—Qué graciosa ha salido la niña —la regalé una mueca.

—Voy a ir yendo que quiero aparcar la moto en el garaje y entre que me lee y no me lee la mierda de la máquina la acreditación... Creo que me dio la tarjeta mal a drede —me levanté del taburete y salí del local sacándole el dedo corazón a Luna y besándolo.

Me puse el casco y arranqué a mi pequeña. Salí a la carretera intentando no atropellar a todas las personas que había ya haciendo cola. ¿Cómo iba a conseguirlo? Necesitaba ayuda echando leches. Si para el día siguiente no tenía una persona de apoyo, sería yo misma la que pondría los cartelitos.

Oficinas del FBI de Los Ángeles, Westwood Ave.

En diez minutos, por culpa del tráfico, llegué al garaje de las oficinas, pero no sin antes estar esperando otros cinco minutos porque la tarjeta era ilegible. Al menos hasta el undécimo intento no funcionaba, me sacaba de quicio. Bajé por la cuesta y aparqué, de nuevo, al lado de la plaza de aparcamiento de la rubia. No se iba a librar tan rapido de mí.

Saqué los cafés de la bandolera con cuidado de no derramarlos. Los había colocado meticulosamente para que no se derramase ni una gota. Por suerte, las tapas que le suminsitraban a Luna era realmente herméticas; publicidad fiable y de calidad. Cuando entré por la puerta me di cuenta de que a lo mejor llegaba demasiado temprano y se le iba a quedar a Clarke el café helado, así que lo puse a calentar antes de que se enfriase más. Un cuarto de hora después eso quemaba más que las barandillas del infierno. Octavia llegó justo cuando sacaba el café de Clarke del office.

—¿Es para mí? Joder, Lexa, no tendrías que haberte molestado —dijo interponiéndose en mi camino, me estaba abrasando las manos.

—Aparta que me quemo —intenté decir sin que sonara muy borde.

Con el codo abrí la cerradura de la puerta de Clarke, todo bajo la atenta mirada de su amiga la morena, la cual no escatimó en discreción al seguirme hasta el mismo despacho. Dejé el café sobre la mesa y saqué de mi bandolera, que aún no había soltado, el muffin de chocolate que le había cogido. Posé mis manos sobre mis caderas para admirar mejor la composición que había creado, pero le faltaba algo.

Rebusqué en su lapicero un rotulador negro, el que seguramente sería el que utilizaba para tachar los casos confidenciales, y me dediqué a escribirle en el vaso lo que nos unió por primera vez.

—¿Qué le has puesto? —preguntó la cotilla apoyada desde la puerta.

—Algo bonito —chistó.

—Viniendo de time sorprende mucho, Lexa —le bastó con un par de zancadas para posicionarse a mi lado—. ¿En serio? Escríbele una nota o algo si no quieres que te lo tire por encima —bufé, tenía razón. Cogí uno de los post-it y le escribí una disculpa. Aunque la idea fuese de Octavia, la intención era originalmente mía, no iba a dejar que la morena la opacase, ni siquiera en mi mente.

—¿Contenta? —asintió—. Pues ale, mi trabajo aquí ha terminado —salí de la habitación y me dirigí a mi mesa a tomar el café que ya se me había quedado frío. Ahora solamente quedaba esperar a que llegase y rezar para que no me lo tirara por encima.

No mucho tiempo después la vi pasar por mi lado, pero sin pararse si quiera a saludarme, así que hice que estaba muy concentrada a la pantalla aunque estuviera deseando que me dijera algo, que llegara ya a su despacho y viera lo que le había llevado, como ofrenda de paz.

La seguí con la mirada cuando me perdió del campo de visión. Vi que se paró frente a su mesa y cogió el vaso entre sus manos, esperaba que no se le hubiera quedado frío, un Caramel Macchiato frío perdía toda su gracia... A no ser que fuera un frappé, que en verano se agradecía mucho. De repente, Clarke se giró, esperaba que no me hubiera pillado mirándola.

Access Denied (NukaBlack y ClaudiaGalvezB)Where stories live. Discover now