemente juntos, rozándose entre sí. Rubén susurró un “Sí” con una sonrisa, y esta vez fue él el que la besó.

Rubén salió del departamento, y casi sentía que podía volar. Aquel día podía estar en su memoria por siempre, y vaya que así sería. Mientras caminaba por las calles, no se percataba de sonrisa de puberto que traía en su rostro, todo aquello comenzaba a parecerle tan nuevo, parecía un inexperto en el tema. Probablemente se había enamorado alguna vez en su vida, pero lo que sucedía con Zoe era quizás algo más que un simple enamoramiento, eso era más grande, más fuerte y muchísimo más placentero.

La quería… demonios, la quería demasiado.

Ojalá ella se diera la oportunidad de sentirse en plena pubertad, junto con él.

Sin embargo, Zoe también estaba memorizando todo aquello que había sucedido con Rubén, claramente no deseaba olvidarlo… ahora estaba en sus manos decidir si quería sentir a Rubén así de cerca, besarlo cada que se le diera la gana, acariciarlo… quererlo con toda la intensidad y pasión que se desbordaba en su interior. La decisión estaba tomada, sólo quedaba tomar el siguiente paso, y no era muy agradable.

Se sentó en el sofá, y esperó a que el timbre sonara. Llevaba meses sin ver a Brenda, y semanas sin ver a Anthony, eso lo ponía nerviosa, ansiosa y temerosa, todo a la vez. No sabía cómo reaccionaría al ver a Anthony, ¿en su interior se despertaría de nuevo ese intenso amor que sentía hace meses? ¿O simplemente no sentiría nada? De cualquier forma, ella sabía que no iba a dejar de quererlo, lo seguiría queriendo, pero ya no como pareja, sino como un gran amigo, una gran persona, porque quisiera o no, él siempre estuvo para ella, nunca la quiso por obligación, siempre vio por ella, la protegió y la envolvió en sus brazos en las noches llenas de frío. No iba a dejar de quererlo, pero sin duda, su corazón ahora le pertenecía a otro. A Rubén.

El timbre sonó. Se apresuró a abrir, necesitaba ver a su prima, a su única amiga, su única familia. Y también quería ver a Anthony, después de todo lo había extrañado.
Y ahí estaban ellos: Brenda llevaba unos tacones que la hacían ver mucho más alta, eso la sorprendió, porque Brenda no era una persona que utilizara mucho tacones, además llevaba el cabello suelto y lacio, tenía un aspecto más maduro, más centrado. Inmediatamente se abrazaron, ambas habían esperado ese abrazo desde hace mucho tiempo.

–– ¡Zoe! ¡Te extrañé! ––la voz de Brenda adoptó un tono más agudo, lo cual hizo que todos soltaran una risa, además de que se notaba que podía llorar, pues ella era una persona sentimental.

–– ¡Yo también te extrañé! Pero, oye, no llores, no quiero que llenes de mocos mi cuerpo. ––otra vez volvieron a reír.

––De acuerdo, es momento de mi abrazo. ––la voz de Anthony hizo que ambas se separaran, Zoe había olvidado que él también había llegado.

–– ¡Ven acá, Ant! ––Zoe lo atrajo hacia ella y lo abrazó, ella puso sus manos detrás de su cuello, mientras él la tomaba de la cintura. El sentimiento que se formó ahí fue amor, pero como ya lo esperaba, no fue amor como el que sentía con Rubén.

Antes de que se separaran, Anthony susurró en su oído: ––Te extrañé.

––Pero pasen, tíos. ––Zoe los dejó pasar y después cerró la puerta detrás de ella. Ella les preguntó que si querían algo de tomar, pero ambos se negaron, lo que ellos querían era hablar, así que se sentaron en el sofá.

––¿Así que vives con dos hombres, eh? ––Brenda alzaba ambas cejas mientras hacía la pregunta. Zoe abrió los ojos y Anthony sólo observaba el departamento.

––Sí. Bah, no es la gran cosa, sólo son Mangel y Cheeto.

