5: Sentencia.

659 79 75
                                    

Gabriel mantenía su ceño fruncido recargado en un bonito auto clásico mientras que a su lado se encontraba un omega de agradable aroma a chocolate contándole acerca de cómo iban las cosas en el infierno. Gabriel debería estarle prestando atención, debería de estar asintiendo y diciendo algo pero sólo se dedicaba ver al frente con molestia, despidiendo su aroma por todos sus poros de manera en que su acompañante comenzaba a incomodarse mientras sus ojos lucían entrecerrados y tenía los labios apretados.

Era de noche, las estrellas decoraban el firmamento y ellos se encontraban en medio de la nada, en un campo desierto con algunos pastizales sin ningún edificio próximo. La construcción más cercana que tenían podría ser la carretera y esa aún se encontraba a unos metros de donde estaban estacionados. Gabriel estaba tan metido en su molestia que no notó cuando su acompañante había dejado de hablar y sólo suspiraba quedándose a su lado, intentando relajarlo con su aroma sin mucho éxito.

— ¿Sabes? No es obligatorio vernos todos los días—habló el omega dándole un ligero golpe en el hombro, atrayendo la atención del arcángel—No has dicho nada desde que llegamos.

Gabriel parpadeó y miró al hombre a su lado, relajando su expresión mientras sus hombros dejaban de estar tensos, sintiéndose culpable de nuevo por todo lo que estaba ocurriendo. Deseaba tanto arreglar las cosas, buscaba desesperado medidas para que las consecuencias no fueran tan graves sin embargo no tenía nada.

—Lo siento, Moose, tengo mucho en la cabeza—aclaró Gabriel pasándose una mano por el cabello—Pero me agrada pasar tiempo contigo—ante aquello Sam rió.

—Gabriel, te la has pasado malhumorado todos los días. No estás pasando el tiempo conmigo, precisamente—aclaró Sam sin dejar de reír antes de suspirar—Sé que Dean causa muchos problemas pero deberías de darte una oportunidad de conocerlo, quizá se llevarían bien.

—Lo dudo mucho—declaró Gabriel antes de subirse al cofre del impala.

Miró con atención a Sam, diciéndose que de momento no iba a solucionar nada con pensar y pensar las cosas; contempló al hermoso omega que tenía en frente, con esos hombros tan anchos y el cabello brillando alrededor de su cabeza como un halo. Gabriel suspiró temblorosamente cuando Sam sonrió ladinamente y sus ojos brillaron, ¿eran verdes? ¿Eran color miel? ¿Eran castaños? Gabriel no lo sabía, nunca había contemplado unos ojos como aquellos pero lo que le atraía aún más, si es que era posible, era la oscuridad que escondían esos ojos, aquello que era prohibido circulando en sus venas mientras Sam estaba ahí sonriéndole como si nada.

Gabe alzó una mano y acunó la mejilla del cazador, pasando su pulgar por el pómulo mientras Sam cerraba los ojos y se inclinaba hacia su mano, soltando un ronroneo que hizo sonreír a Gabriel con alegría. Deslizó su mano por la mandíbula del alto hasta su cuello, sintiendo el pulso acelerado bajo la yema de los dedos, hasta dar con el lugar donde debería de haber una mordida sin encontrar ninguna, masajeando esa zona antes de deslizarse por las clavículas, pensando en nuevas cosas que no debería pensar.

— ¿Por qué nadie te ha marcado?—cuestionó Gabriel rompiendo el silencio.

Sam, aún en su ensoñación, abrió los ojos sin entender mirando a Gabriel.

— ¿Qué?

— ¿Por qué nadie te ha marcado?—repitió el arcángel retirando lentamente su mano del cuerpo de Sam—No me tomes como mezquino, así soy, pero eres un omega realmente fuerte que podría dar excelentes cachorros y, mejor aún, eres hermano del rey del infierno lo que te hace más o menos un príncipe—Sam rió divertido—Vives rodeado de alfas, ¿nunca te han intentado marcar?

Sam se tomó un momento para pensar la respuesta mientras se colocaba más cerca de Gabriel; si era honesto sí que había estado a punto de recibir la marca por alfas estúpidos y había estado a punto de dejarse marcar por otros pero al final siempre había algo que se lo impedía...por lo general algo llamado Dean pero eso no era todo, el propio Sam les frenaba antes de que se acercaran lo suficiente, sintiéndolo incorrecto o molestándose de que quisieran marcarlo como un árbol.

I'm Not Your Angel.Where stories live. Discover now