Capitulo 17: El Az bajo la manga

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Me desperté agitada y sudada de la pesadilla. El suéter se me pegaba de una manera asquerosa, y sentía como las gotas de sudor se deslizaban por mi cara.

Estiré mi mano en busca de mi celular en mis pantalones que había dejado tirados en el suelo la noche anterior. Las ocho de la mañana. Se leía en la pantalla. Un bufido salió de mis labios al ver la hora. Me volví a acostar y me quede viendo el techo mientras normalizaba mi respiración.

Espere a que los latidos desbocados de mi corazón se normalizaran, pase mi lengua por mis labios secos y tragué saliva tratando de mojar mi garganta seca. Cuando por fin tuve las energías suficientes para afrontar el día quite las sabanas que cubrían la mitad de mi cuerpo, y me arrastré hasta el baño.

A diferencia del día de ayer, ahora me tomé mi tiempo, disfrutando de cada segundo de la caída del agua artificial sobre mi cuerpo. Poco a poco me empecé a sentir mas tranquila, como un halo de luz después de un camino de oscuridad. Me aseguré de lavarme las inquietudes de mi piel. Y me preparé mentalmente para enfrentarme a los acontecimientos del día.

Salí de la ducha con una aura seguridad renovada. Elegí mi ropa como parte de mi estrategia, como un caballero colocándose una armadura antes de la guerra. Unos shorts cortos blancos que dejaban ver mis piernas largas, una blusa gris cerrada hasta el cuello y simple de enfrente, pero totalmente de encaje transparente blanco atrás. Un conjunto de ropa de interior que no se marcaba, en vez de ponerme mi preciosas botas de combate, elegí unas sandalias platas con tacón de aguja que se ataban hasta la pantorrilla. Y una chamarra de mezclilla blanca que ocultaba mis tatuajes. Una vez vestida me dirigí a mi tocador, y me maquille en tonos claros, mi pelo lo recogí en una coleta alta, y puse mis labios de un rosa palo.

Al final pude apreciar la imagen que quería dar. Parecía la Natasha en la que me hubiera convertido si la desgracia nunca hubiera llegado a mi vida. La Natasha que ahora solo existía en mi memoria. Parecía la princesa que los malditos moteros afirmaban que era.

Solo una máscara Tasha, eso es lo único que es, muéstrales lo que quieren ver y así no harán preguntas que no vas a contestar.

Tome mi celular, las llaves y me identificación. Calenté las sobras de mi cena de la noche anterior y las desayune, cuando ya eran las nueve y media, me aventuré a salir del departamento. Mientras cruzaba la recepción, pude ver como el chico en el mostrador no dejaba ver nerviosamente hacía la puerta de cristal que daba a la entrada.

Seguí su mirada y me tope con la imagen de un caliente motero vestido de negro con su chaleco de cuero recargado sobre su moto mientras veía a todos indiferente.

No había hombre mas sexy en todo el mundo, y si existía, dudaba que llamará tanto mi atención como lo hacía este cavernícola insufrible que parecía seguirme a todas partes.

Fruncí el ceño y camine hasta para pararme enfrente de él mientras cruzaba mis brazos, aunque su expresión no cambio ni un ápice, estaba segura de que un extrañó brillo cruzo por sus ojos de ónix cuando me vió.

-¿Qué haces aquí?-.

-Buenos días también a ti princesa, espero que hayas tenido unos dulces sueños-.

No me paso por alto el tono sarcástico con lo que lo dijo, un tono idéntico al mío, que hizo que mis labios se estiraron en una leve sonrisa.

-Mi nombre es Tasha, no princesa motero-.

Una de sus cejas se arqueó y me vio con la cabeza ladeada.

-Creí que tu nombre era Natasha, ayer tú padre lo dejo muy en claro-.

Mi breve sonrisa se borró ante la mención del hombre.

-Nadie me dice así, prefiero el diminutivo- Él asintió.

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