3: Discrepancia.

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Las canciones de Boy Epic me hacen querer bailar como prostituta en mi habitación alv.

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Aquella habitación no estaba conformada con colores alegres y chillones como la de Castiel, en realidad todos eran colores oscuros y cálidos; paredes forradas de rojo mientras el suelo de madera pulida brillaba bajo ellos; había una enorme cama en medio de toda la habitación son sábanas de satín negras mientras que a sus costados se encontraban dos lámparas iluminando todo con una débil luz amarillenta creando un ambiente un poco fantasmagórico; los demás muebles estaban forrado de cuero negro y había una gran variedad de licores en las mesillas de noche.

Sin embargo lo que le cortó la respiración al ángel fue la potencia del olor, la concentración de éste en aquel pequeño lugar como si fuera su punto de partida; tan asfixiante, aumentando el calor incontrolable que crecía en su vientre mientras lloriqueaba y se decía que debía suprimir sus hormonas, intentar controlar el instinto animal que le volvía loco pero era imposible, a cada bocanada de aire que daba podía saborear el whiskey en la lengua, sintiéndolo contra el paladar mientras sus ojos se nublaban de deseo.

Pronto se vio acorralado contra la pared más cercana, sintiendo cómo sus alas se extendían a su espalda para no aplastarse mientras miraba los ojos oscuros del alfa frente a él, sintiendo como su aroma se volvía insoportable hasta el grado de competir con las propias hormonas que el recipiente de Castiel liberaba, cortándole el aliento ante tal intensidad de emociones que le hacían sentir más animal que ángel, dejándose manipular por las necesidades de su recipiente olvidando todos los años en los que se controló tan bien sin importar qué tan insoportable fuera su celo.

Dean acunó su rostro con ambas manos, acariciando con sus pulgares las mejillas del ángel mientras los dirigía a su boca, contorneándola con lentitud mientras sus propios labios se separaban en un silencioso gemido ante el calor que el omega emanaba, ronroneando con aprobación mientras su alfa se volvía loco por el aroma, deseando encajarle los dientes como lo haría con una rebanada de pie. Castiel le contemplaba con enormes ojos azules oscurecidos por el deseo y la necesidad, el sudor comenzaba a escurrir por su frente mientras jadeaba en petición de lo que fuera que calmara el calor, deseando un balde de agua fría encima con tal de que el fuego se apagara, que dejara de consumirlo.

Allá en la extraña lógica que tenía Castiel en ese momento se decía que Dean era frío, que él podría apagar el calor que le consumía, que el demonio era lo que necesitaba para controlar las llamas pero éste parecía arder por su propia cuenta, mirándolo fijamente mientras le acorralaba en la pared, intentando luchar contra el instinto animal que le urgía a actuar de manera un tanto bruta con el omega en sus brazos.

El demonio deslizó sus manos por el cuello de Castiel, gimoteando débilmente al sentir el acelerado pulso correr en su cuello, inclinándose hasta colocar sus labios contra los de aquel hermoso ángel que suplicaba por aquello, restregándose contra Dean mientras se sujetaba de sus caderas, aleteando de tal manera en que se veía adorable al lucir todo sonrojado y un poco acalorado.

—Pídelo—gruñó sin atreverse a besarlo aún mientras sus manos seguían bajando por el cuerpo del ángel—Pídemelo y te lo doy.

Por favor—lloriqueó Castiel sin ser consciente  de qué era lo que pedía con exactitud—Por favor, Dean.

El alfa dentro del demonio gruñó lleno de aprobación, inclinándose hasta que pudo tomar los rosados labios de Castiel con los suyos, lamiéndolos, mordisqueándolos hasta que éstos se abrían para él como rosa en primavera, embriagando al rey del infierno con su aroma, haciéndolo sucumbir un poco más ante el ángel que le había robado el pensamiento desde el momento en que lo vio en acción.

I'm Not Your Angel.Where stories live. Discover now