Capitulo 14: El viaje no deseado

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Estaba recargada en mi moto en la calle de enfrente del bufet de abogados mientras me fumaba otro cigarro. Mi consumo de tabaco había aumentado exponencialmente desde que esa puta carta llego a mis manos.

Faltaban unos minutos para la hora estipulada y yo todavía no sabía que esperar de aquella reunion. La gente que caminaba por la calle, eran mayormente empresarios que salían a almorzar, con sus trajes limpios he impecables no podía juzgarlos por las miradas de desconfianza que me daban. No es que me viera como una indigente, pero el conjunto de mis botas de combate, un pantalón negro que abrazaba como una segunda piel mis piernas, seguida de mi chamarra de piel, guantes y bufanda, mientras fumaba a lado de mi moto causaba cierta impresión.

Vamos, deja de ser una maldita cobarde y entra.

Hice una mueca ante la voz de mi conciencia, y esperé otro minuto entero antes de apagar por fin mi cigarro y cruzar la calle en dirección al edifcio de cristal.

El sonido de mis botas contra el caro mármol atrajo la mirada de todos los presentes, en especial la de los agentes de seguridad que custodiaban las puertas. Rode los ojos ante su actitud.

Estupidos racistas, ¿Es qué no habían una chica vestida de negro en toda su vida?

Camine con el mentón en alto hasta el escritorio de la recepción y me aclaré la garganta para llamar la atención del chico que la atendía.

-Bienvenida a H&H, ¿Le puedo ayudar en algo?- La voz del chico sonó insegura, como si se preguntara que demonios estaba haciendo alguien como yo en ese lugar.

Le di una de mi sonrisas ladeadas, esas que solían significar problemas y disfrute de ver como palidecía.

-Tengo una cita con el Licenciado Petrova a medio día- Contesté indiferente.

Él asintió muy nervioso mientras escribía algo en la computadora.

-¿Me podría dar su nombre y una identificación por favor?-.

Saque del bolsillo de mi chamarra mi permiso de conducir y lo deje con un golpe seco en el escritorio antes de contestar.

-Natasha Kozlov- Mi voz salió con firmeza y tono lo suficientemente alto para que todos en la recepción lo escucharan, como los malditos chismosos que eran, me voltearon a ver con la boca abierta, lo cual hizo que se ganaran una mirada molesta de mi parte.

Vi como la mano temblorosa del chico tomaba mi licencia y confirmaba quien era yo, después hizo una breve llamada y me devolvió el pedazo de plastico.

-La llevaré hasta la oficina del señor Petrova- Dijo el chico.

Pero negué con la cabeza mientras guardaba de nuevo mi documento.

-No es necesario, recuerdo el camino-.

No me quede a que me contestara, gire sobre mis talones y recorrí el camino que tantas veces había hecho en el pasado acompañada de mi madre, o de mi abuelo. No era la primera, ni la segunda, o la tercera vez que estaba en ese lugar. Es más, había perdido la cuenta de las veces que había tenido que esperar sentada o recorriendo los pasillos a que mi familia terminará algún problema legal.

No tarde en llegar a la puerta que tenía la placa con el nombre del abogado de más confianza de mi familia.

Ese que no pudo evitar que me quitaran todo y me llevaran a un puto orfanato.

Pensé con desagrado, pero no deje que mi molestia se reflejará en mi cara, toque una sola vez para después abrir la puerta.

El hombre estaba igual que hace tres años, viejo, calvo, y con lentes. Estaba sentado detrás de un escritorio de cristal mientras leía un documento. Lo dejo de lado cuando entré y me estrecho la mano mientras me saludaba.

Te Reto a ConocermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora