Capitulo 38

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Silvio cae encima de mí soportando su peso en sus manos, hace una mueca de dolor y es allí que recuerdo sus heridas, sin importarle ese detalle se incorpora y lleva sus dedos directo al botón de mi pantalón, me desprende de el y retoma su altura al pie de la cama.

—Si no me detuviste antes, ahora no lo lograrás hacer - En su mirada hay deseo y sus palabras están cargadas de advertencia y se que no solo habla del momento, se que habla de un mañana. Mi mente no quiere procesar ninguna advertencia.

Lentamente baja mi tanga, rozando sus dedos con la piel de mis piernas. Al terminar esa tarea fija su mirada en la parte baja de mi abdomen y con unos de sus dedos recorre la cicatriz de la cesárea haciéndome estremecer, mira mis ojos y en los suyos puedo ver amor y admiración. Su mirada cambia drásticamente al sentirme gemir producto del toque que le está dando a mi clítoris.

Con su mano libre libera uno de mis senos del sujetador, que ni me acordaba que aún lo llevaba puesto, baja sus labios por mi cuello hasta llegar a mi pezón y lo mete sin preámbulo en su boca, succionándolo con agresividad mientras que con sus dedos ataca mi vagina, haciéndome gritar de placer.

—Se me había olvidado cuanto me gusta escucharte gritar de placer - Murmura bajando por mi abdomen, haciéndome sentir su aliento en mi entrepierna.

—Sil... Silvio - Logro decir entrecortada ente al percatarme de su lengua recorrer toda mi hendidura
—Ohh!! - Exclamo al sentir como me succiona fuertemente el clítoris, mientras instala dos de sus dedos en mí interior empujándolos hasta el fondo.

—Me haces sentir como un pervertido por aprovecharme de tu estado, pero no me puedes tentar de la forma como lo hiciste, sabes que tu eres mi debilidad - Confiesa subiéndose por completo a mi cuerpo.

Abre mis piernas y posiciona su miembro en mi entrada. Me mira con desconcierto cuando incorporo mis piernas y lo separó de mi. Me mira esperando una reacción de mi parte.

—No te has puesto un preservativos - Hablo hundiendo mi rostro en mis manos. Escucho una fuerte carcajada que retumba en toda la habitación. Silvio se tira a la cama al lado mío para después arrastrarme hacia su cuerpo.

—¿Te preocupas ahora por un preservativo? ¿Después de sostener tres hijos míos en tu vientre? Que curioso. Mañana compramos una se esas pastillas de emergencia - Dice retomando la anterior posición, encima de mí —Además, quiero sentirte sin ninguna barrera, piel con piel.

Toma mis labios en los suyos y los muerde levemente y me hace temblar bajo su cuerpo al sentir como frota su miembro en mi clítoris. Se posiciona otra vez en mi entrada y me va penetrando lentamente, mientras sus manos estrujan mis senos y sus labios no abandonan los míos.

—Aún sigues siendo tan apretada, me tengo que contener para no parecer un adolescente y no derramarme sin apenas terminar de enterrar e en ti - Murmura entrecortadamente.

—¿Es eso o es la edad que está pasando cuentas? - Pregunto con burla. Alza su cabeza de mi cuello y me sonríe con malicia.

—¿Eso piensas? Me gusta tu sentido del humar - Agrega, al no obtener respuesta a su pregunta.

—Hablo en serio no era un chist....oohh!! - Exclamo al sentir como se entierra fuerte mente en mi.

—¿Ohhh? Te enseñaré que con la hombría de un hombre no se juega.

Sale de mi interior y me voltea, haciéndome elevar mi trasero, da un par de nalgadas en mis glúteos haciéndome gemir y sin más se entierra hasta en fondo de mi vagina, lográndome sacar un grito . Toma en una de sus manos mi cabello en un puñado y lo jala tan fuerte que me hace levantar de la cama, pegando mi espalda a su pecho.

Atada en mi libertadWhere stories live. Discover now