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Lo correcto.

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Carl Grimes

❝Tienes que hacer lo que es correcto, hijito. Prométeme, que siempre harás lo que es correcto. Es muy fácil hacer cosas malas en este mundo. Así que no... si sientes que está mal, no lo hagas ¿de acuerdo? Si te parece fácil no lo hagas. No dejes que el mundo te arruine. Eres muy bueno. Siempre serás mi niño. La mejor cosa que jamás pude haber hecho. Y te amo. Te amo. Mi dulce, dulce niño. Te amo❞.

Ahí estaba nuevamente, en aquella pesadilla viviente, viviendo aquel día que deseaba eliminar de una vez por todas de mi cabeza. Veía el cabello castaño ondulado de mi mamá, su rostro sudado y como su cabeza se deslizaba aún lado con cansancio, veía sus lágrimas resbalarse por su rostro húmedo, por su bello rostro al que tanto extrañaba en la realidad; en mi presente. Mis manos temblaban pero mis labios besaban las mejillas de mi mamá, besaba su frente y tocaba su rostro con mis manos recordando como se sentían sus facciones. Se sentía tan real tenerla pero me conciencia estaba consciente de que esto sólo era un sueño, o mejor dicho una terrible pesadilla que me atormentaba. En mi mano sostenía aquella arma, mientras que el recuerdo me hacía vivir ese momento en que mi dedo jalo mi gatillo disparándole en la cabeza en el momento en que me levante del suelo. Esa bala aún resonaba en mi oído, resonaba como si fuera permanente aquel momento. Tan solo sentí como mis lágrimas bajaron, como mi cuerpo se había desinflado como si no sintiera más, veía como la sangre salía de aquel hoyo en su frente, como ella tenía sus ojos cerrados para siempre y en ese instante mi corazón se había detenido, igual que mi mente desarrollando esos recuerdos.

—Maldición... —susurré mientras que lleve mi mano a limpiar mi frente sudorosa, incluso restregué mi ojo al sentir la humedad y la ansías de llorar.—Lo siento mamá, aún no puedo dejarte ir.—dije para mí mismo, me quedé pensativo en el borde de mi colchón, candado ante la falta de sueño por los días agotadores que habíamos estado pasando.

Su dulce voz resonaba de vez en cuando en mi mente y eso era una tortura mental para mi. Intenté mantenerme calmado sin derramar alguna lágrima, había aprendido a vivir sin ella, pero días como estos y meses duros, me hacen recordar su grandiosa paciencia que tenía para los problemas o cosas que solían sofocarla. Solía extrañarla ahora más que nunca, extrañaba su sabiduría para problemas conflictivos, quizás si ella estuviera aquí muchas cosas serían diferentes pero si no, muchas cosas no hubiesen sucedido y a pesar de todo, estoy agradecido con quienes están actualmente y las cosas que han pasado. A veces con quien único solía hablar sobre mi mamá era con Aliana Johnson, a quien justamente pensé cuando observe aquel cuadro con nuestra fotografía. Me reventaba la cabeza cada vez que pensaba en ella, en sus acciones y en el enfado que sentía ante su abandono repentino contra nosotros, contra mi. Aún recordaba el día en que la vi en los bosques, el día en que tan solo su arma me apuntaba, verla con Jayden me había sofocado lo suficiente.

Lleve mi mano hasta mi cuello, sintiéndome completamente entristecido ante no sentir mi mano tener tacto con el collar que adornaba mi cuello. No podía empezar el día de peor manera, había despertado de mi siesta con un inmenso vacío en recordar a las únicas dos mujeres que habían marcado mi vida. Lleve mi mano a mi rostro, tapándolo y llenándome de oscuridad cuando cerré mi ojo. Frustrado ante la falta de sueño y los pensamientos que me consumían, a veces deseaba que hubiera un botón en donde no pudieras pensar en nada, en que todo estuviese en blanco. Intentando de evadir los pensamientos de mi mamá, los cuales me movían toda emoción de tristeza en mi mente, decidí tan solo pensar en los verdosos ojos de Aliana Johnson. En cómo su cabello estaba algo corto la última vez que la vi, cualquiera que la viera o conociera ahora dirían que era hija de Maggie, la pobre Maggie a quien le hacía falta la presencia de esa dulce niña, dulce y grandiosa pero todo en ella parecía haber muerto de la noche a la mañana.

𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐜𝐢ó𝐧 ─𝐂𝐚𝐫𝐥 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora