-¿No vas a entrar conmigo al manantial?-salí de mis pensamientos en cuanto escuché su pregunta.

-Si-me desvestí hasta quedar en bóxer. Extendió su mano la cual tomé mientras lentamente caminábamos sumergiéndonos poco a poco en el agua.

-Esta fría-dijo abrazándose a sí misma, me acerqué por detrás pasando mis brazos por su cintura para darle mi calor. El agua nos llegaba a los dos hasta el pecho, el manantial era bastante hondo-Pero también esta deliciosa.

-Me gusta abrazarte de esta forma.

-Y a mí me encanta que lo hagas. Me encanta sentirte cerca de mí, así como ahora.

-Quiero hacerte el amor. Déjame hacerte el amor-pedí con ansia y deseo. Vi como mordió su labio inferior-No sabes como he extrañado tocarte-llevé mis manos hasta sus caderas acariciando en círculo de arriba abajo y algunas veces apretaba un poco-Me estoy muriendo por sentirte-llevó su cabeza atrás cuando posé mis manos sobre sus senos y masajeaba lentamente. Besé y chupé su cuello con devoción escuchando como su respiración se agitaba un poco cada segundo que pasaba-Te amo-se volteó en un movimiento fugaz buscando mis ojos-Hola-sonreí. No dijo nada y junto sus labios con los míos, correspondí de inmediato. Sus manos se fueron atrás de mi cuello haciendo presión para atraerme más a ella; mi agarre sobre sus caderas se hizo más fuerte mientras el beso subía cada vez más de intensidad.

-Hazme el amor-dijo sobre mis labios. Sonreí y bajé mis besos hasta su cuello logrando arrancarle varios suspiros. De repente mordí su piel que estaba extremadamente sensible a este punto.

-Eres mía-demandé buscando el broche de sus brasier-Mía para siempre.

-Completamente tuya-dijo en un suspiro cuando logré quitarle la prenda la cual tiré a la orilla en un movimiento rápido. Besé su cuello nuevamente, a veces succionaba leve para no dejarle marcas y al final lo mordía. Mis manos estaban acariciando y apretando su trasero por debajo de la braga que llevaba. Estaba preparado para ella, caliente y palpitante, no podía esperar más para sentirla, la necesitaba.

Fui bajando su braga con su ayuda, cuando se la quitó la arrojé a la orilla junto con mi bóxer. La abracé sumergiendo mi cara en sus pechos para darles atención con mi lengua. Atrapé uno de sus senos con mi mano y el otro con mi boca. Sus gemidos me hacían saber que le gustaba lo que hacía. Sus manos se enredaron en mi cabello mojado halando un poco, sentí como echó la cabeza hacia atrás disfrutando de mis caricias. Hábilmente la cargué haciendo que rodeara mis caderas con sus piernas.

-Te amo tanto, Isabel-besé sus labios mientras con una de mis manos me acomodaba en su entrada y lentamente empujaba. Esa sensación fue lo mejor que había experimentado en toda mi vida. La forma como dijo mi nombre al tiempo que halaba fuerte mi cabello hizo que me excitara aún más y que la deseara con más locura. Alce la mirada para verla con sus ojos cerrados, sus mejillas coloradas y su boca entreabierta; aumente la velocidad provocando que juntara nuestras frentes y me apretara más a ella.

Sentí como levantó la cadera y empujó junto conmigo. Llevé mis labios hasta su cuello para besarlo, seguí empujando cada vez más rápido y con más fuerza. Su respiración se escuchaba agitada, de vez en cuando dejaba salir pequeños gemidos que me volvían cada vez más loco.

-Diego... no te detengas-dijo entrecortadamente. Estaba cerca, lo sabía, sentía como temblaba, su calor envolviéndome era fascinante, yo también estaba cerca. Isabel estaba totalmente entregaba a mí y yo estaba dispuesto a darle todo el placer que pudiera.

Aumenté el ritmo lo más rápido que podía, sus uñas se enterraron en mis hombros mientras yo buscaba su labios y los unía con los míos. Entonces explotó en un satisfactorio orgasmo y segundos después le seguí yo, no dejé de empujar despacio hasta que la sensación se calmó para alargar un poco su satisfacción.

Tu mi amor, tu mi profesoraOnde as histórias ganham vida. Descobre agora