9

3.9K 343 270
                                    

Hora de ir a casa.

───

Mis manos temblaban, sentía esa ansiedad que ya estaba acostumbrada a sentir. No paraba de hacer temblar mi pierna, de moverla arriba a abajo contra el suelo, calmando ese estrés que vivía conmigo. No había podido pegar el ojo en la noche anterior pensando en cómo sería el caos que se formaría próximamente, quizás ahora o más tarde, no era seguro. No estaba preparada para irme pero tampoco tendría miedo en dejar un pie aquí nuevamente, ya no tenia miedo. Muchas cosas rondaban por mi mente pero no tenía miedo de marcharme pero la única razón que me haría temblar hoy serían Nathan Johnson, o incluso el mismo Negan pero nadie me iba permitir quedarme aquí más tiempo. No sabría exactamente cómo Rick y compañía atacarían el santuario, no se quienes vendrían y como harían para sacarme de aquí, pues Dwight no fue muy claro en esa parte el día de ayer. Cansada por la falta de sueño, no dejaba de pensar pues mi mente me controlaba ante mi debilidad de mis emociones.

Veía cómo los minutos pasaban en aquel reloj que adornaba la pared, sujetado por un tornillo oxidado. Me levante de la cama, la cual ya estaba tendida y recogida, si algo bueno tenia mi estadía aquí, es que la cama era muy cómoda. Suspire llevando mi mano hasta mi armario compartido con Arath, abrí el armario para buscar una chaqueta negra, una que me agradaba y me hacía ver algo más del estilo del santuario; tenían una buena forma de vestirse para describirse. Acomode la chaqueta para llevar un cepillo algo bueno y desgastado a mi cabello lacio y algo corto, ante recortármelo para no tener problemas con los caminantes. Me hice nuevamente mi típica coleta alta, dejando algunos flequillos afuera como usualmente hacia. Mataba el tiempo preparándome y recogiendo algunas cosas, que quizás necesitaría; armas. Lleve un arma en mi parte baja de la espalda para llevar otra a mi típico estuche incrustado en mi correa negra.

Amarre con fuerzas mis botas negras, para así subirme ajustadamente mi cómodo mahón color azul oscuro. Acomode todo, me more una última vez en el espejo para así salir de aquella habitación. La ansiedad que sentía se disminuyó ante distraerme arreglando mi aspecto, el cual había descuidado ante mis dolores físicos y golpes visibles en mi rostro, en todo mi cuerpo. Caminaba por los pasillos del santuario donde algunos residentes solían pasar sus horas libres, ya sea fumando o hablando, quizás pensando yo sólo pensaba en que pronto estos pasillos serían despejados ante el ataque que se aproximaba. Baje las escaleras, llegando a la segunda planta donde pude observar a lo lejos a Eugene estar parado en las barandas y mirar tan solo como los residentes trabajaban, trabajaban como esclavos y esa vida pronto se les acabaría. Me puse a su lado, dándole un estrechamiento de manos en forma de saludo, palmeando su espalda y visualizar lo mismo que él.

—¿Te gusta lo que vez?—le pregunté ante ver cómo él estaba bastante concentrado en observar cómo otras personas sudaban y se rompían el lomo trabajando, trabajando para Negan. Él negó.

—Somos privilegiados ante no trabajar de esa manera diariamente para mantener este lugar en pie.—me respondió, miraba a Eugene que portaba una gran chaqueta abierta y larga, color negra.

—No somos privilegiados cuando consumen nuestra libertad y conocimientos para permanecer aquí aún lado de ellos, bajo sus reglas.—contradecir la respuesta de mi compañero, compañero de mucho tiempo con quien compartí muchos recuerdos allá afuera en el bosque cuando no teníamos con qué comer.

—Te equivocas, es un privilegio que estés bajo este techo y no estés allá sudando, sofocada en tu propio cansancio.—preferí quedarme mirando a las pobres personas que trabajaban duro día a día ante ver el rostro de Nathan quien había aparecido de entrometido en mi conversación con Eugene.—¿Te ha costado algo esto, Eugene?—mire como Eugene pareció tener una postura de respeto hacia mi hermano quien estaba delante de nosotros, con mucha mejoría en su brazo ante ver cómo lo estiraba delante de mi.—¿Te costó algo estar aquí junto a nosotros?—volvió a preguntar.

𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐜𝐢ó𝐧 ─𝐂𝐚𝐫𝐥 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora