Capitulo 30

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Después de la ecografía, Verónica me trasladó a una habitación que no es la misma de urgencias, es una mucho más cómoda y con mejor iluminación, una sola cama por lo que me indica que es sólo para mí.

—Esta habitación debe ser costosa, no es mi intención gastarme todos mis ahorros en una sola noche - Hago la observación, mientras miro a mi alrededor: Ducha privada, televisión, parece más bien una habitación de hotel más no la de una clínica.

—No creo que sea necesario que se gaste los ahorros, ya todo está pago antes de tiempo - Me sonríe Verónica con picar día.

—¿Quién lo pagó?

—Un señor de apellido... Valverde - Responde haciendo memoria del apellido.

—¿Silvio Valverde?

—No, en realidad se llama Harold Valverde - Me saca de la confusión enseguida - ¿Él no es el dueño de la constructora Harval?

—Si. - Respondo tajante —¿Te puedo pedir un favor?

—Lo que desee. - acepta sin ningún miramiento sin seber que le voy a pedir.

—No quiero que le digas a ninguno de esa familia en qué habitación me encuentro, en realidad no los quiero ver - Le pido, pero ella hace un gesto torciendo la boca.

—Eso será difícil - Murmura, estirando sus labios en una mueca — Afuera está la misma señorita que llegó con usted y si no me equivoco es una Valverde, la vi con el señor que pagó su cuenta. Insiste en hablar con usted.

—Miranda - Pienso por un rato la respuesta y llegó a la conclusión que es algo inevitable no atenderla —Que más da!! Cuando se pueda déjala pasar por favor.

—Si quieres enseguida. Pero recuerda que no te puedes alterar.

—Tranquila así será, sólo escucharé lo que tenga por decirme y así no los volveré a ver más.

—Te hicieron mucho daño - Es más una afirmación que una pregunta, por la cual la miro expectante a que siga hablando —Lo digo por Maximo, me contó lo sucedido o más bien lo que escuchó en tu discusión cuando te rescataron, más el resultado de las investigaciones.

—¿Máximo?

—Si, Máximo es el doctor Mancinni, el mismo que te ha atendido desde el principio. Es mi prometido.

—No lo sabía, lo saben disimular muy bien. Me imagino que es prohibido por ser compañero de trabajo. - Sacó la conclusión, ya que es unas de las reglas más comunes en las empresas, no relaciones sentimentales entre compañeros de trabajo.

—En realidad no aquí, todos lo saben incluido los directores. El es el sobrino del dueño de la clínica - Dice sonriendo tiernamente.

Nuestra conversación es interrumpida por dos toques en la puerta, por lo cual Verónica decide abrir.

—Hola - Logró escuchar la voz de Miranda - Me informan que ya casi se acaba la hora de visita y me preguntaba si puedo ver a Lía Vargas.

Verónica entre cierra la puerta y voltea a verme buscando mi aprobación, sin importarle que yo anteriormente había aceptado recibirla. Yo hago un asentimiento de cabeza y la  enfermera deja pasar a Miranda, saliendo de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.

A unos pocos pasos veo a Miranda y su semblante no es para nada Juvenil y alegre como lo caracteriza, se ve cansada, desarreglada y con los ojos hinchados.

—Lia - Se acerca a mi con pasos cauteloso, me imagino que esperando alguna reacción de mi parte —Perdónanos - Ruega mientras le salen lágrimas que recorren sus mejillas.

Atada en mi libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora