Capitulo 39: Decisiones tomadas

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-¿Estas lista?-. Me pregunto con la mirada clavada en el equipaje.

-Todo listo, solo necesito bajarla con las demás y podremos irnos-. Conteste y me acerqué al espejo que había en la pared para arreglar mi coleta alta.

-Voy a extrañar este lugar- Dijo suspirando y acostándose sobre el suave colchón- Es tan fácil acostumbrarse a lo bueno-. Se quejo y tapo sus ojos con su antebrazo.

-Nada de esto es nuestro, y nuestro lugar no es aquí-. Conteste seria dándome un último chequeo antes de girarme y sentarme del lado contrario de la cama, dónde estaba la cabeza de mi amigo.

Poco a poco deslice mis dedos a través de las hebras de su cabello acariciándolo, él suspiro he inclino un poco el cuello para que mis manos alcanzaran su nuca.

Solté una risita entre dientes.

-Ya sé que no es de nosotros y que debemos regresar a dónde pertenecemos, pero no me emociona regresar a nuestro edificio en ruinas con nuestra comida congelada precalentada en medio de un invierno eterno para tratar con imbéciles que lo único que hacen es meterse mierda en la venas y quejarse de lo miserable que es su vida-. El gesto del rubio teñido se llenó de resignación y me la contagio.

Mordí mi labio y jugué un poco con él, yo tampoco quería irme, ninguno quería hacerlo. Ivan un poco porque le urgía ver a su novia, la chica lo tenía agarrado por las bolas y él estaba feliz por eso.

Daban diabetes de verlos juntos.

Mis pensamientos se llenaron de parejas, dos de mis amigos mas cercanos habían encontrado el amor en los últimos meses lo cual era sorprendente. Me alegraba por ellos pero definitivamente no me lo vi venir.

Aunque tampoco vi venir que Tasha resultara la heredera y cabecilla de la famosa petrolera Kozlov la empresa más rica de Rusia.

Y ahora mi mejor amiga tenía un motero para disfrutar de la vida, (que estaba para comértelo con chocolate enterito).

Hablando del rey de Roma...

La imagen del enorme montaña de músculos moreno que parecía aparecer por todas partes me inundo por completo, ese imbécil. ¿Quién se creía para tratarnos de la manera en que lo hizo cuando nos conocimos? ¿Nadie le había dicho que la primera impresión era la más importante?

Y su forma de mirarme.

Me estremecí.

Había conocido a muchos hombres en mi vida, demasiados, y de todo tipo. Imbéciles, caballerosos, cerebritos, guapos, feos, tímidos, extrovertidos, no había nada que no hubiera visto antes.

Pero este motero era el primero que hacía calentar mi sangre aún sin estar presente, y no lo decía de una buena manera, con esos ojos marrones que me recordaban a un halcón, siempre que estábamos en el mismo cuarto podía sentir su mirada quemándome.

No negaba que el tipo estaba sacado de cualquier novela erótica, incluso con esa cicatriz que solo le daba un aire misterioso con peligro.

Me golpeé los cachetes con fuerza.

Basta Sabrina no pienses en esto, sabes bien como acaban estos cuentos.

-Arriba mocoso, es hora de irnos-. Le di un golpe en la cabeza a Boris y él se quejo mientras me mataba con la mirada.

-No me digas mocoso bruja soy más grande que tú-. Le saqué la lengua y me pare de la cama.

-Nadie te pregunto, así que mueve tú trasero, si llegamos tarde Rey tendrá nuestros cuerpecitos haciendo la limpieza de los baños, otra vez-.

Te Reto a ConocermeWhere stories live. Discover now