Capitulo 25

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—Sil...Silvio - Tartamudeo, al sentir su presencia. Sintiendo como mi corazón martilla en mi pecho, queriendo salir por mi boca, de la impresión.

—¿A quién más esperabas? ¿Tu amante? - Dice Silvio poniéndose al frente de mí.

>>Último llamado para los pasajeros del vuelo AV18 Barcelona - Bogotá. Presentarse en la zona de abordaje.<<

—Déjame ir - Susurro con la intención que me escuche, pero faltandome la fuerza para lograrlo.

—¿Decías algo? - Pregunta tomándome fuertemente del antebrazo, haciéndome dar varios pasos.

—Déjame ir - Repito esta vez más audible.

—Sí claro, al único lugar donde vas a ir es a mi casa. Camina - Me obliga a andar junto a él, ejerciendo más presión en mi brazo.

Miró a todos lados, tratando de buscar ayuda, al visualizar un grupo de policías trató de zafarme de su agarre para llegar a ellos, pero Silvio lo impide tomándome aún más fuerte del brazo.

—Tranquila, no hagas un espectáculo. Sigue caminando - Ordena apretando los dientes al hablar.

—Por favor - Digo con lágrimas en los ojos.

—Camina Lia, no agotes al extremo mi paciencia, no quieras que te entregue aquí mismo a la policía por ladrona.

—¿Ladrona? No te he robado nada, sólo tengo lo que llevo en mi bolso...

—¿Y lo que llevas en la cuenta bancaria? Creo son... - Se lleva la mano a la barbilla y hace gestos de estar pensando —... Dos millones de dólares, eso es mucho y son míos.

—Me los dió Fabi...

—¿Piensas que no lo sé? Lo sé todo, se que Fabiola te los ofreció y los tomaste muy complacida. Pero ahora yo tengo el sartén por el mango, así que entra - Ordena, abriendo la puerta de la camioneta para empujarme al interior de esta, la cierra detrás de mí y se me hace extraño que el auto arranca y él no se monte.

Al llegar al edificio Scott me obliga a caminar a su par, haciéndome entrar a este.

—Ayúdame, déjame ir te lo ruego - Le suplico ahogando mis lágrimas.

—Lo siento - Dice obligándome a salir del ascensor, haciéndome entrar al apartamento.

Al pasar por el área de la cocina veo a Anetha y esta me dirige una mirada de decepción, a lo que yo respondo bajando mi vista.
Scott me mete a la habitación y trata de cerrar la puerta pero yo logró impedírselo.

—Ayúdame por favor, no me dejes aquí - Le vuelvo a rogar.

—Lo siento señorita Lía, no la puedo ayudar - Dice ejerciendo presión en la puerta, logrando cerrarla con seguro desde afuera.

Decido no hacer el show común de todas las secuestradas, encerradas, en fin, privadas de su libertad si así  queremos ver mi situación. No me pondré a gritar ¿Para qué? Estoy en el último piso de un edificio y está visto que los aquí presente no me ayudarán.
Me voy a la cama me acuesto y frotó mi vientre trató de contener mis lágrimas pero se me hace tarea difícil, así que las dejo brotar sin ningún impedimento.

—De alguna forma trataré de sacarnos de aquí, te lo prometo - Le habló a mi vientre aún plano mientras lo acaricio.

Mi estómago ruge, gracias al hambre. Tengo el día completo sin probar bocado y es algo que a esta hora me está pasando factura.
La puerta se abre haciéndome sobresaltar, pero al instante me relajo al ver a Anetha entrar con una bandeja en sus manos. En ningún momento mira en mi dirección, va a la mesa auxiliar de la habitación y deja la bandeja, voltea y trata de retirarse aún sin mirarme.

Atada en mi libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora