Capitulo 39: Decisiones tomadas

11.1K 611 148
                                    

Sabrina POV

-¡¿Dónde diablos esta mi sostén favorito?!-. Grité desde el segundo piso hacia la sala donde la mayoría de mis amigos se encontraban- ¡Caleb!-. Volví a gritar mirando mal al castaño que me vió indignado.

-¿Por qué asumes que fui yo rubia oxigenada?-. Dijo molesto.

Él no podía verme a detalle pero arquee una ceja mientras me acercaba al barandal y me recargaba en él.

-¿En serio tengo que contestar esa pregunta?-. Dije burlona y el color le cubrió las orejas.

-Solo fue una vez Sab, una sola vez hace años, ¿Por qué no puedes superarlo?-. Gimió evitando mi mirada y todos nos reímos de él.

-Porque no podemos olvidar tan fácil el hecho de que te atrapamos barriendo la cocina con el sostén negro puesto mientras cantabas libre soy a todo pulmón-. Respondió Reykon por mí mientras trataba de ordenar un poco el desastre que había en el departamento.

Lo dijo con una voz monótona como de costumbre, pero de todas maneras todos terminamos teniendo un ataque de risa que dejo a Caleb aún más sonrojado.

-Dónde quedó eso del derecho al libre albedrío- Hizo pucheros mientras se cruzaba de brazos- Sea como sea está vez no fui yo, no sé dónde está tú sostén Sab-. Concluyo mientras le daba manotazos a Anton que lo estaba molestando apachurrando sus mejillas.

Suspiré frustrada mientras revolvía mi pelo.

Genial, teníamos que irnos al aeropuerto en veinte minutos y yo no puedo terminar mi maleta.

¿Pero como es que perdí tanta ropa en tan pocos días?, tampoco era como si hubiera ido a muchas partes.

Debe de haberse quedado en el cuarto de ese tipo en el club del padre de Tasha.

Ugh, no podía regresar por el y definitivamente no iba a pedirle a mi amiga que lo fuera a buscar, eso sería incómodo. Ya que, más me valía comprar uno nuevo cuando llegáramos a casa.

Casa.

Iba a ser raro vivir en Rusia sin mi mejor amiga, sin salir de fiesta todos los fines de semana, sin hacer pijamadas dónde no durmiéramos y solo comiéramos comida chatarra, sin que me despierte a primeras horas de la mañana para hacer ejercicio, sin que se pelee con uno de los chicos por la comida.

Pero me alegra verla feliz, no la veía sonreír tanto desde que murió Nikolai. Las cosas con su padre no son las mejores y dudo mucho que algún día lo sean, pero de cualquier forma parece que hallo un poco de paz en medio de todo el desastre, así que solo le puedo desear la mejor de las suertes.

Regresé a mi cuarto un poco triste y termine de acomodar mis cosas, cerrando la maleta gastada de color purpura encontré irónico que fuera vieja y pequeña en medio de un departamento increíblemente lujoso.

Creo que nunca me acostumbraría a pensar en Medusa como una persona millonaria, para mi siempre sería la mocosa de malas pulgas y cara estirada que llegó con Niko cuando menos debería pero cuándo más lo necesitábamos.

Suspire y observé la habitación dónde me había ocupado estos últimos días, procure dejar todo lo más ordenado que pude, pero la organización no era algo que me saliera de forma natural así que esperaba que mi amiga apreciara mi esfuerzo.

-Toc toc, ¿Se puede?-. Me gire y vi a Boris recargado en el marco de la puerta con la cadera apoyada en esta y los nudillos en la madera.

Le sonreí mientras asentía, él entro en el cuarto y se sentó en la orilla de la cama a lado de mi maleta.

Te Reto a ConocermeWhere stories live. Discover now