Capítulo 9

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-¿Por qué llegaste tarde hoy?-pregunto Claudia cuando llegue a nuestra mesa en la cafetería.

-Me quede dormido-me senté en el espacio vacío que estaba entre al lado Luis y Pablo. Al lado de este último había un segundo espacio vacío que supuse era para Juliana.

-Bueno no te perdiste de nada interesante-aseguro Fabián llevando un bocado de su comida a su boca.

-Las dos primeras clases estuvieron buenas pero cuando llego el profesor Méndez todo cambio-Pablo hizo una mueca-Ya sabes cómo es, todo es aburrido a su alrededor excepto para las chicas. A ellas sí les gustan las clases con el-afirmó mi amigo viendo a Claudia, alzando las cejas varias veces.

-¿Qué insinúas estúpido?-reto la chica tirándole papas en el rostro. Él se cubrió mientras reía.

-Él te gusta como a todas.

-¡¿Qué?!-dijeron al unísono mi amiga y su novio-¿Estas idiota o qué? Ese hombre carga tanta arrogancia que ni el mismo se soporta-dijo la chica viendo a Pablo indignada-No me gusta, no me atrae, además su bronceado me da asco-finalizó.

-Bueno si tú lo dices.

Me desentendí de la nueva conversación que ellos comenzaron, no estaba de humor ese día para nada. Creo que mejor me hubiera quedado en mi casa pero mi espíritu de responsabilidad me perseguiría por todo el día. Por eso estaba aquí sentado comiendo mi almuerzo inmerso en mis pensamiento, tanto así que no vi cuando Juliana llego a la mesa y se sentó en el espacio vacío al lado de Pablo.

Quería volver el tiempo y regresar a la época en donde yo observaba a mi profesora desde lejos sin que nadie lo notara, cuando la mencionaba en las conversaciones con mis amigos como si fuera algo casual, cuando hablaba con ella temas de su clase únicamente. Había avanzado tanto en estos días pero era obvio que algo iba a suceder haciendo que todo se estropeara. Nada es perfecto, nada viene a ti sin consecuencias, nada es lo suficientemente bueno.

Me levante de la mesa, no sé si los chicos se percataron de mi cuerpo saliendo de la cafetería y tampoco me importaba. Fui a los jardines de atrás de la universidad y me acosté en la hierba, casi nadie los visitaba, no había bullicio, solo tranquilidad y el sonido de las hojas de los arboles cuando el aire chocaba con ellas. Conecte los audífonos a mi celular para relajarme escuchando música.

Pase lo que parecieron horas en ese lugar. Mensajes de los chicos preguntando donde estaba llegaban a mi celular pero no los conteste. Era la primera semana de clase y como había dicho sarcásticamente la profesora Leardi, en esa semana no se hacía nada importante, bueno en realidad si pero no era nada que no pudiera recuperar después, por lo tanto no me intereso perder las clases.

Sentí como alguien se sentó a mi lado y abrí los ojos y quite los audífonos de mis oídos.

-Hola-saludo una sonriente Liz.

-Hola ¿Qué haces aquí?-pregunte sentándome.

-No te vi en clase y pensé que tal vez estarías por aquí-sonreí forzadamente-¿Qué tienes? Parece que algo te perturba.

-No es nada, cosas sin importancia.

-¿Seguro?-asentí varias veces.

-¿Puedes decirme cuando me darás una oportunidad?-quede en shock, no sabía que responder-Ya sé que normalmente son ustedes lo hombres los que preguntan eso pero ya casi toda la universidad sabe que me gustas y estoy muy segura que tú también lo sabes y como no has actuado decidí hacerlo yo-explicó rápidamente.

-Liz, yo no me siento igual-la mire a los ojos.

-Lo sé pero no me interesa, creo que tengo lo suficiente para hacer que tú me adores-alzo la barbilla con autosuficiencia.

Tu mi amor, tu mi profesoraWhere stories live. Discover now