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La oscuridad en el corazón.

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No quería abrir mis ojos, no quería ver más oscuridad. Abrir mis ojos y encontrarme en la realidad me dañaba, me hacía más tajos en esa herida abierta que no podía cerrar, no encontraba forma de cerrarla. Recostada en mi cama y con mis ojos cerrados, intentaba volver a tomar el sueño pero no podía. Tenía esas ansias de abrir los ojos y que todo lo que había pasado estos últimos meses, estos últimos años fuese mentira. Quería una realidad diferente a la que vivía justamente ahora, quería abrir los ojos y encontrarme con la presencia de Carl a mi lado. Despertaba cada mañana esperando a que estuviera a mi lado, que me dijera que todo fue un sueño, que él nunca se iría de mi lado. Aún no lo soportaba, aún no quería aprender a continuar sin él. Esa monotonía de despertarme y tenerlo a mi lado, de ver su pecho subir y bajar mientras dormía, no desaparecía de mis memorias. O sentir como intentaba acurrucarse conmigo, me sentía segura con él y ahora, ya no está. Apreté mis labios con fuerzas al igual que la sabana, un sollozo se me escapó, dejando sacar esa gran tristeza que llevaba adentro de mi. Tapé la mitad de mi rostro cuando giré mi cuerpo y puse todo el peso en el lado derecho, llorando y viendo cómo la sabana se humedecía.

Abrí los ojos, dejando que las lagrimas salieran de ellos y se desplazaran a las sabanas. Pude ver un poco de claridad a través de las ventanas dejándome ver la cuna que Rick había construido para los bebés. Desde aquí podía ver sus pechos subir y bajar, durmiendo con tranquilidad sin imaginarse en el horrible mundo que crecerían pero con personas que los amarían y protegerían sin importar que. Volvía a apretar la sabana con más fuerzas mientras que sollozaba, mis lagrimas seguían bajando en este momento de desahogo para mi. Quería sentirlo, quería escuchar su voz y que sus manos acariciaran mi mejilla. No había nada que pudiera cambiar pero ojalá hubiese podido hacerlo meses atrás. Aún tenía en mi mente plasmada el recuerdo de ese último adiós, de ver ese agujero en su cabeza y realizarme en qué él se había ido. No puedo aguantar tanto sin él, me había aferrado, él era esa esperanza de continuar y mejorar el mundo y ahora ya no está, simplemente se fue.

El tiempo corría sin él y quería que se detuviera, quería retroceder y poder hacer algo para que él estuviera aquí, para que me ayudara a continuar y ambos disfrutar de estas dos hermosuras que dormían plácidamente mientras que mi mundo se iba abajo. Metí mi mano debajo de mi almohada, sintiendo la pequeña cartulina que me acompaña todas las noches y la llevaba a todos lados con el temor de que algo sucediera y la perdiera para siempre, prefería tenerla conmigo. Mire la fotografía, esa que Carl había metido en mi mochila la noche que mi corazón se llenó de oscuridad por completo, él sabía que la necesitaría. Mire su rostro, ese que jamás olvidaría. Lleve mis labios a ella plasmándole un beso y dejando que cada parte de mi se desinflará de tristeza. Lloraba y sentía que mi garganta se calentaba, pidiéndome sacar más esos sollozos y así lo hacía. No podía hacerlo sin él, no podía continuar sin él. Era una pesadilla cada noche recordando el momento exacto en que la bala cruzó su cráneo y acabó con él, no podía hacerlo sin él.

—Ay Carl, no puedo, no puedo sin ti.—lloraba y hablaba sola en mi habitación, presenciando como mis bebés aún dormían. Abrazaba la fotografía como si quisiera adentrarme a ese momento.—¿Por qué tú?—pregunté en un sollozo el cual se me pasmó en el momento en que la puerta se abrió, mostrándome la presencia de Maggie y esos ojos verdosos mirándome llenos de preocupación.

—¿Aliana?—continúe sollozando mientras que llevaba la foto a mi pecho y la abrazaba, quería mi espacio, quería soledad.—Oh Dios, mi amor... —Maggie se acercó a mi con rapidez en el momento en que simplemente me desvanecí en la cama, recostándome nuevamente y llorando.

𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐜𝐢ó𝐧 ─𝐂𝐚𝐫𝐥 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora