Capítulo 24

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-¿Cómo estás?-la ojiverde y yo estábamos en su salón. Ella de pie recostada sobre la mesa de su escritorio con los brazos cruzados y yo sentado en frente en una silla.

-Me duele toda la cara pero estoy increíblemente satisfecho.

-¿Quién te curó?

-Liz-apretó los labios.

-Bien-descruzó los brazos y caminó hacia la ventana viendo a través de esta dándome la espalda-En dado caso que tengas otro encuentro con Carlos, quiero que no vuelvas a reaccionar como lo hiciste hoy.

-No prometo nada-hablé entre dientes.

-No quiero que te metas en problemas-se giró.

-Y yo no quiero que él se acerque a ti-la mire. Suspiró cerrando los ojos-Si vuelve a buscarte estando yo cerca de ti, le volveré a destrozar la cara.

-Esa no es una solución.

-No me interesa.

-No estás pensando correctamente.

-No me interesa.

-¡Te estas comportando como un niño malcriado, Diego!-alzo la voz irritada.

-No. Me. Interesa-puntualicé. Suspiró otra vez, se estaba enojando, y yo ya lo estaba desde la mañana-Escúchame, ese imbécil intento hacerte daño, yo lo vi ¡Maldita sea! Yo lo vi. No quiero que se acerque a ti, no quiero que te toque. Solo de pensar que está considerando buscarte para lo que sea, me dan ganas de…-apreté mis puños en el aire-¿Me entiendes?

-Sí.

-Bien-me senté otra vez en la silla-¿Puedo quedarme aquí hasta que empiece mi próxima clase?

-Sí.

-Bien-ella se sentó en su escritorio y empezó a revisar papales mientras yo miraba el suelo como si fuera la gran maravilla del mundo. No estaba pensado en nada, era uno de esos momentos en lo que solo te quedas hay mirando a algún punto sin darle importancia a nada, como si estuvieras dormido con los ojos abiertos, solo escuchaba el ruido de los papeles que la ojiverde revisaba y otros sonidos provenientes de afuera. Mi celular empezó a sonar, lo saqué del maletín y conteste.

-Liz-vi de reojo como Isabel se tensó.

-Hey, Hola ¿Cómo estás? ¿Te duelen los golpes?

-Solo un poco.

-Estaba preocupada porque no entraste a clase.

-No estaba de humor, tal vez entre a la próxima.

-Bien, entonces ¡Te espero!

-Claro, nos vemos en un rato.

-Ok. Adiós-colgué y mire la hora en el celular. Eran las 11:45, iría a almorzar. Guarde el aparato en el maletín, me levanté de la silla caminando hacia la ojiverde. Me agaché a su lado.

-Me voy-informé.

-Adiós.

-¿Estas enojada?

-No.

-¿Segura?

-Sí.

-No te creo.

-No es mi problema-no me miraba, sus ojos estaba puestos en los papeles que revisaba.

-Bueno, si es mi problema.

-Que mal por ti-suspiré tomando una de sus manos entre las mías, la llevé a mis labios y la besé.

-¿Puedo besarte?

-No.

-¿Por qué?

-Creí escuchar que ya te ibas-me miró aparentemente irritada.

Tu mi amor, tu mi profesoraWhere stories live. Discover now