Capitulo 42

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—Es triste que tuviera que recurrir a medidas extremas – Al escuchar esa voz alzo la cabeza y lo miró fijamente y es cuando todos mis rompecabezas encajan.

—No lo puedo creer – Digo levantándome de la silla —Eres un maldito y yo pensando que tenía algún problema con mi empresa. – Grito abalanzándome hacia él con la intención de golpearlo pero soy detenida por un par de brazos.

—No puede existir ningún contacto físico durante la visita – Acota el policía que se quedó en la sala y es el que me tiene agarrada para que no pueda llegar a Silvio.

—No lo quiero aquí, lléveme a la otra habitación o que se largue él – Exijo con los dientes apretados.

—En realidad no creo que eso sea lo que quieras, siéntate y hablamos, depende de ti que salgas rápido de aquí – Dice Silvio de forma relajada, mientras se sienta en una de las sillas.

—¿ Así lo desea señora? – Cuestiona el uniformado. Solo me limito a aceptar con la cabeza.

—Es lo más sabio de tu parte, siéntate – Me señala Silvio la silla mostrando una sonrisa de triunfo —Nos puede dejar solos – Esta vez le habla al policía.

—Eso no se puede señor, la señora siempre debe estar custodiada.

—¿ Solo piensas en ti?...

—Señora debe sentarse por favor – Me interrumpe el uniformado, tomándome por codo instándome a  obedecer.

—No sólo pienso en mí, también en ti y mis hijos – Responde mi pregunta después de ocupar la silla destinada para mi. Su respuesta me hace hervir la sangre.

—¿En tus hijos? ¿Si sabes que mientras me esposaban para traerme aquí ellos estuvieron conmigo, estuvieron presentes mientras me arrestaban. No creo que pensaras precisamente en ellos y mucho menos en mi al hacerme pasar por esto – Extiendo mis brazos, mostrándole el lugar.

—Así lo quisiste tu…

—¡¿ Así lo quise yo?! – Grito tratando de levantarme de la silla pero el policía me obliga a mantenerme sentada mientras ejerce presión en mi hombro —No seas cínico, si estoy aquí es por ti y tu empeño en mantenerme a tu lado a la fuerza.

—Te haré una sencilla pregunta y quiero que la respondas después de haberla meditado bien. – Lo miro fijamente a los ojos, tratando de aniquilarlo con los míos.

—¿Que quieres? Sabes… no preguntes nada. La respuesta es no, no me voy a casar contigo, te quiero a metros de mi, de mi vida…

—Perfecto me ahorras la pregunta – Se levanta de la silla y arroja en la mesa un folder con un montón de papeles que con el impacto salen de este —Míralos, son las pruebas para tenerte aquí encerrada. Anda léelos  es más, aunque no quieras nada de mi parte te los regalo, solo se trata de copias. Así tu abogado sabe a lo que se enfrenta.

—Ya se de lo que me acusan y no es más que obvio que todas tus pruebas son falsas…

—Léelas, mira los documentos y te darás cuenta que no son para nada falsas es más allí – Dice señalando con su dedo el folder —Existen firmas tuyas, donde autorizas transacciones un poco dudosas. Si quiero puedo quitarte tu empresa y todo tus bienes, que casualidad que después de salir de Europa y dejar de trabajar para mi es que lograste tener todo.

—Esto que estas haciendo es una canallada. No se de donde sacaste las pruebas pero de mi no conseguirás tu capricho, no me voy a casar contigo.

—Esta bien, enfréntate al juicio. Debes buscar un excelente abogado del contrario te enfrentarás a como mínimo seis años de prisión – Habla con burla lo que me hace levantarme y tratar de tirarle la mesa, pero esta esta sujeta al piso —Sin dejar por detrás que te quitaría todas tus pertenencias. A la hora de la verdad todo lo conseguiste con mi dinero.

Atada en mi libertadWhere stories live. Discover now