Capitulo 19

4.4K 251 38
                                    

Después de acompañar a Miranda a la puerta, voy a la habitación.
Al abrir la puerta de esta, me encuentro con Silvio acostado en la cama, casi desnudo, sólo tiene un boxer puesto. Su posición es boca abajo, con el rostro metido entre el ángulo de su brazo. Entró en total silencio y noto, que el sofá de la habitación, metido en una bolsa transparente está un vestido color rosa Flamingo con piedrería y sólo es verlo para darme cuenta que fue uno de los que me medí en mi anterior salida con Miranda, de hecho fue el que más me encantó, pero no lo quise al darme cuenta de su alto costo. Me imagino que Miranda tuvo que ver en la compra, hablaré seriamente con ella, verdaderamente es la reina de la imprudencia. Con ese pensamiento me meto al baño y hago mis necesidades, estaba que me orinaba en los pantalones. Después me voy a la cocina, para buscar algo de comer, mi cuerpo está que se autoconsume.
Se nota que la cocina es poco usada, hay implementó de cocina aún empacadas.

Encuentro panes, salsas, enlatados, vegetales, pastas, entre otras cosas, en la nevera. Decido prepararme unas pastas con sólo tomate, cebolla, albahaca y mucho queso, acompañadas con pan.
Preparo un poco de más, por si Silvio quiere comer.
Con todo ya listo, me sirvo en un plato y voy a la mesa, pero antes de meterme el primer bocado a la boca aparece Silvio, en el marco de la puerta, vestido esta vez sólo con una pantaloneta y el dorso desnudo.

—Que huele tan rico? - Pregunta ingresando a la cocina, destapando la olla.

—Hice pastas, hice de más por si tú querías. Sólo tienen tomate cebolla y albahaca, no sé si quieras - Le ofrezco dudosa.

—Sí saben cómo huelen, si quiero - Dice tomando un plato de la alacena.

—Yo te sirvo - Me ofrezco levantándome de la silla, para atenderlo.

—No, tranquila, lo puedo hacer yo. No se me van a caer las pelotas si lo hago o si - Dice dando la vuelta para servirse en el plato. Vuelvo a sentarme, para esperarlo en la mesa.

—En la nevera hay queso rallado y en la despensa hay aceite de oliva, por si quieres - Sugiero.

—Lo dices, como si no supiera dónde están las cosas. Pues te informo que sí lo sé. No suelo cocinar mucho, pero algunas veces lo hago.

—No es lo que quise decir, sólo pensé que necesitabas ayuda y...

—Relájate. No te estoy juzgando, es más, te podría decir que me encanta que te familiarices con mis cosas - Dice acariciándome la mano — Y de tomar que hay?

—No encontré nada para preparar y no quise volver a salir para ir a comprar, no conozco el sector.

—Tenemos vino, es perfecto acompañante. - Sugiere.

—Yo tomaré agua, no acostumbro a tomar ligor - Aclaró.

-En el duende tomaste vino, aunque no mucho, pero tomaste - Dice  refiriéndose al restaurante del Hotel.

—No tenía más opción - Informo, encogiéndose de hombros.

—Vale, será agua para los dos. - Tomando vasos para llenarlos de agua.

–Si tú quieres vino, no veo el problema de que lo tomes - Sugiero.

—Comeremos y tomaremos lo mismo - Dice, poniendo los dos vasos en la mesa — Buen provecho.

—Gracias. Espero te guste. Comemos en silencio.

Silvio está sentado al frente mío y no deja de mirarme, lo que me incomoda un poco y decido informar celo.

—Tienes algo que decirme, me estás incomodan do - Traga lo que tiene en la boca, para después responderme:

—Estás hermosa - Dice esbozando una sonrisa de oreja a oreja, mostrando todos sus dientes.

Atada en mi libertadWhere stories live. Discover now