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Salía de la preparatoria, bastante apurada a decir verdad. Mi profesor de Literatura me había castigado por llegar tarde y no traer mis tareas hechas, es tan aburrida su clase ¿quién querría hacerlas?
Y ahora por eso tuve que limpiar baños. Sucios y asquerosos baños de chicas ¿creían que éramos limpias? Bueno en parte y la mayoría si, pero hay excepciones asquerosas. En serio.

Sentí la vibración de mi teléfono y Gee Gee de Girls Generation sonando en mi abrigo. Leí "Jefe malhumarado" y sentí mi presión bajar un poco y mi corazón saltar de mi cavidad.
Maldito viejo estúpido y calvo.

-¡Kang Seongi!

Calvo y feo.

-¿Señor Min?

-¡Ningún "¿Señor Min?" estás demorada! ¿dónde se supone qué estás? -Dijo imitando mi aguda voz.

-Estoy llegando, tuve un inconveniente en la escue...-Fui interrumpida por otro de sus gritos molestos.

-¡No quiero tus excusas, más vale que llegues en cinco minutos a más tardar!

-¡Si señor!

La llamada culminó.
Traté de guardar mi teléfono en mi bolsillo de la chaqueta escolar y al no poder miré y recordé que esta se había roto en la parte del bolsillo y mi preciado aparato calló quizá algunos pasos atrás. Corrí hacía el pero alguien fue más rápido y lo tomó primero.

¿Acaso iba a robar mi teléfono?

Eso si que no.

Giré en mis talones y empece a correr hasta llegar a mi destino. Entre jadeos intenté llegar a esa persona y tomé de la manga de su camisa.

-Oye... mi... c-celular... mio...- Mi respiración era entrecortada y a duras penas podía formular una oración completa.

-¿Qué dices? ¿Esto es tuyo?

Dijo el chico ahora con mi celular en sus manos, moviéndolo de un lado para otro.

-Si, eso es mio. Cayó de mi bolsillo, por favor ¿me lo devuelves?

-Oh, si, lo siento. Uhm... adiós.-Carraspeó.

-Gracias.- Dije haciendo una gran reverencia por no haberlo tomado y salir corriendo. Agradezco eso y mucho.

Aquel chico sigue su camino y yo, apresurada, el mio.

Llegué al restaurante "Brochetas de cerdo hermanos JeonMin" fundados por el señor Min y Jeon. Desgraciadamente el malhumorado era el más viejo. Y para peor, mi jefe. El señor Jeon había ido de viaje con su esposa e hijos y dejó a cargo al monstruo calvo.

Quizá sea malo pero es bueno cocinando. Yo solo tenia que servir y a veces hacer publicidad y más en época de invierno. Con un maldito oso. Feo y marrón. No me gusta el marrón. Prefiero el amarillo o... no lo sé pero el marrón está claro que no. Y mucho menos por ese feo disfraz.

Entré con cuidado para pasar de desapercibida aunque la mirada de algunos clientes frecuentes llamaron su atención. Sin ser maleducada, saludé y pregunté como estaba estaban. Al menos para que el Señor Min no me vea.

Este es un lugar tranquilo, música en vivo, comida buena y muy rica, gente amable. Un lugar cálido en donde puedes pasar un buen tiempo de calidad con tus amigos, familiares e incluso con tu pareja. Un lugar perfecto para todo tipo de reuniones. A veces desearía no trabajar aquí y venir con amigos, pero no tengo amigos, bueno salvo Seokjin. Mi único amigo. Tuve mas en su momento, pero larga historia.

Busqué con la vista a la banda del restaurante y pude ver a mi hermano, hermanastro y obviamente a Seokjin. Procedí a saludarlos también pero fue una mala idea, mi vida es una mala idea siempre. Realmente todas mis decisiones son malas. El Jefe malhumorado calvo y feo me escuchó y no dudó en gritarme. Como siempre. Vi que agarró una gran cuchara de madera y enmarcó camino hacía mi.

-¡Pequeña niña insolente!

Encogerme en mi lugar y aguantar sus reproches era lo que hacía habitualmente cuando llegaba tarde. Aún no sé porqué no me despide. Oh, será que la banda que atrae son prácticamente mi familia y si me despide a mi, ellos renuncian sin pensarlo dos veces.

-¡Ya he perdido la cuenta de la veces que has llegado tarde! ¿Acaso no quieres seguir con esto?- Le soy sincera, no.- ¿Te tomas el trabajo en broma? Responde

-N-no señor... Lo siento, no volverá a pasar.- Dije conla cabeza gacha jugando con el borde de mi falda azul con cuadrillas.

-Eso dijiste la última vez, y la vez anterior y la anterior. Hazte responsable de tus actos y toma en serio tus obligaciones. En este restaurante no quiero niñas irresponsables. -Dijo ahora dando vuelta la cuchara y pinchando mi estómago con el mango mientras decía sus sabias palabras que no tomaba en cuenta.

-¡Ya basta viejo!- Gritó suave y divertido Namjoon.-Déjala en paz, yo lo arreglo.
El hermano que siempre me defiende de el viejo calvo feo y... bueno, creo ya quedo bastante claro la frase como para completarla.

-Estás avisada, niña.- Dijo por último el señor Min, ahora girando y yendo hacía la cocina con aquella cuchara en la mano.

Vi a mi hermano encaminandose hacia mi con media sonrisa en sus labios y parte de sus hoyuelos marcados en su mejilla.

-Gracias, Moonie.- Agradecí a mi hermano mayor por salvarme del sermón de diez minutos y quizás hasta más sobre la vida y la responsabilidad que hay que tener sobre la obligaciones y todo eso. Ah... era tan exasperante escuchar siempre lo mismo.

-De nada, entonces ¿le explicarás a tu gran y perfecto hermano mayor del porque la nueva llegada tarde?

Engreído, pensé.

Al abrir mi boca y empezar a formular la excusa que venía preparando en el camino en mi cabeza, el dedo índice de Moonie calló mis palabras y hablo él con obvia superioridad.

-No, mejor yo voy a adivinar.-Bufé.-Hmm quizá ¿Limpiar baños "asquerosos" de chicas por no entregar las tareas y llegar tarde a clases por estar cumpliendo otro castigo?

Me permití poner los ojos en blanco ante su comentario y quise ignorarlo pero hasta en eso fracaso. Su dedo índice, nuevamente, tocó mi frente empujándome hacía atrás.

-Deberías cambiar esos hábitos, Seongi. Te hacen mal y te perjudican ¿es qué nunca lo entenderás? Realmente eres terca.

-¿Tú también seguirás? -Dije en un nuevo bufido ya un tanto irritada por los constantes reproches que probablemente seguirán por el resto de mi miserable vida.

-No importa. Sola trata de cambiar tu rutina ¿quires? Ahora ponte lo que hoy te toque y ve a trabajar. Hazme felíz.-Revolvió mi cabello castaño claro y se alejó.

-¿Al menos puedo saludar a los demás? -Dije en un intento de no tener mas reproches luego por no saludar.

-No hace falta.- Desentendí su respuesta hasta que vi dos orangutanes devorando brochetas de cerdo como si fuese algo que nunca habían probado y fuera lo último que vayan a comer en su vida.

Bueno, ellos no me tendrán en cuenta aunque los salude así que procedí a ponerme el uniforme y empecé a atender y tomar nota de los pedidos de las personas.

Un día normal como cualquier otro. La misma rutina hace poco menos de un año hasta que mis bebés hagan comeback y esté gritando como loca por Sunny y Taeyeon.


































-winter bear; k.t.hWhere stories live. Discover now