––¡¿Mangel y Cheeto!? ¡OH DIOS MÍO! ––Brenda ya había conocido a Mangel y Rubén, además gracias a ella, Zoe supo quién era Rubén, pues ella no lo conocía, o mejor dicho, no conocía a Rubius. ––No puede ser, o sea… ¿Estás de coña? No te creo.

––Hazlo, de hecho, Cheeto está dormido… ¡Así que no grites!

––Ok, ok… ¿Y Rubius? ¿Lo has visto? Qué estúpida, obviamente lo has visto, ¡Lo has visto, Zoe! ¡AHHHHH!

––¡Shh! Sí, lo he visto…

––Lo que yo daría por tener tu vida, Zoe.

––No digas eso. Mejor díganme, ¿qué tal Londres?

––Uff, es precioso, aunque muy frío. Además, no se disfruta tanto si no estás tú.

Rubén se sentía más vivo que nunca. Cuando llegó a su casa, estuvo un tiempo con sus gatas, aunque no le hacían mucho caso, después decidió ir a acostarse un rato. Esperaría ansioso la llamada de Zoe, estaba seguro de que esa llamada significaría mucho para ambos, probablemente su futuro se escribiría a partir de esa llamada.
Un futuro donde estarían juntos.

Entonces cerró los ojos, imaginándose cómo sería estar siempre con Zoe, ya no en plan de amigos, sino siendo pareja.

Zoe se encontraba en el departamento de Anthony, con él y Brenda. Habían decidido salir del otro, pues Brenda no dejaba de gritar y probablemente despertaría a Cheeto.

El departamento de Anthony no era muy grande, pues ahí sólo vivía él, pero era muy acogedor. Tenía muchos posters de bandas de rock progresivo, una que otra pintura, y otras cosas que hacían que el lugar tuviera su toque.

Estaban bebiendo refresco y charlando como los viejos tiempos, cuando Brenda tenía una obsesión por las plantas y de pronto el departamento en el que vivían parecía un bosque, cuando Zoe no conocía nada en Madrid y tenían que pasarse días enteros recorriéndolo, cuando Anthony decidió que era buena idea regalarle un pez a Brenda como regalo de cumpleaños, cuando sólo eran ellos tres. En ese momento parecía como si el tiempo hubiese regresado, sólo que habían dos inconvenientes: el tiempo NO había regresado. Y ella no era como antes.

––Anthony, ¿tienes alguna cama extra o algo así? El vuelo me tiene agotada y además ya se anocheció. Tengo sueño. ––bostezó sin siquiera disimularlo, y tenía razón, habían pasado toda la tarde hablando sobre sus vidas en Londres, la vida de Zoe con sus nuevos compañeros, todo, pero nunca mencionó el nombre de Rubén.

––Claro, ve a dormir. ––Anthony le sonrió y ella hizo lo mismo. Brenda se levantó del sofá y abrazó a Zoe susurrándole un “buenas noches”, y después se dirigió a la habitación de Anthony.

––Zoe, ––él llamó la atención de ella, porque parecía perdida, y es que así se sentía ella: perdida–– ¿qué te pasa?

No valía la pena alargar más el asunto del cual quería hablar con Anthony, y por más que le doliera, debía ser honesta. Ella ya no lo amaba, y no podía callarlo.  ––Necesito hablar contigo, Ant.

––Yo también necesito hablar contigo.

Él sospechaba el tema sobre el que ella quería hablar… el final había llegado para ambos, ninguno de los dos pudo luchar más por conservarlo, las razones son de cada quien, él la amaba y ella amaba a otro… ¿Por qué tendría que haber un final siempre? ¿Tan difícil era mantener todo como una película, sin final? Ella era todo lo que él tenía, todo lo que amaba y por lo que luchaba… ¿tan rápido llegaría el fin? Él había hablado con Brenda sobre eso, y había dicho que lucharía por ella, pero también había dicho que si ella le decía que ya no sentía nada por él, lo entendería. 

Zoe |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora