DIECIOCHO

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Las citas continuaron, las conversaciones cada vez eran más largas y profundas, se atrevían a hacerse más preguntas, a hablar de temas que a veces podían resultarles incómodos y a confiar y abrirse más. Las miradas que se daban era cada vez más intensas, habían comenzado a acoplarse casi tanto como antes y había veces en las que ni siquiera eran necesarias las palabras, con una mirada podían decirse todo. Los besos cada vez eran más apasionados, más entregados y más libres, cuando se besaban no pensaban en otra cosa más que en disfrutarse mutuamente. Era casi perfecto.

Pero al mismo tiempo, no era perfecto. En ocasiones tenían discusiones fuertes y ambas se encerraban en sus pensamientos por varias horas hasta que estaban listas para hablar, y a veces hablaban incluso cuando no estaban listas. Porque sabían que si querían que esto funcionara, debían trabajar en la comunicación.

A pesar de las esporádicas discusiones. Sus almas siempre habían estado tan en sintonía que no era difícil para ellas volver a conectar.

Valentina continuaba con sus sesiones de terapia semanales a las cuales Juliana la había acompañado algunas veces cuando se lo había pedido y sus antidepresivos. Había ganado peso porque ya estaba llevando una buena dieta y porque Juliana amaba consentirla con sus panes y postres favoritos.

Por primera vez en la vida, Eva no solo aceptaba la relación de las chicas sino que la apoyaba y se sentía enormemente agradecida de que su hermana tuviera a su lado a una mujer que la amara como sabía que Juliana lo hacía. Lupe también se sentía contenta de ver a su hija sonreír tanto otra vez, moría de ganas por ver a la rubia también y darle un fuerte abrazo después de que Juliana le contara algunas de las cosas que le habían pasado, sin embargo sabía que lo primordial era que la relación fuera construyéndose poco a poco y no había presionado a su hija para que llevara a Valentina a su casa, pero ya habían pasado varias semanas y comenzaba a sentirse impaciente. Por su parte, Sergio había hecho todo lo contrario, prácticamente obligar a Juliana a que salieran los tres y aunque al principio había intentado portarse enojado con Valentina, al final de la noche y después de largas conversaciones y una que otra lágrima, habían acordado dejar el pasado atrás y recuperar la amistad que habían perdido con la ausencia de Valentina.

Juliana tenía muchísimo trabajo y su tienda marchaba cada vez mejor, estaba dándose a conocer y ahora tenía muchísimos clientes y citas para diseños exclusivos durante el día. Valentina comenzaba a escribir y había empezado a asistir a la empresa algunas horas durante la mañana para acostumbrarse al ritmo de trabajo, se veían cada fin de semana sin falta y algunas noches entre semana salían al cine o a cenar. Ninguna de las dos había hecho oficial la relación con palabras sin embargo el amor hacia la otra era bastante evidente.

En realidad el único detalle que tenían aún era que, aunque emocionalmente se sentían muy cómodas estando con la otra, el aspecto físico estaba resultando un tanto difícil, sobre todo para Valentina. Si bien los besos eran bastante frecuentes, no pasaban de ahí. Algo que a las dos les parecía muy extraño porque antes habían tenido demasiada química. Y en realidad no era falta de química, porque la atracción estaba, tan presente como siempre y con la misma intensidad, sin embargo era como si algo las detuviera cuando los besos pasaban a un segundo nivel y las caricias se hacían un poco más atrevidas.

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Valentina se encontraba recostada sobre la cama de Juliana con la morena entre sus piernas. Se besaban como hace mucho no lo hacían, la oji-azul apretaba con sus dedos la cintura de la morena mientras que ella acariciaba el largo cabello de Val con una de sus manos y con la otra acariciaba la parte de su pierna descubierta por el vestido. La temperatura corporal de ambas incrementaba con cada segundo y pronto necesitaron separarse para poder respirar y calmar sus agitados corazones. Quedaron mirándose fijamente a los ojos, perdiéndose en la otra y tratando de expresar con sus miradas lo que sus voces aún no se habían atrevido a decir.

Te cieloOnde histórias criam vida. Descubra agora