1: La Alianza.

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Si tienen alguna duda de la casta de los personajes pueden preguntar c:

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La sala del trono se encontraba en una parte alejada del cielo a la que ningún ángel tenía acceso a no ser que así se le otorgara; consistía en una pequeña cúpula de blanco cegador con techo de cristal que proyectaba una mortecina iluminación en la que el tragaluz de vidrieras de colores enfocaba la luz sobre el trono en medio de todo; prismas de luces de colores se encontraban danzando constantemente sobre un asiento de lo que parecía granito blanco, esculpido de forma triangular en el respaldo mientras el asiento era un tanto cuadrado con dos reposabrazos a los costados. A sus lados se encontraban dos asientos de menor estatura, completamente blancos sin reflejo alguno de colores.

El salón era demasiado largo, extenso. Había varios lugares alrededor del trono, cinco en cada costado con un color diferente a los que estaban junto al trono; todo parecía un arcoíris a sus costados pero el blanco predominaba más que nada en aquel lugar. Incluso las pisadas resultaban demasiado ruidosas haciendo que el sonido de cada paso que dabas se extendiera abarcándolo todo haciendo que tu estancia ahí no pasara desapercibida para nadie. Permanecía siempre cerrado, con doce arcángeles custodiándolo y protegiéndolo de cualquiera; doce arcángeles donde cada uno tenía su lugar en esa sala y que en ese instante se encontraban sentados en sus correspondientes sillas.

Castiel ingresó seguido de Samandriel, sintiendo como el ángel omega se mantenía pegado a su gabardina como si temiera verse intimidado de nuevo ante la cantidad de alfas que había en esa sala. Ambos ángeles pasaron la mirada por todo el salón encontrándose a los arcángeles meditabundos, serios; En un lado se encontraban Jofiel, Kamuel, Ramiel (que podrían considerarse gemelos en términos humanos), Naomi y Sariel, ordenados del mayor al menor de entre ellos. Castiel entendía que sólo había siete arcángeles que realmente contaban, los mayores pero eso no evitaba que hubiera otros arcángeles, si bien no tan poderosos como los otros sí que eran más que un serafín.

Del otro lado del salón se encontraban los mayores, los dorados y los más importantes; Raziel y Zadquiel eran los más cercanos al área del trono, mirando todo con el ceño fruncido, después de ellos se encontraba Gabriel que, por primera vez, se mantenía serio en su lugar. Le seguían Rafael y Uriel.

Allá junto al trono, en la silla cercana a la de Raziel, se encontraba Miguel de brazos y piernas cruzados mirando fijamente hacia el frente mientras las voces de sus demás hermanos inundaban la sala ante la llegada de los otros dos menores, demasiado abrumados ante la cantidad de aromas que ahí se presentaban. Voces, las voces volvían a abarcarlo todo mientras Samandriel se mantenía detrás de Castiel, mirando de hito en hito a cada arcángel ahí que expresaba su opinión ante lo que se les solicitaba.

—Creo que es mejor buscar otras alternativas—habló Jofiel atrayendo la atención de todos ahí—No podemos ofrecer un ángel a un demonio como si fuera una ofrenda cualquiera.

—Nuestras opciones se terminaron después de que casi masacraran el noveno coro, Jofiel—gruñó Ramiel mostrando los dientes, ganándose un asentimiento de Kamuel—Tampoco me agradan sus condiciones pero nos quedamos sin tiempo.

—No pueden simplemente darle a Castiel y ya—exclamó Gabriel, enfurecido haciendo que sus ojos brillaran—Es nuestro hermano.

—Me pregunto si te pondrías así se tratarse de cualquier otro ángel—gruñó Rafael cruzándose de brazos mientras comenzaba a mover su pie en el aire.

— ¿Qué intentas decirme, Rafael?—gruñó Gabriel cruzándose de brazos.

—Por favor, Gabriel—exclamó Naomi poniendo los ojos en blanco—No es ningún secreto que tu hermano favorito es Castiel. Estoy bastante segura que podrías ofrecer a cualquiera de nosotros con tal de que él se quede a salvo.

I'm Not Your Angel.Where stories live. Discover now