Capitulo 27: Lazos de familia

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Respiro profundamente y dejo de estrechar su mano. Muevo mis hombros para relajarme.

Si vamos a iniciar una relación de hermanastros vamos a hacerlo bien.

-Mi nombre es Natasha Kozlov, pero todos me dicen Tasha, tengo veintiún años. Nací en California pero a los ochos años me fui a Rusia el país natal de mi madre para vivir con ella y mis abuelos- Tomo una respiración, al parecer voy a tener que contarle mi vida -Durante los años que crecí me di cuenta de que algo no iba bien con mi familia. Mamá pasaba mucho tiempo trabajando cuando antes siempre estaba en casa y mis abuelos siempre me distraían con la escuela. También estaba el hecho de que mi papá ya no vivía con nosotros, mi mamá siempre me dijo que estaba ocupado en algo del trabajo y que lo vería cuando este terminará- Trago saliva y veo a Bruno con una media sonrisa - Con el paso de los años esa excusa fue perdiendo validez y yo me enojaba cada vez más, ¿Y cómo no?, mi padre Demian había desaparecido de la faz de la Tierra y nadie me decía porque-.

-¿Él no te marcaba?, ¿O te mandaba una carta?-. Pregunto y yo negué con la cabeza   
- Joder que mala cara-. me reí un poco aunque el asunto estaba lejos de ser gracioso.

-Me fui aburriendo de preguntar y siempre obtener la misma respuesta así que solo deje de hacerlo. Cuando cumplí quince escuche una conversación de mi mamá por accidente. Se estaba peleando con alguien por teléfono, lo maldecía y le gritaba de todo. Estaba hablando de mí, con mi padre, fue la primera vez que oí el nombre de Hades y de los Black Ravens. Hasta entonces mi mente infantil seguía llamándolo papá o Demian. Trate de dejarlo de lado pero la curiosidad me mataba. Así que durante un año investigue y planee en secreto un viaje de vuelta a casa. A los dieciséis me escapé y vine aquí. A la casa club donde estoy viviendo con todos los moteros-. Relato y el ojiverde inhala bruscamente.

-¿Viniste hasta aquí tú sola?, ¡Pero si eras una mocosa menor de edad!, ¿Cómo lograste salir de Rusia y llegar sin ayuda?-. Pregunta y escucho asombro, incredulidad, y un poco de respeto en su tono. Le sonrió con petulancia.

-El dinero mueve al mundo Bruno, esa fue la lección que aprendí viviendo con el apellido Kozlov. A parte de que no te haces la menor idea del poder que tiene mi nombre en Rusia. Un pequeño retiro de mi cuenta de ahorros, un correo electrónico al director de la aerolínea y voila. Un billete con destino a otro país para una menor de edad-. Digo y él deja salir un silbido bajo, después me ve y ladea un poco la cabeza.

-Significa que tú ya sabías quién era yo cuando nos conocimos, o bueno, cuando te conocí-.

Me dice y escucho un leve reproche en su voz, yo me encojo de hombros.

-Culpable, en cuanto llegué al aeropuerto me subí a un taxi y me fui directa a la casa club. Había buscado la dirección por internet y me la había aprendido de memoria. Ustedes estaban teniendo una fiesta esa tarde y no me fue difícil colarme, realmente nadie se fija en una niñata sin desarrollar y que trata de pasar desapercibida. Aunque habían pasado muchos años yo aún recordaba perfectamente a mi padre y no me tarde nada en hallarlo entre las personas. Estaba a punto de salir corriendo a sus brazos, y casi lloro de felicidad pero alguien se me adelanto-. Me estremezco a al recordar como el corazón se me rompió por primera vez. Mis ojos buscan los suyos y mi tono se endurece sin evitarlo

-Gael llego corriendo para que Hades lo cargara, estaba llorando por algo. Tú llegaste detrás de él y mientras Hades lo consolaba una mujer de cabello rubio platinado te regañaba. Ustedes no me vieron, pero estaba lo bastante cerca para escuchar como Gael llamaba a la mujer mamá y a Hades papá. Me quede en shock cuando escuché eso, no tenía la menor idea de que hacer. Después de te vi la cara y fue como dieran una patada en el estómago cuando me di cuenta de que teníamos exactamente el mismo color de ojos- Cuento y escucho como se atraganta con su saliva -Sabes, todo el mundo halagaba mis ojos, siempre decían que eran un par de esmeraldas y lo hermosos que eran. Mi mamá me contaba con orgullo que tenía los mismos ojos del hombre del que se había enamorado. Después de verte empece a odiar el color y les prohibí a todos que me hicieran un comentario al respecto-.

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